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Séptimo Día |EL AGUIJÓN DE UNA CIUDADANA

La señora de las cartas

Sara Alicia Canestri, activa columnista de la sección “Opinan los lectores” de EL DIA. Dirigentes y funcionarios de cualquier signo político bajo su lupa. La importancia de la opinión pública

La señora de las cartas

Sara Alicia Canestri, fiel lectora de el dia, tiene una activa participación con sus cartas

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

20 de Noviembre de 2022 | 06:08
Edición impresa

Se conocen casos de escritores seriales de cartas de lector a los diarios, que en poco tiempo saturan a esas secciones con verdaderas seguidillas. En cambio, en nuestra zona, la señora de las cartas se toma su tiempo, actúa con la paciencia propia de un pescador. Se mantiene a la expectativa, en las orillas de la realidad, estudia la superficie del agua hasta que un tema salta frente a ella, hermoso como el gran pez de Hemingway y entonces se lanza a la captura de esa valiosa presa.

“Mi primera carta a la sección “Opinan los Lectores” de EL DIA tuvo que ver con el busto de Manuel Belgrano, que había sido donado por el escultor Ricardo Dalla Lasta a la Municipalidad hacía veinte años y que todo ese tiempo estuvo esperando que lo fueran a buscar al atelier del artista”, cuenta Sara Alicia Canestri, vecina de Villa Castells.

“A ese busto lo queríamos ver emplazado en la rotonda de entrada al barrio, ubicada al lado de la barrera del tren. Pasaron dos décadas y nada, sin respuestas por parte de la Comuna. Entonces me di cuenta que los funcionarios pueden soportar todo, menos aparecer en la prensa con alguna crítica. La luz de la opinión pública los aterra…”.

La mujer habló en aquella primera carta de esa demora, de esta injusticia con Belgrano y con el escultor. Pocos días después llegó una cuadrilla municipal, cavó, instaló un pedestal y luego erigió el busto del prócer, en el lugar exacto donde lo reclamaban los vecinos, desde principios de este siglo.

“Escribo sobre lo que siento…”, define. “Ahora estoy escribiendo una sobre los odiadores. No sé si me la van a publicar”, añade, aunque se precia de no haber ofendido nunca a nadie y eso que tiene como destinatarios, muchas veces, a los más encumbrados funcionarios y a los principales políticos del país.

Así que en las sesenta cartas de esta mujer mayor hay dardos lanzados para Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández, para el gobernador Kicillof, el intendente Garro, Sergio Massa, Lilita Carrió, el hijo de Alfonsín (Ricardo), entre muchos otros a quienes embiste con entusiasmo. Como, por ejemplo, “al sensacionalismo de muchos noticieros de TV”.

Casada durante seis décadas con un conocido médico, del que enviudó en los últimos años, madre de seis hijos y con once nietos, pasó su infancia en la zona de 7 entre las plazas Rocha y España, en lo que ahora ella recuerda como “el sur profundo de La Plata, porque eso era esa zona para quienes vivían más al centro”.

Ella guarda los recortes de las cartas en tres carpetas. En otra hay unas pocas originales con un rótulo que dice: “No publicadas”. Presume que fueron rechazadas porque tuvieron un tono demasiado personal. “Pienso que tienen razón, eran acaso muy subjetivas…”. Ella las escribe primero a mano y después las pasa a la PC, que aguarda en el escritorio que fue de su marido.

Sus cartas para la Opinión de Lectores de EL DIA son breves, concisas, están escritas con un estilo transparente y en ninguna de ellas –las tiene coleccionadas- hay ofensas personales, agravios o, ni siquiera enojos. Pero el aguijón pica y las cartas de la señora actúan como aguijones.

 

“Lo mío es escribir, para tratar de publicar siempre en la edición en soporte papel”

 

“Si hablamos de la trayectoria política de Alberto Fernández podríamos decir que es tan extensa como la de Sergio Massa. No tan parecida. El presidente no militó en la UCD. Pero ambos adoptaron esa filosofía de que “cualquier bondi me deja bien mientras me lleve adonde quiero llegar”, dice en una carta. No agravia, pero el pinchazo hace arder.

