Un violento episodio de inseguridad generó pánico y estupor en un sector de Berisso. Se trató de un salvaje asalto que fue perpetrado en horas de la mañana de ayer, en una vivienda ubicada en la zona de 123 entre 67 y 68.

Una familia quedó a merced de ladrones que los amenazaron de muerte con armas de fuego, los ataron con precintos, los amordazaron con cinta y hasta llegaron a golpearlos para que revelaran dónde estaban guardados sus ahorros.

Según fuentes policiales, el golpe fue dado por un grupo de albañiles que llegó al lugar bien temprano para realizar una serie de reparaciones edilicias. En este sentido, todavía no hay certeza sobre cuántos de los sospechosos están realmente involucrados en el hecho.

Por un lado, la familia damnificada sostiene que fueron dos, mientras que los investigadores están convencidos que la responsabilidad por el atraco le cabe cuanto menos a 3 personas: a un maestro mayor de obras y a sus dos ayudantes.

La familia jamás se imaginó que iba a tener que beber un trago tan amargo en horas de la mañana y que los responsables iban a terminar siendo los trabajadores que, justamente, habían contratado para llevar adelante una serie de obras orientadas a mejorar la seguridad de la vivienda.

“Como se suele decir en la jerga urbana, no se la vieron venir, había confianza ciega”, opinó una fuente policial consultada.

A decir de las víctimas, siempre estuvieron convencidos de que un hecho de inseguridad se comenzaría a desencadenar de otra manera. Quizás con un ingreso intempestivo y cargado de tensión, rompiendo aberturas, de madrugada, con gritos e insultos, “como uno ve en las noticias que le sucede a tantos vecinos de toda la Región”.

Pero muy por el contrario, en este caso, los delincuentes no tuvieron que emplear ningún tipo de accionar violento para penetrar la propiedad. Las cuotas de ensañamiento y crueldad que portaban estaban reservadas para la etapa final del plan delincuencial.

De hecho fueron recibidos de forma amable por los propietarios del inmueble que hasta llegaron a ofrecerles “algo calentito” para combatir las bajas temperaturas que imperaban en el turno matutino.

Al maestro mayor de obras lo conocían desde hacía 5 años. Le habían encargado varios trabajos y en ese marco decidieron volver a apostar en su capacidad laboral para emprender esta nueva obra.

Según lo reconstruido por la policía, el hombre se presentó en horas de la mañana en la puerta de la casa. Tras tocar el timbre, la dueña de casa lo atendió. Inmediatamente después de que la saludó le explicó que los dos individuos que lo flanqueaban iban a trabajar con él como ayudantes.

El hecho provocó un cierto malestar en el matrimonio ya que el acuerdo que ambas partes habían hecho no contemplaba a más trabajadores. Pero, convencidos de que sus jornales correrían por cuenta del maestro que habían contratado, les permitieron proseguir.

Sin perder ni un minuto, los tres se entregaron de forma expeditiva al trabajo. Según el dueño de casa, “en cuestión de minutos hicieron dos mezclas y hasta llegaron a pegar unos bloques”.

“Nada hacía presumir semejante transformación. Se los veía muy concentrados en su trabajo y casi ni hablaban”, expresó la víctima que ahora sospecha que todo aquello se trató de una gran puesta en escena para que nadie advirtiera el vendaval de violencia que sobrevendría sobre su casa minutos después.

Promediando las diez de la mañana, cuando la familia se encontraba en un momento de reposo después del desayuno, los delincuentes avanzaron con la siguiente fase del plan. Provistos cada uno de un arma de fuego, los ayudantes entraron al garaje y tomaron por sorpresa a la dueña que estaba buscando un impermeabilizante. Luego arrinconaron a su marido en el living y lo redujeron a culatazos.

En menos de un minuto, la casa quedó bajo el total dominio de los delincuentes.

La mujer fue conducida junto a sus hijos a un garaje en donde uno de los ladrones la ató de pies y manos con precintos y la amordazó con cinta adhesiva. Hay certeza de que ambos insumos fueron llevados al lugar por los ladrones. Posteriormente, el hampón retornó a la casa y junto a su secuaz iniciaron un feroz interrogatorio al dueño, en uno de los dormitorios.

Con golpes y amenazas, ambos sujetos lograron sacarle información clave para dar con $100 mil y otros valores. Pero, estaban obstinados con que el hombre guardaba una gran cifra en su casa y, según le repitieron en varias oportunidades, se iban a quedar el tiempo que fuera suficiente hasta que” largara” dónde tenía “los tres millones”.

Pero el violento careo se vio interrumpido bruscamente. Si bien los ladrones creyeron que tenían todo bajo su control, un cabo - o mejor dicho, un precinto - quedó suelto. Mientras el propietario era sometido a una golpiza, la mujer pudo liberarse de las ataduras y salió a la calle para pedir ayuda.

Al ver esta situación desde una habitación del primer piso, los malvivientes entendieron que no había tiempo para más.

Era momento de abandonar la escena con lo que habían podido juntar. Si bien lograron avanzar varias cuadras hacia el corazón de Berisso, el rápido accionar de la policía permitió dar con los sujetos de forma rápida.

Los investigadores se encuentran analizando por estas horas el grado de responsabilidad del maestro mayor de obras en el golpe. El hombre sostuvo ante la policía que fue “una víctima más” del hecho, que se lo llevaron “amenazado” tras el robo y que incluso le robaron el teléfono. Pero para las autoridades una serie de contradicciones y la información con la que contaban los principales sospechosos, lo vinculan de forma directa al hecho. En ese marco, el hombre también permanecerá detenido.