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Deportes |RUBÉN MAGNANO, ARTÍFICE DE LA GENERACIÓN DORADA DE BÁSQUET

“Creo que hay ecuaciones que perduran en el tiempo y que tienen que ver básicamente con la credibilidad”

El DT, campéon olímpico con la Generación Dorada en 2004, brindó una clínica en Atenas y dialogó en exclusiva con este matutino

27 de Mayo de 2018 | 05:22
Edición impresa

Por FERNANDO ALEGRE
falegre@eldia.com

Una vez finalizada su disertación ante un Dante Demo colmado por jugadores y entrenadores del ambiente, el cordobés Rubén Magnano, accedió gentilmente a dialogar con este diario:

- De todo su recorrido, desde que comenzó en Atenas de Córdoba en la Liga Nacional y el posterior salto a la selección Argentina, con experiencias en Europa y también al frente de la selección de Brasil, ¿cuál es el primer recuerdo que se le viene a la mente?

- Intento no estar tan pendiente de los recuerdos porque entiendo que, si te empezás a cobijar en eso, te coarta los desafíos que tenés para adelante. Si vos me decís qué recuerdo tenés de toda esa época, hay una foto muy emblemática que la llevo muy grabada porque me tocó vivirla desde la plate del estadio, que fue cuando izaron las banderas. Ver que la bandera de Argentina estaba por sobre las otras dos banderas, fue algo extremadamente fuerte para mí y lo llevo grabado a fuego.

- Usted siempre expresó que el vestuario era algo sagrado para esa selección.

- Creo que un equipo debe tener normas. Nuestras normas eran considerar sagrado al vestuario, al transporte por el que nos movíamos; eran sagradas las actividades del equipo, sagrados nuestros minutos. Creo que los considerábamos inviolables y eso hace a la salud de un equipo.

- Hace poco se estreno “Jugando con el Alma”. Allí, muchos jugadores consideraban que el equipo del Mundial de Indianápolis 2002 jugaba mucho mejor que el del 2004, usted también considera lo mismo?

- Coincido plenamente. La preparación que tuvimos en el 2002 fue de excelencia, pero tuvimos diferentes factores, llámese lesiones, seguros, que fueron entorpeciendo un poco la preparación y eso indudablemente pega. Es claro que en el 2004 los individuos no eran los mismos. Venían con dos años más de bagaje de un básquetbol diferente. El tema era la capacidad para sortear todo tipo de situaciones, como fue perder con Italia, perder con España. Lo interesante de esto es cómo el equipo se reinventó de esas situaciones, de jugar mal y empieza a jugar a un nivel importantísimo, que es la finalidad.

- Usted ha dicho en varias oportunidades que el entrenador tiene que ser un facilitador de éxitos.

- De eso se trata. Si un logra eso, crea un ambiente de credibilidad a través del trabajo. Luego debe ser substanciado por elementos técnicos, elementos tácticos, la responsabilidad, el respeto. Un claro ejemplo de eso fue Oberto, de cómo llegó a la selección como jugador de rol, y lo que intentamos recuperar de él porque uno sabía que lo podía hacer. Cuando Ginóbili inició tenía muy bajo porcentaje de tres puntos y nosotros insistíamos mucho en que, si la decisión la tenía, la debía tomar.

- En los JJOO de Río 2016, ya al frente del seleccionado de Brasil, Magnano tuvo que enfrentar a la Argentina, en lo que sería la última cita olímpica de varios exponentes de la Generación Dorada. Sobre aquel partido, en el que un triple fundamental de Nocioni, luego de un enorme rebote de Campazzo, termina por inclinar la balanza para el equipo nacional, el cordobés separa la cuestión afectiva de la profesional.

- El hecho profesional te marca en un situación que deja de lado la parte sentimental. En lo personal, en el momento que yo decido ir a Brasil, eso lo tenía muy claro. Las primeras situaciones me costaron porque no era fácil, pero después la cosa fluye y uno se debe al equipo que te contrata. Por encima de los sentimientos, sino me tendría que dedicar a otra cosa.

- Da la sensación de que la gente no termina de soltarle la mano a la Generación Dorada y a un momento que fue glorioso para el básquet argentino, ¿eso cómo lo ve?

- Creo que hay ecuaciones que perduran y que tienen que ver básicamente con la credibilidad. La gente no adopta a un equipo porque sí. Estoy convencido que es por lo que transmiten. Esto ayudado indudablemente por un resultado final. Pero solamente sentarse a ver juegos de aquella Argentina, transmite una cosa extremadamente interesante. Y yo creo que la gente, en eso, está muy capacitada para determinar lo que está viendo. Entonces se hace eco de eso y lo toma como propio. Tenemos que tener la inteligencia de explotar eso. Fue una lástima, y hasta algo triste, que el gobierno de turno no haya traído a los equipos que salieron campeones olímpicos para que el país los reciba. Hubiese sido algo sensacional. Si bien nosotros, afortunados, estamos recibiendo la gratitud, esos momentos ya pasaron, no están más. Y se podrían haber aprovechado. La gente toma algo creíble. Cuando en el ambiente las cosas no son creíbles, y ven una cosa que te identifica y te hace creíble que es propia, la tomás y no la querés soltar.

EL TRUNCO DESDEO DEL 2027

Argentina, en conjunción con Uruguay, era principal candidato para organizar el Mundial de Básquet 2027. Sin embargo, hace algunos días, se informó que el Gobierno de la Nación comunicó la decisión de retirar su apoyo económico para la realización de la máxima cita internacional de FIBA y es por eso que la cita ecuménica no se realizará en el país. Magnano también dejó su parecer al respecto: “Me lastima que sea así. Acá hay una lectura muy clara. Ellos lo toman como un gasto. Traer un Mundial a casa, ¿es un gasto o es una inversión? Espero que sea para bien la decisión de dejar una parte de la educación, que es el deporte y espero que lo entiendan bien que es un agente importantísimo en la educación. Es una lástima que no lo hayan tomado como una inversión”, manifestó el campeón olímpico en 2004.

 

 

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Rubén Magnano, en un amplio mano a mano luego de la clínica realizada en Atenas / Demian Alday

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