Criaderos de perros: el lado oscuro de un negocio que lucra con las modas y el vacío legal

En los más de diez milenios que pasaron desde que cruzaron el cordón siberiano y se quedaron en campamentos de Norteamérica, los perros han sido mucho más que mascotas para los humanos. Las primeras tribus sobrevivían a las temperaturas bajo cero durmiendo debajo de sus perros. Y desde que estos animales entraron en nuestras casas para ser, definitivamente, familia, explotó un negocio que está al alcance de todos, con menos luces que sombras.

Entre el 14 de junio y el 21 de julio de este año, 349 perros de las razas chihuahua y dachshund (llamados popularmente “salchichas”) fueron rescatados de criaderos ilegales en los barrios porteños de Villa Crespo y Caballito y en las localidades bonaerenses de Temperley y El Palomar, en los que sobrevivían hacinados, enjaulados, la mayoría sin posibilidad de movimiento y carentes de higiene y cuidados sanitarios.

Las imágenes que circularon tras los rescates no son muy distintas a las de otros operativos de los últimos años, algunos de los cuales se hicieron en la Región, con resultados igual de devastadores: animales muertos o agonizando, con las cuerdas vocales mutiladas, enfermos, las articulaciones deformadas por la falta de movimiento y en condiciones deplorables, en verdaderas “factorías sórdidas” de cachorros que se venden por varios miles de pesos (algunas razas rozan medio millón) en redes sociales o plataformas de comercio electrónico. Hagan la prueba: escriban en el buscador de Google la raza que prefieran.

La oferta es generosa y está a la vista de todos, en un mercado que autorregula los precios y se aprovecha del nado libre en lagunas legales.

En La Plata, cualquier persona que tenga en su casa una pareja de perros puede criar y vender los cachorros sin la habilitación municipal que requiere un pet shop, al que se le exige la presencia permanente de un veterinario matriculado y la habitabilidad de los espacios comunes. En Ensenada, la ordenanza municipal también hace pie en la ley provincial 10.526, según la cual todo establecimiento en el que se ejerza la medicina veterinaria debe estar habilitado bajo determinadas condiciones edilicias, de equipamiento y funcionamiento, y su decreto reglamentario por la venta de animales de compañía. Sin embargo, fuentes oficiales aclararon a este diario que en esa ciudad “no hay venta de animales en veterinarias y tampoco criaderos”.

En Berisso, en cambio, el tema ya está en agenda con la discusión de un proyecto de ordenanza que directamente contempla prohibir la compra venta de perros y gatos y la exhibición de los mismos en pet shop y veterinarias.

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La iniciativa es promovida por el concejal Agustín Celi (Frente Renovador), a instancias de un reclamo de la ONG Gestión en Protección y Defensa de los Animales (ProDeA).

Según esta organización, en 2010 había en zonas céntricas de Berisso “tres animales comunitarios o en situación de calle por manzana”, mientras que ahora pueden a llegar a 7, “siendo el número aún mayor en los barrios de la periferia”. Eso sin contar “a los animales que, con responsables identificados, son dejados sin control en la vía pública”, se lee en el proyecto. La problemática se profundizó en la última década, apuntan, con “el abandono de perros de raza en las calles, por viejos, heridos, atropellados o por sus conductas”, mencionando, en particular, a los “caniches, labradores, galgos, pitbulls, shar pei, ovejeros y cocker”, entre otros.

Excepciones

“Por supuesto que hay excepciones”, explicó a este diario el concejal Celi, ya que la normativa no alcanzaría a los centros que preparen animales de asistencia para personas con discapacidades o de apoyo emocional en procesos de sociabilización; “estamos en contra de la explotación”, sumó. El proyecto ya pasó a comisión, los concejales escucharon los argumentos de la presidente de ProDeA, Elba Tiburzi, y se espera que lo mismo hagan en los próximos con referentes de criaderos.

Para Fernando Pedroza, presidente del distrito 1 del Colegio de Veterinarios de la Provincia, “el problema no son los criaderos, sino cómo funcionan”.

