El uso de los carriles preferenciales que nadie respeta

El escaso acatamiento de los automovilistas a la decisión municipal de definir carriles preferenciales de circulación para los micros en algunas calles de la Ciudad –una experiencia puesta en práctica desde hace tiempo, pero que tropieza siempre con esa misma piedra- ha hecho que ahora la Municipalidad anuncie la colocación de tachas y cordones para delimitar esas áreas, como forma que sirva para impedir que los conductores sigan invadiendo espacios que no deberían invadir.

Si bien en la Comuna –tal como se dijo ayer en este diario- afirman que la iniciativa sirvió para acortar tiempos en el recorrido de distintos ramales de algunas líneas de colectivos, es fácilmente observable en esos tramos que sólo una minoría cumple con lo establecido, tal como puede verificarse en los carriles especiales dispuestos en la avenida 44 entre 131 y 145 y en el de diagonal 80 entre 120 y la plaza San Martín. Desde la Comuna, además, se aseguró que intensificarán la campaña informativa sobre el debido funcionamiento de esos carriles, ya que está claro que hay numerosas dudas entre los conductores, además de resistencias para acatar la medida.

Como se sabe, la idea de los andariveles preferenciales llegó con la necesidad de descomprimir el excesivo tránsito que circula a diario por las calles platenses, redistribuyendo el flujo de coches particulares y potenciando el del transporte público. A mediados del año pasado la fórmula comenzó a aplicarse con la variante local de caracterizarse como la de carriles preferenciales, ya que a diferencia de los exclusivos, permiten que los autos, en los últimos metros de las cuadras, puedan incorporarse a ese espacio y a la vez doblar hacia la derecha. Por entonces se mantuvo el esquema de paradas y estacionamiento de vehículos, es decir, con una cuadra donde se dejan los coches y la siguiente con ascenso y descenso de pasajeros.

Eso, sin embargo, sólo en teoría. En la práctica, ni siquiera los propios conductores de micros respetan la norma y las infracciones son moneda corriente, tanto en 44 como en diagonal 80. Si eso ocurre con los conductores profesionales –que tampoco cumplen, hace décadas, con la obligación de circular sobre las principales avenidas en el carril más cercano al cordón, sin sobrepasarse entre ellos- ni hablar de lo que hacen los particulares.

Cabe insistir en que el embotellamiento que se extiende por avenida 7, especialmente entre las plazas Italia y Rocha, ocurre a pesar de que casi todas las administraciones municipales que se sucedieron en las últimas décadas habían anunciado la intención de que los ómnibus circularan, en forma exclusiva, por el carril que corre más cercano al cordón. Adoptada, en algunos casos, la medida no fue acatada y cayó poco después en desuso. Cada chofer, entonces, dicta e impone sus propias leyes. Como es de suponer, el resultado es caótico.

Ello no significa descalificar esta nueva iniciativa sobre los carriles preferenciales. Se tiene a la vista el exitoso ejemplo del Metrobus en la avenida 9 de Julio y en otras calles de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La circulación ordenada de los ómnibus por un carril exclusivo, liberó a esas avenidas de embotellamientos y trastornos de diversa índole que venían entorpeciendo la dinámica urbana.

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Mientras se buscan alternativas y soluciones de fondo, el poder de policía municipal debiera poner bajo los focos el comportamiento de los choferes de colectivos y, llegado el caso, sancionar a quienes se resisten a cumplir los mandatos de las leyes del tránsito. Si se ordenara ese tipo de circulación, es posible que el resto de los conductores particulares se sumara prontamente a la nueva diagramación.