“Cuando vi el resultado que tuvo la carta enviada por el busto de Belgrano…me embalé”. Pero a pesar de tantas cartas incisivas “nunca tuve una amenaza, nunca me insultó nadie. Al contrario, me llené de gente que me llama para felicitarme. Y al mismo tiempo, las cartas me sirvieron para reencontrarme con antiguas amigas, con las que no nos veíamos desde la infancia. Me llaman encantadas, así que, en lugar de perder, recuperé a muchas amistades, algunas de la escuela primaria”.

 

“Escribo sobre lo que siento… Ahora estoy escribiendo una carta sobre los odiadores”

 

En otra carta habló de la grieta y del internismo políticos, que concluye con el siguiente párrafo: “Dejen tranquilas a las palomas y a los halcones- Ellos y algún pajarraco más son necesarios en el firmamento político. Pero me parece deshonesto tanto tironeo aún dentro de un mismo partido, cuando hay tantas cosas que resolver en un país sin sueños y sin esperanzas de una salida digna”.

Ella cree que no habla de política partidista, pero que sí le interesa y mucho todo lo que es público. Hace poco escribió una carta en donde cuestionó la formación de un nuevo gabinete nacional, por la manera en que se hizo y calificó como un “ta-te-ti” las movidas y contramovidas de funcionarios de un lugar para otro. “Me pareció insólito y lo dije”, afirma.

La señora se enoja con los noticieros-show que “llenan tiempos y espacios con noticias fuertes, aunque sean reales y eso me parece tòxico” y los compara con noticieros europeos que “son cortos, precisos, a lo sumo apoyados por una imagen acorde. El resto de la programación de esos canales europeos tiene muchos programas culturales, de toda índole”

UNA TRADICIÓN

Ella sabe que los escritores de cartas de lectores están siendo eclipsados por los nuevos “foristas” que escriben al pie de las noticias en las ediciones digitales de los periódicos. Si bien las cartas de lectores aún originan intercambios de mensajes, carecen de la dinámica casi vertiginosa que ofrece internet y las redes sociales.

Un artículo publicado en La Nación (9/6/2022), de María Nöllmann, sobre el tema confirma que “durante muchos años las cartas de lectores eran enviadas a la redacción del diario o de la revista a través del correo postal. En la actualidad, en cambio, las cartas de lectores suelen dirigirse a una dirección de correo electrónico. Este modo de interactuar con los medios, sin embargo, ha perdido popularidad ya que hoy en día resulta más simple y directo compartir opiniones, vivencias, críticas y sugerencias en las ediciones digitales o incluso en las redes sociales.

“Yo no leo esos foros. Lo mío es escribir, para tratar de publicar siempre en la edición en soporte papel. Decir lo que siento, firmarlo con mi nombre y rubricarlo con mi DNI. Además pertenezco a una familia en donde jamás existió el miedo”, afirma Canestri.

Nölmann dijo lo mismo en junio pasado: “tocar la misma hoja de papel que la otra persona, respirar el aroma de la tinta y de algún perfume que el emisor decida impregnar en la carta es algo que no encontramos en el correo electrónico de ninguna manera”.

La señora de las cartas no se hace a un lado, la nueva época no la atemoriza, pero quiere seguir en la misma huella. En otra de sus cartas a EL DIA escribió: “Tratamos de salir de este añejo cangrejal en el que estamos sumergidos. No lo hacemos con ideas, proyectos, educación, respeto por las instituciones y las personas. Lo hacemos con golpes bajos, parches económicos, discursos tan soeces como inconsistentes, inmoralidad política, etc., etc. Peor que peor es el terror monumental a la Sra. Vicepresidente que con total desenfado somete a propios y ajenos con sus jugarretas”.

“Confieso que sentí envidia –sigue diciendo- al ver y leer el debate entre el presidente Macron y Marine Le Pen. No me encolumno detrás de ninguno, pero la solidez y las formas con que se enfrentaron fueron impecables. Mientras todos los partidos políticos franceses hicieron hincapié en la educación, que es algo que los desvela, nuestros dirigentes “hacen política”. ¿No sería más sano volver a los partidos políticos tradicionales? No este rejunte de ideas que, por lo visto, no conduce a nada bueno. Evitaríamos a los mesiánicos liberales con gusto a payasada que quieren un Estado absolutamente ausente. Craso error, por lo menos para mí…. Matrimonios políticos por conveniencia electoral, no por el país…”.

Confiesa que no lee mucho, que lee muy poco, casi nada. Y que si escribe bien –tal como se le dijo- “es porque fui a la Escuela Anexa”.

Sara Alicia Canestri y la pasión por las cartas

 

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