“En eso las municipalidades y el ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense tienen injerencia”, dijo, porque piden “una habilitación (Ley 10.526) que impide que el lugar sea un desastre”, al regular “las condiciones del establecimiento, sanidad, espacio, cantidad de ejemplares y un dispensario de atención veterinaria para hacer las prácticas profesionales”.

No obstante, aclaró Pedroza que “cada vez son menos” las veterinarias que se dedican a ese tipo de comercio, en parte porque “la profesión se está volcando más a la clínica de pequeños animales”, pero también porque se advierte una tendencia social a la adopción responsable.

“Más allá de que se pueda estar de acuerdo o no con la compra” de una mascota, “hay un montón de criaderos y criadores que son conscientes y trabajan bien, pero la realidad es que esos no ganan plata, ni viven de eso. Los otros son fábricas desastrosas que tienen 20 perras preñadas y en mal estado, sólo para ganar más”, destacó el veterinario.

El Kennel Club Argentino es el registro oficial canino del país, fundado en 1927. Según su último relevamiento, de hace poco menos de dos años, en su nómina figuran inscriptos 63 criaderos de la Región, 29 de los cuales son de La Plata. Se estima que un criadero que tenga entre 5 y 10 perros gasta mensualmente en su actividad entre 20 mil y 50 mil pesos, incluyendo costos de atención veterinaria, alimento y otros servicios. El precio de los cachorros, en tanto, “se regula solo”.

“No queremos prohibirle a la gente que tenga el perro que quiera tener, ni que se exterminen las razas; queremos que se termine con este tipo de explotación. Hay criaderos federados que hacen las cosas bien, tienen un costo importante y cuidan a los animales”, destaca Elba Tiburzi, en guerra declarada contra quienes “emprenden un comercio sin importar las consecuencias”.

ProDeA participó activamente en el rescate y recuperación de cientos de animales encontrados en operativos contra criaderos ilegales, que suelen ser la consecuencia de denuncias vecinales. Elba recuerda, en particular, a los hallados en 2018 en una casa del barrio porteño de Liniers. “A los reproductores tuvieron que cargarlos los médicos; estaban llenos de tumores. Los estábamos mirando por una ventana del sector de aislamiento cuando nos dimos cuenta de que abrían la boca y no emitían sonido: les habían extirpado las cuerdas vocales”.

Recientemente, 349 perros chihuahua y dachshund fueron rescatados en CABA y Provincia

Según la proteccionista, todo lo que rodea a este tipo de negocios “es irregular” y son pocas las herramientas para enfrentarlo.

“Como no hay prohibición ni proceso por parte de los juzgados de faltas, las denuncias se terminan encuadrando en crueldad y maltrato animal”, lo que deriva en causas penales que suelen demandar mucho tiempo a cambio de magros resultados, describió Tiburzi.

Derecho animal

Hay tres leyes penales que protegen los derechos de los animales a nivel nacional. La 14.346, sancionada en 1954, que establece penas de prisión de 15 días a un año a quien cometa actos de malos tratos o de crueldad hacia un animal. Se buscó reformar en 2019 en la Cámara de Diputados, pero perdió estado parlamentario.

La segunda ley de defensa animal es la 22.421, que se sancionó en 1981 y protege a la fauna silvestre; mientras que la tercera y más reciente es la Ley 27.330 de “prohibición de carreras de perros”, del 2016, que establece prisión de tres meses a cuatro años y multa para quien realice estas prácticas. Por esta normativa, cientos de perros galgos fueron rescatados y adoptados en los últimos años.

“El tema de los criaderos es una problemática relativamente nueva que se incrementó a partir de la pandemia”, puntualizó Marcelo Romero, a cargo de la fiscalía especializada en casos de maltrato animal que se creó en el Departamento Judicial La Plata en 2018. “Lo que antes era un negocio escaso se multiplicó por internet y las redes sociales. Y hoy cualquier persona que tenga un poco de verde en su casa y una raza específica de perro y gatos se dedica a la venta”. “Es una actividad legal”, argumentó, porque “no está reglamentada y por ello surgen problemas colaterales”.

