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Vivir Bien |CONSUMO Y ENCUENTRO

Gran barata

Ferias de ropa, muebles y vinilos crecen como circuitos alternativos y espacios de entretenimiento. Apostar al desarrollo autogestivo en medio de la crisis

Gran barata

Vinilos Social Club tuvo su décima edición hace un mes en la Ciudad

YAEL LETOILLE / Fotos DOLORES RIPOLL, SEBASTIÁN CASALI Y DEMIAN ALDAY
Por YAEL LETOILLE / Fotos DOLORES RIPOLL, SEBASTIÁN CASALI Y DEMIAN ALDAY

7 de Julio de 2019 | 09:12
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Ropa, muebles, vinilos, diseños de autor. Nuevo y usado, antiguo y moderno, clásico y vintage, local y global. Todo está en las ferias y todos pueden ir a estas ferias.

El que busca una mesa para armar el departamento de su hijo estudiante; la tendenciera de campera de nylon con hombreras estilo años `80 o el fanático de la música analógica para completar su colección de Deep Purple.

Son atractivas para quienes buscan comprar barato y eficaces a la hora de satisfacer el deseo: “De las ferias siempre te vas con algo”, coincide el público.

En el contexto de la crisis económica, emprendedores, productores y comerciantes apuestan a nuevas formas de desarrollo y autogestión.

Con todo –como los mercados de pulgas de las grandes ciudades–, pero incluyendo lo nuevo y autogestivo, distintas ferias platenses se afirman como espacios de entretenimiento y encuentro, y forman un circuito alternativo que responde a diversidad de gustos y demandas.

En esta nota recorrimos centros culturales, casas y galpones montados por emprendedores y productores locales que promueven otro tipo de consumo y priorizan la calidad y variedad, el trato cercano y la reutilización. ¿A quién no le gusta revolver? Sígame.

LA MADRE DE TODAS LAS FERIAS. Un guerrero ninja en colores pop se recorta sobre un paisaje de hongos y una casa japonesa. Es la invitación para el próximo domingo de The Mother Feria, la gran feria de ferias que se realiza mensualmente en el centro cultural Olga Vázquez y reúne a unos 90 emprendedores y feriantes de distintos rubros.

Cuadernos, cerámica, serigrafía, ropa de diseño, accesorios, tarot, lencería, maquillaje y mucho más se puede conseguir en la Mother. Todo eso bien sazonado con comida casera, cerveza artesanal y DJ en vivo. Una vez al mes el #Antidomingo de feria es un aquelarre de consumo y diversión.

La Mother arrancó en 2016 por necesidad, cuenta Paula Barrionuevo (30), creadora y organizadora del evento por el que ya pasaron más de 1000 proyectos.

A fines de 2015 se quedó sin laburo después de trabajar 10 años en relación de dependencia. Antes había hecho de todo: desde bicicletera y vendedora de cursos de computación, hasta trabajar en una ONG de capacitación para emprendedores en San Isidro – de donde es oriunda–, o en el instituto de inglés de donde, finalmente, la despidieron.

“Ahí dije basta. Y como conocía de cerca la autogestión y era consumidora de ferias americanas, le escribí a 25 ferias a través de Facebook –en ese momento– planteándoles la propuesta, porque soy una convencida de que cuando se trabaja en equipo y se juntan voluntades las cosas salen mejor”, revive hoy. Así nació la madre de todas las ferias. Fue un boom.

Enseguida se le sumaron peluquería, tatuaje en vivo y DJ y “a partir de ahí fue una cascada”, jura Paula con mezcla de orgullo y miedo a no poder estar a la altura de la organización. Es que para la última inscripción de feriantes, que se hace por redes a través de un formulario, en 15 minutos sobrepasó los 150 pedidos. La tendencia se vio desde el año pasado cuando la feria tuvo que mudarse de Casa Unclan al Olga Vázquez por cuestiones de espacio.

SIEMPRE TE VAS CON ALGO. Para comprar ropa, Lucía Carciofi elige las ferias “porque podés encontrar un estilo de ropa que hoy en día no se vende en locales y porque es otra forma de bancar a los emprendimientos”, dice esta estudiante de derecho, de 19 años.

Su placard es un 50 por ciento ferias y a veces un poco más. “Tienen cosas lindas y accesibles que las marcas de primera mano no”, asegura.

El precio es un tema fundamental. La joven dice que muchas veces en la ropa de primera mano no hay relación precio calidad. “He ido a muchas marcas conocidas y me encontré con remeritas de hilo a $ 2000, en cambio en ferias podes encontrar ropa en excelente estado y muy linda que te sale menos de la mitad de lo que podrías conseguirla en el centro. Todo depende de lo que estés buscando”, explica Lucía.

A The Mother feria va a buscar cosas específicas pero también a ver qué onda. “Sé que quiero tal estilo de ropa y lo que necesito, pero un poco también es revolver y encontrar. Siempre con algo salís”, asegura. Para ella, que junto a dos amigas tiene su propio emprendimiento de ropa usada Zafar, ir a las ferias “es una alternativa más popular: cualquier persona puede ir a la feria, pero no todos podemos entrar a un local de ropa a mirar remeras de más de mil pesos”.

