Remendón a la crisis: para achicar gastos, más gente emparcha la ropa y el calzado

El uso de prendas con parches y pitucones es una tendencia que ya se observa en las calles platenses y no por una cuestión de moda, sino porque el precio de la ropa, al igual que el del calzado, está por las nubes y entre las cosas que más aumentaron del año pasado a este. En ese marco, hay un retorno de la gente a las modistas y zapateros, los encargados de estirar la vida útil de lo que hasta hace un tiempo se ponía para regalar.

La ropa y el calzado aumentaron solo el año pasado un 60 por ciento y se estima que las marcas nacionales lanzaron la temporada de invierno un 40 por ciento más cara que la del año pasado. Con ese panorama, en un contexto de salarios pauperizados por la inflación, no es extraño que la gente decida arreglárselas con la ropa que tiene.

Nina es diseñadora y hasta hace un par de años se dedicaba a la confección de trajes de recreación histórica, indumentaria teatral y sastrería, sin embargo la paralización de las actividades culturales hizo que tenga que recurrir a trabajos de arreglos y de costura en general.

“Doy a conocer mi trabajo a través de las redes y voy a domicilio, hago arreglos y costuras en La Plata. Hasta el 2018 confeccionaba trajes a medidas, pero la realidad de todos se deterioró a morir y ahora me dedico es a colocar parches en la entrepierna de los pantalones, a cambiar elásticos y cierres”, cuenta la diseñadora.

El poder adquisitivo de quienes consultan por su trabajo bajó tanto que en ocasiones le piden rebajas por un ruedo de $ 200 o por el cambio de elásticos de una sábana que ronda los $500.

“La gente lo piensa 3 veces, algunos sacan el cierre roto para que les haga un descuento o traen hilos viejos que se quiebran de nada para que el arreglo les salga menos, pero yo les digo que se cobra por el tiempo de trabajo”, agrega.

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Además del arreglo de prendas en uso, muchos de sus clientes le llevan ropa adquirida en el Ejército de Salvación o en ferias americanas. También se pide mucho la colocación de parches en pantalones de jeans, pero cuando la tela está muy deteriorada ya no se pueden arreglar.

Luján Riera tiene su taller de costura cerca del Hospital San Juan de Dios y asegura que siempre tuvo clientas que quisieron estirar la vida útil de sus prendas o reciclar viejos modelos para no jubilar telas nobles. “La gente ahora aprovecha todo, vienen para que les cambie cierres, pero también para acortar buzos que ahora se usan a la cintura, a que les ponga pitucones a los pantalones de los nenes, parches en la entrepierna o hacer de un vestido una remera”, apunta la modista.

Según Luján, la crisis económica agudizó el ingenio de las mujeres para hacer de lo que se tiene en casa una prenda funcional. También están las que le piden réplicas de modelos de marcas que por ahí cuestan $5mil y ella los hace por menos de la cuarta parte. “Estas cosas años atrás no se veían”, dice la modista.

Desde su taller cercano a la Plaza Malvinas, Natalia asegura que este año se está trabajando por lo que no se trabajó el año pasado, cuando su actividad quedó restringida. Cambio de cierres, ruedos y ajustar los talles de las prendas es lo que más le piden sus clientas. En su caso recibe mucha ropa comprada a través de internet y que no se adaptó al talle de su clienta.

PIDEN MÁS ARREGLOS

Con 25 años de experiencia en el rubro textil, Marcela Miceli afirma que nunca le faltó el trabajo, pero que ahora más que nunca las clientas llegan hasta su taller de 14 y 37 en busca del arreglo de las prendas.

“Ahora se recicla mucho la ropa, el que no puede y hasta el que está en mejor situación recurre a la modista o para que le arregle la ropa o porque hizo compras en internet y los talles no le resultaron”, explica.

La crisis agudizó el ingenio para hacer de lo que se tiene en casa una prenda funcional

Aprovechar las telas de abrigos pasados de moda es uno de los trabajos que más le piden, pero ella siempre remarca que desarmar y volver a coser es más caro que arrancar una prenda de cero porque da más trabajo.

“La mano de obra por un saco de paño puede costar $3 mil, pero comprar un abrigo en una casa de marca resulta infinitamente más caro”, sostiene.

Para Marcela este es un momento de mucho trabajo porque con el cambio de temporada la gente revisa su guardarropa y descubre que hay prendas para arreglar o modernizar. En su taller además de hacer arreglos confeccionan prendas a medidas con telas nacionales e importadas.

Zapateros

Otro de los rubros que trabaja bien por estos días es el de los zapateros y en el sector se afirma que el otoño/invierno siempre es temporada alta para el oficio.

Roberto Vaccaro, al frente de una zapatería de 17 y 47, reconoce que este año se trabaja más que el año pasado y la razón es el precio que tienen los calzados.

“Un par de botas de cuero ronda los $15 mil y para alguien con un sueldo promedio de $50 mil es imposible comprarlas, entonces tratan de tirar con las que tienen”, cuenta el zapatero.

Hacer media suela y taco sale entre $700 y $1200, el valor depende del tipo de calzado. “La gente hace muchas consultas porque a muchos también les resulta caro gastar ese dinero; de todas maneras siempre se prefiere reparar el calzado de invierno por una cuestión de no pasar frío”, dice Vaccaro.