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Una enfermedad asociada a alimentos mal cocidos

Los síntomas y características del Síndrome Urémico Hemolítico

Una enfermedad asociada a alimentos mal cocidos
21 de Junio de 2003 | 00:00
El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) se contrae, en la mayoría de los casos, por el consumo de carne mal cocida portadora de una bacteria, la Echerichia Coli. Nuestro país presenta la mayor incidencia de esta enfermedad, con más de 300 casos por año; en el Hospital de Niños de La Plata, centro de derivación de la Provincia, se atienden entre 40 y 50 casos anuales (ver pág. 8). Afecta, sobre todo, a los niños de entre 6 meses y 5 años. Provoca insuficiencia renal, anemia y alteraciones neurológicas. Así surge de estudios y especialistas consultados por este diario, ante la sensibilidad social que ha generado la muerte de un nene de 7 años que contrajo esta patología.
Un procedimiento tan sencillo como la correcta cocción de una hamburguesa puede determinar la diferencia entre un niño sano y otro con problemas renales graves. Esto es así -según los médicos- porque a los 70 grados centígrados la bacteria que produce la toxina shiga (STEC) se destruye, evitando el contagio del Síndrome Urémico Hemolítico.
"El riesgo aparece cuando la carne no está cocida en toda su superficie y en el interior, esto es muy común en las comidas que llevan carne picada. Cuando la cocción se realiza en forma rápida, no homogénea, la bacteria que produce esta enfermedad no se destruye", explica Nora Verzeri, directora de Epidemiología del ministerio de Salud bonaerense, quien agrega que en la provincia de Buenos Aires se detectaron, durante el 2002, alrededor de 97 casos.
Si bien la carne vacuna resulta la principal fuente de contagio, el consumo de lácteos y jugos de fruta no pasteurizados o de verduras y agua contaminada (que hayan estado en contacto con las heces de los animales), también puede desencadenar la enfermedad.
Incluso, un estudio realizado en nuestro país sobre 34 pacientes con SUH y 95 convivientes demostró que el 24 por ciento de los afectados tuvo, al menos, un familiar con diarrea. Para evitar la vía de contagio de persona a persona (la que se produce por el contacto con la materia fecal del enfermo), los especialistas insisten en la necesidad de lavarse las manos, con agua y jabón, luego de ir al baño y antes de manipular los alimentos.

LOS SINTOMAS
Siempre que un niño menor de cinco años presente un cuadro de diarrea es necesario consultar al pediatra, dado el riesgo de deshidratación. Si, además, es mucosa o mucosanguinolenta puede que se esté en presencia de un caso de Síndrome Urémico Hemolítico.
"También se presenta con vómitos, palidez y es notable la disminución de la cantidad de orina, esto último puede ocurrir por deshidratación a consecuencia de la diarrea o porque existe una afectación del riñón, producto de la misma enfermedad", aclara la especialista del ministerio de Salud en un trabajo al que este diario tuvo acceso.
En la primera semana, el paciente presenta signos de debilidad e irritabilidad. Además, se torna pálido y anémico, dado que los glóbulos rojos atraviesan un proceso de destrucción.
Consultado ayer el doctor Ricardo Rahman (del Hospital de Niños) señaló que "cuando se lesiona el intestino grueso se agrava el cuadro y puede provocar una oclusión o perforación o diarrea. Cuando se presenta este cuadro, como en el caso del pequeño Alejandro, todavía no se detectan signos de la enfermedad. Son las complicaciones intestinales y neurológicas las que agravan el cuadro porque generan un deterioro en el organismo muy grande como sucedió con Alejandro, que estuvo internado con asistencia respiratoria muchos días antes del desenlace".
Rahman también aclara que "hay distintas cepas y tipos de Echerichia Coli y no todas derivan en cuadros graves ni provocan el SUH, hay cuadros benignos". Señala que la mejor arma es la prevención. "En Holanda, en donde se consumen productos derivados del ganado vacuno, se redujo bruscamente su incidencia mediante una campaña educativa muy intensa".
Este síndrome era poco frecuente pero, en la última década, su incidencia en niños alcanzó los 7 casos cada 100 mil habitantes, en el período de un año. En la actualidad, constituye la principal causa de insuficiencia renal aguda en este grupo de población.
Según datos publicados por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, "varios brotes epidémicos en los años de 1992 y 1993 se atribuyeron a hamburguesas contaminadas con Echerichia Coli que no estaban bien cocidas; razón por la cual las hamburguesas de los supermercados tienen nuevas etiquetas y se han publicado guías con las temperaturas necesarias para su cocción en las cadenas de restaurantes de comidas rápidas".
En nuestro país, el ministerio de Salud de la Nación inició, en los últimos tiempos, una campaña de prevención, a fin de difundir los hábitos de consumo que evitan la enfermedad. Las autoridades sanitarias nacionales informaron que, en sus casos más graves, el Síndrome Urémico Hemolítico puede causar insuficiencia renal crónica.

CONSECUENCIAS Y TRATAMIENTO
La función normal de los riñones consiste en filtrar los residuos y excretar los líquidos del organismo. La insuficiencia renal aguda es la consecuencia más común del SUH. Produce una pérdida súbita de esa capacidad del órgano urinario para eliminar los residuos, concentrar la orina y conservar los electrolitos.
En el 5 por ciento de los casos, la afectación renal puede resultar crónica o recurrente (eso dependerá del nivel de gravedad que haya adquirido cada paciente) y, en estos casos, es necesario internar y dializar al niño para eliminar los elementos contaminantes de la sangre.
Este síndrome puede derivar, además, en anemia y alteraciones neurológicas: "lo que debemos lograr es que los chicos no lleguen a estas instancias y al tratamiento que, en definitiva, será sólo de apoyo, porque el síndrome en sí no tiene una cura específica", insiste Verzeri.
Una vez diagnosticado, el especialista propiciará lo que se denomina "tratamiento de resorte" a fin de contrarrestar los síntomas, en función de la edad, del nivel de gravedad y de la tolerancia a los medicamentos de cada paciente.
La muerte por síndrome urémico hemolítico disminuyó gracias a la precocidad de los diagnósticos y a los nuevos métodos de control de la insuficiencia renal. Hoy, la tasa de letalidad es del 2 por ciento.
Según datos del Comité Nacional de Nefrología, el 70 por ciento de los niños que padecen esta enfermedad se recuperan sin secuelas, sin embargo, es necesario controlarlos regularmente porque, en algunos casos, desarrollan problemas renales o hipertensión como consecuencia tardía del síndrome.
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