ENCONTRAR LA PICHINCHA. Un sillón de pana bordó, sillas Luis XV, un trinchante lavado, piezas de vajilla inglesa con ribetes azules y otras más modernas, de losa blanca. Cuadros, marcos antiguos, percheros y una mesa de campo donde antes amasaban fideos. Todo eso y, en cada habitación de la casa blanca de la diagonal 74, cajones que guardan objetos cuyos dueños nunca más usarán.

“A muchos les gusta descubrir los cajones. Otros prefieren la cocina. También las herramientas atraen. Los precios son muy buenos por eso el público viene. La gente gusta de comprar y encontrar la pichincha”, asegura Alicia Calandra (74), anticuaria y experta en desarmar casas.

Alicia difunde y coordina las ventas cuando una familia tiene que desarmar su casa. La Plata Antigüedades arrancó como emprendimiento familiar allá por 2000 y nunca dejó de funcionar. El público es de todos los niveles, hay jubilados, padres que buscan muebles para sus hijos y clientela habitual.

“Desde que arranqué siempre tuve la misma respuesta, la gente no compra cualquier cosa, aprecia el mueble o el objeto que se lleva y después manda fotos de cómo quedó. Hay quien se queda una mariposita y se va encantado. Esto es más un vicio que una necesidad”, sostiene Alicia, apasionada los muebles antiguos desde los años `60 cuando vino a estudiar desde su Chivilcoy natal.

Muestra del éxito del negocio fue la venta del fin de semana pasado, en la feria de una tradicional casa de La Plata, ubicada en 4 y 44. “En seis horas, vendimos todo. Muchas cosas que de otra manera serían imposibles de comprar”, afirma con voz experta. Es que crisis o no, a ellos no les va mal: a partir de agosto La Plata Antigüedades funcionará en un gran galpón de Tolosa, el sueño de los Calandra.

12 PULGADAS. Nadie en La Ferretería parece notar que hace frío, llueve y es mitad de mes. Suena funk en las bandejas del DJ de Mondo Vinilo, una iniciativa de estudiantes de Odontología, y un público de varones de entre 20 y 60 años revisa las bateas con avidez.

La 10° edición de Vinilos Social Club reunió el sábado 15 de junio a más de 20 expositores de discos de vinilo nuevos y usados en el bar cultural La Ferretería, ubicado en 57 entre 11 y 12. Vinieron algunos históricos del rubro como los porteños Marcelo, de Parque Centenario, o el Indio, de Parque Rivadavia y varios feriantes locales.

Los discos de vinilos (12 pulgadas) volvieron al mercado argentino a principios del milenio después de la siesta a que los relegó la música en CD. Los precios, sin embargo, no son más accesibles. Por ejemplo, el álbum El amor después del amor, de Fito Páez, cuesta $1700.

Leo Negrelli (49) es dueño de La Disquería y uno de los organizadores de esta feria nómade que se hace en la Ciudad dos veces al año. Para él, los coleccionistas megalómanos y un público joven que prefiere el formato al streaming hace que la feria funcione. “El público es variado, hay enfermos de cada cosa. Hay gente que quiere un disco y no le importa el estado de la tapa y al revés. Hay discos usados desde $ 100 o 4 por $ 1000 y hasta la edición nueva del disco de Fito a casi el doble”, detalla Negrelli.

Por ahí anda también Richard Baldoni (48), ex bajista de Norma, cultor del dab y reconocido en el ambiente del rock local. Trajo unos discos para cambiar y ver qué onda. Impulsor de otra feria de vinilos que funciona en el bar Hermanos and Brothers, asegura que de las ferias todos siempre se van con algo.

“Hay de todo y todos se van con un disco barato. Solo un 15 por ciento compra discos caros”, dice desde la experiencia. En la feria también se consiguen cosas raras: por ejemplo Riff 7, un disco del `86 que sobresale de una batea, al fondo del local, hoy vale $ 2500. Lo mismo pasa con los vinilos de los Redondos, como no hay reediciones los usados se valorizan y no se consiguen por menos de ese dinero.

Son atractivas, para quienes buscan comprar barato y eficaces, a la hora de satisfacer el deseo

 

Baldoni dice que la feria “te quema las manos”, hace el ademán como si sostuviera una edición. “Es una gran disquería que aglutina durante 10 horas lo que ninguna por sí sola puede juntar”, asegura. Y sobre el impacto de la crisis opina: “en este tiempo la gente se desprende de colecciones. Pero siempre depende de la oportunidad, por ahí vienen con 20 discos y sólo sirven dos”.

En otro rincón de la feria, Gabriel González (54) busca algo súper específico. La edición iraní de un disco de Deep Purple. “Del período occidental de Irán, antes de la revolución conservadora de los Ayatolas”, abunda.

Con 40 años de coleccionista, es un sabueso experto. “Vengo a buscar. Siempre lo hice. Antes recorría mucho capital, conurbano, otras ciudades, después con las redes fue más fácil”, cuenta este bibliotecario. La crisis parece no hacerle mella: calcula su colección en 10 mil discos.

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La última edición de Vinilos Social Club reunió a más de 20 expositores de discos el mes pasado / Foto: Dolores Ripoll

Vinilos Social Club tuvo su décima edición hace un mes en la Ciudad

La Mother feria arrancó en 2016 por necesidad de Paula Barrionuevo, creadora y organizadora del evento por el que ya pasaron más de 1000 proyectos (foto: Luciana Demichelis)

La Plata Antigüedades arrancó como emprendimiento familiar allá por 2000 y nunca dejó de funcionar

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