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Opinión |CONTRASTES ENTRE EL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN

La primera semana de la campaña bonaerense, entre la disciplina y el desorden

La primera semana de la campaña bonaerense, entre la disciplina y el desorden
José Maldonado

José Maldonado
jmaldonado@eldia.com

14 de Julio de 2019 | 02:47
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Kicillof es Máximo Kirchner. El proyecto de La Cámpora es Máximo 2023”. La frase de María Eugenia Vidal en la entrevista que le dio a Lanata el domingo pasado fue el gesto de apertura de la campaña en suelo bonaerense, que tuvo una primera semana vertiginosa y llena de cruces. Como dos boxeadores que empiezan a tirar piñas apenas se suben al ring, sin medirse, la Gobernadora y el candidato del Frente de Todos abrieron la carrera hacia las PASO con tono endurecido y, a veces, agresivo. En un escenario de creciente polarización, los dos actores centrales de la pelea provincial asumieron todo el protagonismo.

En la Gobernación y en los pasillos del Hotel Grand Brizo, donde ayer Juntos por el Cambio relanzó sus candidatos bonaerense, miraban algunos primeros datos con optimismo. Después de un arranque complicado, los sondeos que se conocieron después que que la campaña se inició formalmente el domingo pasado, muestran a Macri recortando la distancia inicial con la dupla Fernández-Fernández. En el equipo de Campaña de Vidal la noticia inyectó optimismo. La Gobernadora necesita imperiosamente que Macri crezca al menos tres o cuatro puntos en la Provincia para que no sea un ancla en la boleta oficialista que termine habilitando un triunfo de Axel Kicillof.

Con los números que se venían manejando, algunas mediciones señalaban que, para reelegir, la gobernadora bonaerense necesitaría un corte de boleta a su favor mucho mayor a la media de las últimas elecciones, del orden del 7,5%. Demasiado, incluso para María Eugenia Vidal, que en campaña se mueve con disciplina marcial.

A cuatro semanas de las PASO, la Gobernadora bonaerense se puso en “modo campaña”: asistió a actos de inauguración en la Ciudad de Buenos Aires, estuvo en el encuentro de Cambiemos en Parque Norte (donde Durán Barba bajó línea para entusiasmar con un posible triunfo en primera vuelta) y tuvo actividades todos los días. Con una imagen que no decreció a pesar del invierno económico, Vidal sabe que su imagen y su mensaje son dos de los principales activos de la campaña del Gobierno.

“A cuatro semanas de las PASO, Vidal se puso en modo campaña. Enfrente, hay algún temor por la coordinación de los movimientos de Kicillof”

 

En muchos sentidos, el contraste con la vereda de enfrente es notorio. El Frente de Todos no logra acoplar una estrategia de campaña, de agenda, ni comunicacional, una situación que genera alarma en sectores como el de los intendentes, que miran con recelo los movimientos de Kicillof.

“Alberto Fernández se mueve solo, con un grupito de nueve personas, sin coordinar agendas con nadie y muy amateur. Se pasó un día y medio en Mar del Plata. Es insólito para un candidato presidencial estar tanto tiempo en una sola ciudad. Axel sigue con su estrategia de moverse en auto, con un equipo chico y por las suyas”, se quejaba en la semana un intendente.

A ese escenario, en el PJ bonaerense suman a Cristina, Máximo y el Instuto Patria replegados sobre sí mismos y con muy poco diálogo con el resto de los actores. Y Sergio Massa, dueño de un dispositivo de comunicación mucho más grande, por ejemplo, que el de Kicillof y Fernández, quien también se mueve en forma autónoma. Entre las diferentes tribus del peronismo se encendieron luces de alarma, también, por lo que creen es una excesiva confianza en el núcleo duro kirchnerista sobre la campaña en la Provincia. “Creen que sacaron a Axel a la cancha y con eso vamos a ganar. Y enfrente está Vidal”, dicen.

En medio de ese escenario de campaña, la semana política bonaerense tuvo un episodio que generó comentartios y suspicacias. Fue la intervención del presidente de la Suprema Corte bonaerense, Eduardo De Lázzari, quien en un acto institucional, cargó contra la Justicia Federal, donde, dijo, hay “causas armadas artificialmente”, “abuso de la figura del arrepentido” y “fallos mediáticos”.

La crítica, que fue replicada y elogiada por Cristina Kichnero, no sorprendió a quienes venían siguiendo las intervenciones de De Lázzari desde su desembarco en la presidencia de la Corte provincial. Lo primero que hizo el juez -ex ministro de Justicia de Eduardo Duhalde y con fuertes lazos con el peronismo- fue firmar un reclamo de fondos a Vidal. Después, encabezó una suerte de resistencia a la asunción de Sergio Torres, el ex juez de Comodoro Py que impulsó la Gobernadora para ocupar la vacante en la Corte.

En el Ejecutivo se preguntaban si De Lázzari profundizará el perfil crítico y si lo hará en soledad o se le plegará algún otro ministro. Por ahora, la interna con la Corte sigue a la orden del día.

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