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Información General |Una historia con antecedentes caoticos

Desorganización y poca inversión, una marca de las “misas” del Indio

Falta de un buen sonido, pocos equipos médicos, un escaso personal de seguridad privada y pantallas pequeñas para la magnitud de la convocatoria, son algunas de las críticas que los propios seguidores del Indio suelen hacerle a sus eventos

Desorganización y poca inversión, una marca de las “misas” del Indio
15 de Marzo de 2017 | 03:06
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Pese al caos y a las críticas desatadas una vez conocido el saldo trágico del recital del Indio, quienes suelen participar de sus shows coinciden en algo que acaso deje en evidencia lo endeble de la organización que desde hace años rodea a sus presentaciones: al margen de los muertos, los heridos y las personas desaparecidas -detalles nada menores, desde ya- lo ocurrido el sábado en Olavarría no fue tan distinto a lo sucedido en eventos como los organizados por los hermanos Peuscovich (ver aparte) en Tandil, Entre Ríos o Mendoza.

“Siempre fue igual de caótico”, lo resumía ayer Damián Redenco, un platense de 40 años que estuvo en Olavarría y que, lo contaba con orgullo, participa de estos eventos desde hace más de veinte años, en tiempos en los que Los Redondos se presentaban en clubes para no más de diez mil personas. “El primer Tandil fue bastante tranquilo y la mayoría de la gente tuvo muy buena predisposición, pero no hace falta ser un iluminado en la organización de eventos para entender que faltan cosas básicas como personal médico, señalizaciones, lugares especiales destinados a personas con alguna discapacidad y, algo bastante común, un sonido que esté a la altura de semejante convocatoria. Incluso las pantallas que se montan sobre las torres de sonido son chicas para las dimensiones del campo. Eso, quieras que no, hace que muchos de los que están atrás se vayan para adelante casi instintivamente para ver y escuchar mejor. Y ahí la avalancha se hace inevitable”.

Hay sectores del campo en los que faltan equipos de asistencia o personal de seguridad y, acaso lo más llamativo de todo, resulta muy difícil escuchar bien las canciones.

Conocida la tragedia, desde el ministerio de seguridad bonaerense se precisaron algunos datos concretos de la organización del evento. “Se dispuso un operativo de 1.134 policías acorde a lo que la productora firmó con el municipio en donde preveía el ingreso de 150 mil personas al predio -detalló el ministro Cristian Ritondo-, pero finalmente hay cálculos que dan entre 400 y 500 mil personas que fueron a ver el recital”.

Números al margen, la falta de una logística meticulosa es moneda corriente en las últimas presentaciones del Indio. El caso de Mendoza es un buen ejemplo: la primera vez que el Indio se presentó allí, en septiembre de 2013, uno de los comentarios más escuchados por sus propios fanáticos fue la pésima calidad del sonido y lo caótico que resultó tanto el ingreso como la salida del show.

“Todavía tengo la entrada de ese recital y también la de Gualeguaychú”, contaba Maximiliano Frayre, otro platense con varias “misas indias” sobre su espalda y quien este fin de semana también estuvo en Olavarría. “Nosotros fuimos en auto y el domingo a la madrugada ya estábamos de vuelta en la ciudad. Salimos antes, es cierto, pero te juro que no vi nada distinto a otros recitales. ¿Si faltaba organización? Bueno, obviamente. Pero siempre fue así y uno ya sabe a lo que va. Tampoco creo que haya sido Cromañón, como algunos comentan. Esa vez en el boliche no entraba un alfiler y acá fue distinto. Está bien que nosotros estábamos más atrás del bardo, pero nadie nos empujaba y no era que no podías moverte. Me parece también que hay un poco de amarillismo de la propia gente que fue al show y habla de sí misma como si fuesen sobrevivientes”.

Discusiones al margen, Maximiliano admite que, casi como un lugar común en los recitales del Indio, hay sectores del campo en los que faltan equipos de asistencia o personal de seguridad y, acaso lo más llamativo de todo, resulta muy difícil escuchar bien las canciones. “Por ahí tiene que ver con el viento -opina Damián-, pero en Mendoza y en Tandil se escuchaba pésimo. Yo estaba cerca del escenario pero no se entendía nada. Por ahí lo de Mendoza se puede aceptar porque el viento y el frío que hacían aquella vez eran terribles. El mismo Indio dijo que se le congelaba la lengua cuando cantaba. Esta vez en Olavarría para mí sonó un poco mejor, pero igual te das cuenta de que se pijotea bastante en la producción del show”.

No muy distinta era la mirada de Maximiliano: “Si vos sabés que van a caerte 200 mil tipos o más, no podés armar un equipo de seguridad con poco más de mil tipos. No tiene coherencia y está claro que se hace para abaratar costos”.

 

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