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Una Asamblea, en otro pico de tensión de la interna

Una Asamblea, en otro pico de tensión de la interna

Alberto Fernández ayer en Chaco con Capitanich/télam

Carlos Barolo

28 de Febrero de 2023 | 04:22
Edición impresa

La última apertura de las sesiones ordinarias del Congreso que encabezará Alberto Fernández como presidente, al menos en su primer mandato, se perfila polémica. Será mañana. Con el Frente de Todos dividido en sus propias miserias asoma difícil que Fernández tenga hinchada propia, como suele pasar en esas ocasiones en que la concurrencia afín aplaude la tediosa enumeración de “lo hecho”.

Una duda hasta anoche no había sido confirmada oficialmente: ¿Cristina Kirchner será la que comande la Asamblea Legislativa, como dicen las normas porque es la titular del Poder Legislativo? Sería un reencuentro después de meses entre los dos Fernández. Ella, en rol de anfitriona, debería ir hasta la puerta del Congreso a recibir al Presidente; rendirle honores.

Trascendió que el kirchnerismo duro, básicamente la agrupación ya no tan juvenil La Cámpora, no enviará delegados, simpatizantes, a la Asamblea. Si esto se confirma, será difícil que haya gradas repletas de muchachos prestos a aplaudir al jefe de Estado. Pero ayer se confirmó, además, que los movimientos sociales que integran el Gobierno (Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, etc) no movilizarán sus respectivos aparatos territoriales en las puertas del Congreso, que podrían haber sido un soporte de apoyo a Alberto en la calle.

El motivo: porque esas agrupación ven que el acto formal ante el Congreso puede ser una jugada de convalidación de la candidatura de Alberto a la reelección en forma forzada, unilateral, algo que rechaza casi todo el abanico peronista.

Este grupo, que solía ser la guardia pretoriana de Alberto ante los embates constantes de Cristina, con coroneles como Emilio Pérsico o el Chino Navarro, ahora dice que es necesaria la PASO en todas las categorías pero que acaso debería buscarse un consenso para la postulación presidencial porque un duelo a ese nivel podría generar una división irreparable.

Los piqueteros oficialistas, de hecho, acaban de lanzar una fuerza política propia, el partido La Patria de los Comunes, con el que irán si o si a internas en algunas provincias y sobre todo en municipios de la provincia de Buenos Aires para disputarle al kirchnerismo duro y al peronismo tradicional candidaturas de todo tipo.

Un dato no es menor y explica la distancia con Fernández: esos movimientos sociales han perdido injerencia en el ministerio de Desarrollo Social con la llegada de la albertista pura Victoria Tolosa Paz, que arribó con ordenes de auscultar a los beneficiarios de los planes.

Otro dato intramuros: el Evita y sus socios vienen trabajando en la recomposición del vínculo con Cristina, particularmente desde que Fernández profundizó su caída en la opinión pública.

El albertismo duro, no obstante, no se quedará de brazos cruzados. Es módico, pero aún con aspiraciones. Se descuenta que en las inmediaciones del Congreso habrá pasacalles y pintadas alusivas a la continuidad de Fernández. Cotillón. Pero, ¿movilizarán algunos intendentes o sindicatos que conservan alguna simpatía por Alberto a las puertas del Parlamento, como para darle un cierto volumen político? Hasta ayer no se sabía a ciencia cierta.

Dentro del Congreso la hinchada quedaría reservada para funcionarios del gobierno, en especial los ligados a Alberto. Un dato: anoche la oposición de Juntos por el Cambio regalaba entradas protocolares a quien quisiera asistir, síntoma de que probablemente en las gradas terminen teniendo más que en otras veces que ha concurrido un presidente peronista a dar su discurso.

Es una mala noticia para Fernández, que seguramente deberá lidiar con desaprobaciones -silbidos, abucheos- desde las gradas cuando, como hace cada mandatario en la misma ocasión, sólo lea los logros que se adjudica y no mencione las falencias que tuvo.

En este contexto de anomia movilizante albertista, es probable que efectivamente la vicepresidenta cumpla su rol institucional. ¿Y si incluso se escucha algún grito a favor de que revea su postura de no candidatearse a nada? Todo parece probable.

 

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