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Opinión |EDITORIAL

El freno a la tala de árboles en un sector del Parque Pereyra Iraola

21 de Agosto de 2022 | 02:29
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Pese a que las condiciones impuestas en la ley de expropiación del Parque Pereyra Iraola, concretada hace más de siete décadas, determinaron que esas valiosas diez mil hectáreas que pasaron al dominio pleno de la provincia de Buenos Aires se convirtieran en reserva forestal y paseo público, lo ocurrido en años posteriores avasalló con esos límites legales. En la actualidad, como se sabe, solo un sector muy reducido cumple con la finalidad que impuso la norma expropiatoria.

Ahora termina de conocerse que la Justicia federal decidió frenar la alternativa de que cobre vigencia un acuerdo firmado entre el ministerio de Desarrollo y Agrario con la facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP, que prevé un plan de tala de árboles en un sector del Parque y destinar tales recursos a la construcción de viviendas frente a la problemática del déficit habitacional.

Esto de validar al Parque como proveedor de madera no es nuevo. Tal como se dijo ayer en este diario, han habido otras iniciativas con características similares en el pasado.

El trato entre la cartera agraria y la facultad puso en alerta a los integrantes de la asamblea ambientalista del Parque Pereyra Iraola, pues el objetivo del acuerdo es otorgarle a un denominado “centro de capacitación, transferencia de tecnología, producción y servicios de la maderera, que pertenece a la unidad académica, 200 de esas hectáreas plantadas con eucaliptos para talarlos y así proveer de material al proyecto habitacional”.

Ante una demanda planteada por los ambientalistas, ahora el juez federal de Quilmes actuante hizo lugar a la acción cautelar solicitada por la Asamblea de la Reserva de Biósfera del Parque Pereyra y ordenó suspender el convenio firmado por el ministerio de Desarrollo Agrario y la facultad de Agronomía local que prevé esa tala en el parque.

A través de un comunicado, la Asamblea celebró la medida adoptada por el magistrado, que atiende así al pedido de la cautelar elevado en junio pasado contra el convenio que las partes habían firmado en 2021. Según se explicó desde ese espacio, “la resolución tiene alcance tanto al gobierno provincial como al gobierno nacional y se exige un estudio de impacto ambiental a presentarse con plazo de 10 días”.

Ciertamente, cuesta entender hasta qué niveles de indefensión ha llegado un parque tan privilegiado como lo es el de Pereyra Iraola, especialmente en una época como la actual en la que los pulmones verdes y reservas forestales pasaron a ser indispensables para mantener calidad de vida y recursos ambientales de excelencia. Sobremanera cuando el predio de Pereyra se encuentra enclavado entre muchas grandes concentraciones urbanas.

Es difícil imaginar que el Bois de Boulogne de Paris, las mil hectáreas con abedules del parque Jimkl de Moscú o el Central Park de Nueva York fueran talados para proveer de maderas a un plan de construcción: tanto las leyes como el sentido común impedirían de plano tales iniciativas. Sin embargo, en el caso de Pereyra Iraola, una de las tantas acciones que atentaron contra el patrimonio forestal del Parque sucedió en los años 80, cuando se entregaron a la papelera Massuh (la fábrica quebró en 2010) 400 hectáreas para una explotación industrial.

Se detalló que de las más de 10 mil hectáreas originales que se recibieron a fines de la década del 40 como producto de la expropiación, sólo 800 cumplen con esas funciones, ya que el resto fueron ocupadas por distintos organismos públicos, gremios, instituciones científicas o intrusadas por quinteros, sin que la Fiscalía de Estado -en su condición de defensora de los bienes provinciales- haya opuesto defensas eficaces.

Es de esperar que las autoridades provinciales así lo comprendan y cobren conciencia del enorme valor que tiene este lugar, cuyas bondades históricas y medioambientales se deben preservar y proyectar para disfrute de las actuales y futuras generaciones. El Parque Pereyra Iraola no fue expropiado para que se convierta en un aserradero.

 

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