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Política y Economía |Tenía 81 años

Pesar político y último adiós al ex presidente Fernando De la Rúa

Falleció ayer a la mañana tras complicaciones cardíacas y renales. Sus restos fueron velados en el Congreso. Tuvo una extensa trayectoria política pero con un final anticipado de su Presidencia por la gravísima crisis de 2001

10 de Julio de 2019 | 02:02
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El ex presidente Fernando De la Rúa, de una extensa trayectoria política con un perfil honesto y de estadista pero que tuvo que dejar anticipadamente la Presidencia de la Nación frente a la peor crisis económica y social del país en 2001, murió ayer a la mañana tras permanecer internado desde enero por dolencias cardiovasculares y renales. Tenía 81 años.

Sus restos mortales fueron despedidos por la tarde en el Congreso de la Nación, en una ceremonia que contó con la presencia del presidente Mauricio Macri y de otros funcionarios nacionales, y de integrantes del gabinete que acompañó al mandatario extinto entre 1999 y 2001, además de familiares y amigos.

Los problemas cardíacos aquejaron a De la Rúa desde que ocupaba el Poder Ejecutivo (1999-2001). Tras dos angioplastías y otras intervenciones en años recientes, había quedado internado el primer día de 2019 por una infección respiratoria que agravó sus dolencias cardiovasculares previas.

“Fernando tenía una enfermedad complicada, pero la iba sobrellevando bien. Hoy lo vamos a despedir como corresponde: era un patriota que dio todo por el país”, llegó a decir su viuda, Inés Pertiné, antes de ingresar al Congreso de la Nación, visiblemente emocionada.

De Córdoba y abogado

Como la mayoría de los dirigentes políticos argentinos, De la Rúa se graduó de abogado. Alternaba los estudios en su provincia natal de Córdoba con la militancia política en la juventud de la UCR.

Con apenas 36 años, acompañó como candidato a vicepresidente a Ricardo Balbín en las elecciones presidenciales de 1973, que ganó el líder y fundador del peronismo Juan Domingo Perón con más del 60% de los votos. Era senador porteño tras un histórico triunfo ante el PJ.

Ya con peso propio dentro del partido, compitió y perdió contra Raúl Alfonsín en las primarias para las elecciones presidenciales en 1983, las primeras tras la dictadura militar instaurada en 1976. Alfonsín terminaría proclamado presidente.

Tras alternar cargos en ambas cámaras del Congreso, De la Rúa fue elegido en 1996 como el primer jefe de Gobierno porteño electo de la Ciudad de Buenos Aires, que había conseguido su autonomía dos años antes gracias a una reforma de la Constitución.

En 1997 fue uno de los fundadores de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, una coalición de centroizquierda para disputarle el poder al peronismo, que venía gobernando el país desde 1989 con Carlos Menem.

El deterioro de la economía, sumado al hastío de la población por la corrupción que ensombrecía la gestión menemista, generaron un clima social propenso para un cambio de gobierno.

De la Rúa, ya lanzado como candidato presidencial, explotó su perfil de político recatado y poco carismático con un recordado spot de campaña (que arrancaba con la frase: “dicen que soy aburrido”) para confrontar con la llamada “fiesta menemista” del derroche.

La estrategia tuvo éxito y el radical ganó la presidencia en octubre 1999.

Pero la ilusión que había generado el político pronto se diluyó al verse obligado a implementar un fuerte ajuste con recorte de jubilaciones y salarios de empleados públicos, aumento de impuestos y otras medidas impopulares para reducir el déficit fiscal y cumplir con los pagos de deuda.

El comienzo del final

El halo de transparencia que rodeaba al mandatario radical también se quebró en 2000 cuando salió a la luz una investigación periodística que reveló el supuesto pago de sobornos a senadores opositores para la aprobación de una ley de reforma laboral. El escándalo provocó la renuncia del vicepresidente y titular del Senado, Carlos Álvarez, decisión que debilitó a la coalición gobernante.

En medio de la crisis económica y política, De la Rúa jugó su última carta en 2001 con la designación como ministro de Economía de Domingo Cavallo, quien había ocupado el mismo cargo años antes bajo la gestión menemista y había sido el autor intelectual del modelo de convertibilidad (paridad entre el peso y el dólar) que ahora estaba a punto de eclosionar.

Cavallo, quien gozaba de prestigio entre los inversores extranjeros, impulsó un plan de déficit cero y una reestructuración de deuda con la idea de recuperar la confianza en los mercados. Por el contrario, la respuesta fue un retiro masivo de depósitos bancarios que obligó al gobierno a limitar la extracción de dinero efectivo de los bancos.

El denominado “corralito” bancario terminó de sellar la suerte del gobierno de De la Rúa, quien presentó la renuncia el 20 de diciembre de 2001 en medio de un estallido social con más de 30 muertos en todo el país.

Tras su salida, se desató una crisis institucional materializada en una seguidilla de cinco presidentes en una semana. Fue el peronista Eduardo Duhalde quien completó el mandato de De la Rúa en 2003.

Fuera de la política, De la Rúa reaparecería en público años después en los tribunales de justicia para dar explicaciones sobre supuesta corrupción y las muertes de manifestantes que dejó la represión policial en los últimos días de su gobierno. En ambas causas quedó libre de cargos.

De su matrimonio con Pertiné, además de Antonio -que estuvo muy involucrado en su gobierno y llegó a las páginas de espectáculo por su romance con la cantante colombiana Shakira- tuvo otros dos hijos, Fernando y Agustina.

La despedida

Cientos de personas se acercaron ayer, Día de la Independencia, al Congreso para despedir a De la Rúa. Entre los que acudieron al velatorio para dar el último adiós al exmandatario se encontraban familiares, amigos, compañeros políticos y ciudadanos.

Uno de los primeros en llegar fue el presidente Macri, quien acudió tras presidir el desfile militar por el Día de la Independencia y no realizó ninguna declaración a la prensa -si envió un mensaje vía Twitter, ver página 5- al contrario que el canciller Jorge Faurie, que aprovechó la ocasión para resaltar la “responsabilidad” que tuvo De la Rúa para guiar al país en un momento “muy difícil”.

Fueron varios los miembros del Gobierno que no faltaron a la cita, como el ministro de Defensa, Oscar Aguad. Tampoco dirigentes radicales pero muy pocos peronistas.

De la Rúa nunca perdió una elección en la que él estuviera en lo más alto de las respectivas nóminas.

Mientras, desde que se abrió el velatorio se agolparon en la puerta del Congreso cientos de ciudadanos esperando su turno para despedir los restos del ex presidente, que serán sepultados hoy en un cementerio privado de Pilar.

 

 

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