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Las invasiones inglesas en una recreación impactante

Veinte mil personas colmaron el Fuerte Barragán de Ensenada a 200 años de la histórica gesta

Las invasiones inglesas en una recreación impactante

Un cañonazo de los Patricios, una vez iniciada la batalla en la que finalmente los criollos y españoles, junto a los primeros, recuperan el fortín que habían perdido en manos británicas.

2 de Julio de 2007 | 00:00
Nahuel, de ocho años, mira atento el campo del Fuerte Barragán, percibe que algo está por ocurrir pero no sabe bien de qué se trata. Un instante después resuena el primer cañonazo que estremece a las miles de personas -20 mil según la organización- que ayer por la mañana participaron de la recreación de las invasiones inglesas, que una vez más implicó una extraordinaria puesta con más de 500 actores en escena representando a uno u otro bando.

Aquel cañonazo, cerca de las 11.20, según el relato que los espectadores siguieron atentamente, hace 200 años significaba el ataque británico. Y así fue, minutos después la avanzada invasora comenzó a golpear con insistencia sobre las fuerzas integradas por criollos y españoles, apostados en un fortín levantado especialmente para la recreación, y ubicado en medio del campo.

La ropa utilizada por representantes de ambas fuerzas, según se explicó, resultó un fiel reflejo de lo que en verdad ocurrió hace unos doscientos años, al igual que las bandas que acompañaban y alentaban a los soldados durante las batallas.

Ayer, luego del primer encuentro entre ambas fuerzas, la recreación continuó con una hora de acción plena en la que el público, que participó más activamente que el año pasado, disfrutó de una recreación presentada como "la más grande de Sudamérica".

La puesta en escena incluyó, además de fuertes cañonazos y disparos desde todos los costados, batallas cuerpo a cuerpo, el incendio de una casa y disputas por la colocación de una bandera británica que sus soldados izaron al tomar el mando del Fortín tras desplazar a las fuerzas criollas, que más tarde se "vengaron" al arrancarla, una situación que hizo levantar al público.

Para que la reconstrucción se hiciera posible, cuerpos de recreación histórica de todo el país hicieron su aporte: la Guardia Escocesa de Buenos Aires, con su banda de música y sus fusileros, los Granaderos de Fernando VII, la Banda de Gaitas de Buenos Aires, la Real Artillería del Virreinato, los Milicianos de Santa Fe, el Tercio de Gallegos y los Blandengues de Barragán.

Además los organizadores también destacaron la participación de la Escuadra Albiceleste de la Policía bonaerense y las agrupaciones tradicionalistas La Montonera y Punta Lara, así como la Asociación Patria Grande, de Chile.

ORDEN, DISCURSOS Y UNA ORACION

Desde muy temprano en la mañana de ayer, el camino Almirante Brown comenzó a recibir a miles de vecinos que intentaban llegar al predio del Fuerte Barragán en Ensenada para asistir a otra recreación de la invasión de los ingleses, muchos de ellos empujados por haberse perdido la del año pasado.

El público se fue ubicando alrededor del campo del Fuerte, donde los encargados de la seguridad, integrantes de organizaciones sociales de Ensenada, lo distribuían.

Esta vez la llegada de la gente resultó más ordenada que en aquella oportunidad. Esto se explica porque el clima de los últimos días, incluido el de ayer, permitió aprovechar los terrenos adyacentes para estacionar.

Antes de dar comienzo a la recreación, de la que participaron funcionarios comunales, del gobierno bonaerense y de la Comisión del Bicentenario de la defensa de Buenos Aires, el intendente de Ensenada Mario Secco se encargó de aclarar que "para los que mañana harán su crítica no somos dueños de la historia simplemente estamos aquí para reivindicar a los héroes de la Patria".

Más tarde tuvo lugar la bendición del Arzobispo de La Plata Héctor Aguer, quien recordó que "se trató de una gesta magnífica que ocurrió en 1806 y 1807, cuando españoles y criollos hicieron frente a la invasión extranjera".

"En aquel momento -añadió Aguer- se fue gestando la posibilidad de lograr la Independencia. Y fue la fe católica la que animó a los héroes de aquellas jornadas al combate, y que hoy nos permite tener una Argentina más grande, más justa y más fraterna".

Posteriormente el religioso invitó a todos los presentes a rezar una oración y el amén final dio paso a la acción.

UN HERIDO Y UN CAIDO DEL CABALLO

Nahuel no volvió a asustarse como ante aquel primer cañonazo de las 11.20, pero ante la cantidad de disparos y luchas cuerpo a cuerpo que se sucedieron, insistió en varias oportunidades a sus padres para que le explicaran por qué nadie quedaba tendido en el campo de batalla, respuesta que nunca llegó desde las tribunas.

Pero parte de las dudas del niño fueron evacuadas por un criollo al que disparos ingleses dejaron "herido". El criollo permaneció en el piso, hasta que un compañero lo arrastró más de cien metros en una especie de manta, para sacarlo de la zona "caliente" del enfrentamiento y que allí pueda ser atendido, como se hacía en aquella época

Más tarde un caballo asustado por el intercambio de disparos despidió a uno de los soldados criollos, que cayó al piso pero no resultó herido.

Para ese momento el público repudiaba la primera parte de la recreación, que concluía con los ingleses desplazando a criollos y españoles del Fortín, donde además izaron la bandera de su país.

Una vez que criollos y españoles se habían retirado y al ver cómo se sumaba a su lucha el Regimiento N° 1 de Patricios -que nació el 15 de septiembre de 1806 con motivo de la Primera Invasión-, el intento por recuperar el terreno perdido devolvió la acción en el Fuerte Barragán.

Así las tropas al mando de Santiago de Liniers empezaron a avanzar y obligaron a los británicos a replegarse, lo que causó el festejo del público, que volvió a levantar la voz cuando al retomar el control del Fortín los criollos se encargaron de retirar la bandera inglesa.

Una simulada rendición de los invasores frente a Liniers dio lugar al aplauso y al ¡Viva la Patria!, al que la mayoría adhirió al igual que el rubio Nahuel, que se retiró sonriente, y con menos dudas y miedos que al comienzo.

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