8 de Octubre de 2002 | 00:00
A sus hijos
"Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
"Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre
Uds. Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada".
"Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal
a sus convicciones. Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho
para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense
que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no
vale nada. Sobre todo, siempre sean capaces de sentir en lo más hondo
cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del
mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario. Hasta siempre hijitos,
espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de Papá".
A sus padres
"Queridos viejos: Otra vez siento bajo mis talones el costillar
de Rocinante y vuelvo al camino con mi adarga al brazo. Hace de esto casi
diez años, les escribí otra carta de despedida. Según recuerdo, me lamentaba
de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no me interesa,
soldado no soy tan malo".
"Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi marxismo
está enraizado y depurado. Creo que en la lucha armada como única solución
para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias.
Muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y
de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades".
"Puede ser que esta sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del
cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un último abrazo. Los
he querido mucho, sólo que no he sabido expresar mi cariño, soy extremadamente
rígido en mis acciones y creo que a veces no me entendieron. No era fácil
entenderme, por otra parte, créanme, solamente hoy. Ahora, una voluntad
que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas piernas fláccidas
y unos pulmones cansados. Lo haré. Acuérdense de vez en cuando de este
pequeño condotieri del siglo XX. Un beso a Celia, a Roberto, Juan Martín
y Pototín, a Beatriz, a todos. Un gran abrazo de hijo pródigo y recalcitrante
para ustedes. Ernesto".
A Fidel (fragmento)
"Fidel: Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te
conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda
la tensión de los preparativos, Un día pasaron preguntando a quién se
debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó
a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa
o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del
camino hacia la victoria".
"Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero
el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me
ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los
compañeros, de tu pueblo, que ya es mío. Hago formal renuncia de mis cargos
en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de
comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo
lazos de otra clase que no pueden romper como los nombramientos".
"Digo una vez más que (...) Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material
y no me apena; me alegro que así sea. Que no pido nada para ellos, pues
el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse. Tendría muchas
cosas que decirte a ti a nuestro pueblo pero siento que son innecesarias,
las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena
emborronar cuartillas. Hasta la victoria siempre. ¡Patria o muerte! Te
abraza con todo fervor revolucionario. Che"
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