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Deportes |OPINIÓN

Ringo, el impostor

Ringo, el impostor

EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

26 de Mayo de 2019 | 04:52
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Los ídolos populares resisten en afiches de talleres mecánicos y carnicerías. Y también en el lenguaje. Toda la prensa recordó el miércoles pasado el 43er aniversario del asesinato de Oscar “Ringo” Bonavena. Baleado el 22 de mayo de 1976 en las puertas del que era entonces el burdel más grande del mundo, el Mustang Ranch de Reno, Nevada, que regenteaba el matrimonio de los mafiosos Joe y Sally Conforte. Pero pocos repararon en un dato que acaso ayuda a explicar por qué seguimos recordando a Ringo mucho más allá del boxeo. Sucedió hace ocho días, en la mañana del sábado 18, cuando la senadora Cristina Fernández de Kirchner anunció su fórmula como vice, junto con Alberto Fernández, con vistas a las elecciones de octubre. “Alguien -afirmó la ex presidenta- decía que la experiencia es un peine que te dan cuando te quedás pelado”. CFK no identificó y ni siquiera dio al menos una pista sobre quién era ese “alguien”. No importó. Toda una generación sabía que ese “alguien” autor de la frase era Bonavena.

Bonavena era lo que hoy se definiría como un clásico “gorila”. Ringo era de familia peronista, es cierto, pero ya en los ´70 despotricaba contra el peronismo

 

Como sucedió mucho después con Diego Maradona (“se le escapó la tortuga”), Bonavena tuvo también otras frases que quedaron en la memoria popular. La más recordada fue aquella de que todos te alientan, todos están con vos, pero “cuando suena la campana te sacan el banquito y te quedás solo”. Recordada porque sucede arriba del ring, pero sucede ante todo en la vida. Ringo solía contar con la ayuda inestimable de dos hermanos socialistas de Parque Patricios que le aportaban letra. Y memorizaba también libros de aforismos. Invitaba a un periodista a su casa y lo desafiaba. “Diga lo que se le ocurra”, le decía Bonavena. “Amistad”, seguía el juego el periodista. “Página 73 -iniciaba Ringo al toque- la amistad es la…” etc etc. “Amor”, seguía el periodista. “Página 88. El amor es…” etc etc. Y así se pasaban largos minutos. Ringo perfeccionaba todo con una impronta de barrio, bien de Parque Patricios, más el roce que ya le habían dado los viajes, especialmente su admiración por Estados Unidos. “Yo -se jactaba Bonavena- tengo muchas horas de vuelo”.

Fue curioso que CFK, aunque no lo haya mencionado, recurriera a la figura de Ringo, siendo que Bonavena, en rigor, era lo que hoy se definiría como un clásico “gorila”. Ringo era de familia peronista, es cierto, pero ya en los ’70 despotricaba contra el peronismo. Por eso, cuando Ringo decía “el general” no se refería a Juan Domingo Perón. Su “general” era Alejandro Agustín Lanusse, presidente de facto. También le decía “el macho” o “el jefe”, por haber desafiado a Perón. Por haberle dicho que no le daba “el cuero” para abandonar su exilio madrileño y volver a la Argentina. Perón volvió, fue elegido otra vez presidente y murió en pleno mandato. Lo sucedió su viuda, María Estela Martínez de Perón, Isabelita.

“Oscar -me dijo un buen amigo de Bonavena, cuando años atrás escribí su biografía “Díganme Ringo- odiaba a Isabel. Veía sus discursos por televisión. Leía los diarios y se pasaba hora y media hablando pestes de la mina antes de empezar cualquier conversación. El la miraba con ojos de extranjero”. La fuente me confió que Ringo, en rueda de íntimos, era aún más agresivo. “Esa ‘yegua’ -decía Bonavena- es impresentable”. Gorila y misógino, Bonavena no usaba sin embargo esa descalificación de modo público, como sí sucedió medio siglo después con CFK. El político peronista amigo de Ringo fue Carlos Menem, que lo invitaba a pasar la noche en su residencia cada vez que Ringo viajaba a La Rioja. En Buenos Aires frecuentaban bailes de odaliscas y comidas exquisitas en el restaurante árabe Horizonte. Menem se divertía con la gracia de Bonavena para contar chistes.

“Perón cumple con ciertos requisitos, pero no es el macho argentino”, desafiaba Ringo en 1973 en la revista Siete Días, diez días antes de que Perón volviera a la Argentina. Bonavena criticó a los deportistas que ya en los años ’50 dedicaban sus triunfos a Perón y luego le “mangaban trabajo al líder”. “Si vos decís que vas a votar a los peronistas o a los radicales -buscaba fundamentar Ringo su idea infantil del voto calificado- tenés que explicar por qué. La computadora examina las explicaciones y si determina que sos un salame no podes votar”. ¿Sabés por qué España nos pasó por arriba? -se preguntaba Ringo y respondía con un modelo poco cercano a la democracia: “Porque en treinta y cinco años tuvieron un Franco solo”.

Un año después de su pelea cumbre -con Muhamad Alí en 1970 en el Madison Square Garden, inicio a su vez de su decadencia-, Bonavena fue figura central en la que era la boda del año, Estela, hija del presidente Lanusse, con el folklorista Roberto Rimoldi Fraga, en plena quinta presidencial de Olivos. “Con su guita y mi pinta -le dijo ese día Ringo a Lanusse- sería el hombre ideal”. Imposible olvidar un momento culminante del popular velatorio a cajón abierto. Mayo del 76 en el Luna Park. Dos meses antes, un nuevo golpe de estado había derrocado a Isabelita. Los militares estaban otra vez en el poder. Lanusse fue al Luna Park vestido de civil. Uno de los hermanos de Bonavena miró hacia el cajón, como si Ringo siguiera vivo. Le dijo: “Levantate Oscar, levantate que llegó el Jefe”.

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