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El peronismo ante una rareza: definir la candidatura presidencial en una interna

El peronismo ante una rareza: definir la candidatura presidencial en una interna

Cristina busca mantener su liderazgo en el justicialismo / telam

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

17 de Junio de 2023 | 01:17
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La convulsión que vive el oficialismo por estas horas de definiciones (la pelea por el reglamento interno y la configuración de dos espacios dispuestos a competir en las Primarias) se explica en gran parte porque el peronismo se enfrenta por primera vez en muchos años al hecho poco usual en su vida política de tener que definir su principal postulación, la presidencial, en un duelo real en las urnas.

Desde la legendaria interna Menem-Cafiero del año 1988, que fue cerrada porque sólo votaron afiliados, el justicialismo nunca ha puesto realmente a consideración popular la definición del nombre que luego representará al partido en la elección presidencial de octubre. Siempre imperó el látigo, la vocación por la “no interna”, con el caso extremo del ex presidente transitorio Eduardo Duhalde que logró eliminar el trámite “por única vez” en el 2003 y los candidatos del PJ fueron directamente a la general. Lo hizo para perjudicar al riojano. Fue el despegue de Néstor Kirchner.

La movida de Kirchner

Kirchner, de hecho, inventó las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias para todos los partidos pensando sobre todo en el peronismo. Lo hizo después de la derrota que sufrió contra Francisco de Narváez en las legislativas de 2009 y como una forma de evitar fugas desde el peronismo hacia otros espacios filo peronistas que le pudieran restar votos. No sólo no sirvió, porque en 2013 Sergio Massa hizo precisamente eso mismo y triunfó por afuera del PJ, sino que el kirchnerismo jamás usó las PASO para definir sus propias candidaturas porque el liderazgo férreo de Cristina Kirchner no lo permitía.

Así, la inevitabilidad de la interna que hoy muestra el ex Frente de Todos asoma como el pequeño “poder de daño” que tiene un desgastado Alberto Fernández sobre la vicepresidenta.

Porque no hay dudas de que Cristina es la líder del justicialismo, la que individualmente reúne más votos. Pero el empecinamiento del Presidente en respetar su promesa de hace más de un año de que las PASO serían el mecanismo para seleccionar candidatos expone la actual limitación de ese liderazgo cristinista, su debilitamiento respecto a 2019 cuando el propio Alberto fue ungido postulante a la Rosada con un tuit que fue leído como un síntoma inequívoco de la fortaleza política de ella en aquel entonces.

Cristina no tuvo más remedio que habilitar la competencia interna que, se reitera, para el kirchnerismo es un ejercicio ajeno. Aún cuando su espacio gane las PASO, la Vice sabe que la concesión al Presidente en retirada será decodificada como una señal de debilidad en un partido lleno de tiburones, con varios dirigentes que intramuros vienen maquinando la mejor manera de jubilarla hace rato pero que hasta ahora no se han animado.

Son personajes que incluso jugarán en su bando en esta contienda que se viene contra el sciolismo/albertismo, que probablemente ganen sus pequeñas batallas de pago chico y que, sin embargo, casi seguro ya estén pensando si es posible un peronismo sin ella si la oposición regresa al poder. Y ni hablar si se llegara a dar el escenario de derrota en la PASO para el kirchnerismo duro, algo que hoy asoma lejano sobre todo por su fortaleza en las zonas más humildes del Conurbano.

Maniobra

Es en esta lógica que se inscribe la maniobra kirchnerista para tratar de imponer un reglamento interno para las Primarias que le resulte muy complicado de cumplir a Daniel Scioli, aquel pacifista eterno que ha asumido la tarea de ser la cara del desafío contra la Vice y su hijo Máximo Kirchner. El diputado Kirchner preside el colosal PJ bonaerense y ese no es un dato menor en esta historia: la pelea en la provincia de Buenos Aires es crucial para el cristi-camporismo.

Es el territorio elegido por Cristina y su gente para la eventual “resistencia”. Frente a la posible derrota nacional del Gobierno porque la economía es un lastre de campaña, buscan el milagro de ganar aunque sea raspando la gobernación del principal distrito del país, algo que se ha dado pocas veces: en general, si se gana la Nación es porque también se gana la Provincia.

En las frenéticas jornadas de mitad de semana, los Kirchner intentaron imponer lo que se llama un “piso alto” de votos a obtener en las PASO para habilitarle al perdedor de la misma la posibilidad de colar candidatos propios en las listas legislativas comunes que el renombrado Unión por la Patria presentará en octubre.

Cedieron por segunda vez: Aníbal Fernández, el apoderado de Scioli, amenazó con llevar a la Justicia Electoral el asunto si no se ponía un piso razonable. Lo que le valió un cruce verbal con Cristina. Debería tomar nota la Vice: si va a existir una guerra de palabras, el ministro de Seguridad es de los más hábiles, cáusticos e irónicos declarantes de la política. Pero más allá de esa pirotecnia lo concreto es que, luego del duelo interno de agosto próximo, si la lista kirchnerista pura se impone deberá tolerar que hombres o mujeres leales a Alberto se intercalen entre ellos.

Trampa

Una trampa en la que entró Scioli: además de presentar avales de afiliados del PJ, deberá contar con lo propio de parte de integrantes de los otros partidos de la coalición, que en verdad o son ligados a Cristina o son socios del Frente Renovador de Sergio Massa, acaso la persona que más lo detesta dentro del peronismo.

Estos detalles han enrarecido un clima en el peronismo que ya venía complicado y esperanzan a los más ultras del kirchnerismo con la posibilidad de que el actual embajador de Brasil finalmente termine desistiendo. Aunque casi todo puede ser en política sería escandaloso que eso ocurra: el enfrentamiento interno ha tomado tanto voltaje que los sciolistas podría animarse a hablar de “proscripción”, un término que hasta ahora es parte del relato de Cristina para explicarle a su feligresía la condena a seis años a prisión en la causa Vialidad.

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