La ciudad de Buenos Aires solo admite la comercialización de animales domésticos en lugares habilitados

Romero consideró que esto “deberá ser rápidamente solucionado, por ordenanza municipal, ley provincial, o resolución de organismos de Poder Ejecutivo”, pero “lo que no puede hacerse es mantener el statu quo”.

“Nuestros representantes tendrán que ponerse a trabajar muy seriamente, en contacto con proteccionistas, veterinarios y expertos en distintas razas”.

Eso fue lo que hizo ProDeA, en Berisso. Y Tiburzi está convencida de que “no hay otro camino mejor que la prohibición” de la actividad.

“La concepción de criadero domiciliario está constituida con tan solo tener una pareja (macho y hembra) y hacerlos reproducir de manera permanente, sin descanso, sin controles, medicados y vacunados por sus responsables sin supervisión médica, en lugares inapropiados, entregados para la venta y en gran parte enfermos” se lee en el proyecto de ordenanza para Berisso, que cita antecedentes “exitosos de parte de los gobiernos que adoptaron dichas iniciativas”, como CABA, Bahía Blanca, Mar del Plata, Hurlingham, Tres de Febrero, Mendoza, Godoy Cruz, Santa Fe y Córdoba (ver aparte).

“Falta información y regulación”

Miguel Angel Nodar, Presidente del Kennel Club Argentino, confirmó que para montar un criadero en Argentina no se necesita más que “tener una perra en edad de cría”, cuando lo ideal sería que cada municipio determine las condiciones edilicias y espacios necesarios para desarrollar esa actividad. “Lo que falta es información de parte de los políticos y la voluntad de sentarse a discutir”, opinó.

Para Nodar, cualquier responsable de un criadero que quiera emprender esta actividad seriamente debe tomar un curso para conocer lo básico de la raza que críe, sus necesidades y ciclos, su bienestar y cuestiones tan básicas como atender un parto. Saber, por ejemplo, que cada cría le genera a la perra un desgaste físico y mental por tratarse de una especie que “cuida mucho de sus cachorros y nunca se desentiende de ellos”.

Según Nodar, en la actualidad “es raro encontrar en Argentina criaderos grandes. En el país debe haber 20 o 30 personas que vivan de esa actividad. Para el resto, es un complemento que en un 80 por ciento no supera la mitad de sus ingresos”, y casi el 90% está a cargo de mujeres.

En el Kennel Club Argentino hay, actualmente, 2.000 criadores inscriptos, que registran cada cría a cambio del certificado que funciona como un DNI legal del animal, en el que figuran los datos del linaje. Eso se le entrega al comprador junto con la libreta sanitaria.

“Los criaderos ilegales me indignan”, reconoció Nodar, aunque anticipó no estar dispuesto a juzgar a los responsables porque “estamos en un país donde es muy difícil sostenerse económicamente”.

Coincide en que lo que falla es la regulación para que opere una habilitación, como en cualquier otro comercio: “Criar perros es una pirámide invertida. Los criadores son minúsculos, pero producen actividades anexas, como las fábricas de alimento balanceado, laboratorios, veterinarias, quienes hacen las correas, las colchonetas, y merchandising; pequeños productores que se verían afectados directamente” con la prohibición de la actividad.

“Además –sumó- el criador no se va a Europa, paga la cuota del auto, renueva el celular; gastan 2.000 millones de pesos al año”.

“Desde el Concejo Deliberante estamos obligados a darle el valor que tiene a la vida de los animales, ya que jurídicamente se consideran seres sintientes, sujetos de derechos y personas no humanas. En nuestro país hay 16 fallos judiciales para animales de distintas especies que otorgaron el carácter de personas no humanas, seres sintientes sujetos de derechos y como ciudad debemos estar a la altura de dicha evolución y prohibir toda forma de explotación de los animales, antento que jamas deberá ser considerado trabajo o emprendimiento vivir de la explotación y el sufrimiento de todo ser vivo”, concluye el proyecto diseñado por ProDeA.