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Festifreak: Rejtman muestra "Shakti", odisea en 20 minutos entre knishes y Hare Krishna

El director y precursos del Nuevo Cine Argentino charlará con el público esta tarde, desde las 18.30 en el Cine Select, en la función donde se proyecta su último trabajo

Festifreak: Rejtman muestra "Shakti", odisea en 20 minutos entre knishes y Hare Krishna
13 de Septiembre de 2019 | 01:00

El Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata comienza a transitar sus últimos días, pero no se despide modosito sino con varias fiestas cinéfilas: una es la proyección, hoy a las 18.30 en el Cine Select, de “Shakti”, el cortometraje de Martín Rejtman, uno de los iniciadores de esa corriente llamada Nuevo Cine Argentino y uno de esos cineastas abrazados por la juventud, tan incómoda en su piel como esos protagonistas que solemos llamar “rejtmanianos”.

El corto se proyectará sin “Doli vuelve a casa”, como figura en la grilla, porque no había una copia de la ópera prima que conformara al director (fue incluida en el programa, como en sus películas, casi como un chiste de la realidad, a causa de una serie de malentendidos), pero Rejtman estará en la Ciudad para charlar de su cortometraje, algo que, admite, “no suelo hacer mucho. Bah, lo hago afuera, porque me pagan hotel y pasaje y lo tengo que justificar”.

“Shakti”, estrenada en la Berlinale y proyectada en el Bafici este año, tiene como protagonista a Federico, que quería separarse de su pareja, pero ella le gana de mano. El golpe es terrible, el protagonista cae en una espiral de dudas y depresión hasta que encuentra unos knishes que su abuela le dio antes de morir, congelados en el freezer. 

Deviene la aventura rejtmaniana: en apenas 20 minutos, Federico por el sinsentido, el caos, que le propone su director, con el pulso libre y ese humor descolocado de su cine. Y Rejtman aprovecha para explorar varias de sus obsesiones y suma un elemento novedoso a su filmografía como la espiritualidad: colisionan la herencia cultural del judaísmo y su propia experiencia haciendo yoga, uno de tantos elementos autobiográficos del filme, aunque “de autobiográfico no tiene nada”, se ríe el director.

En el corazón de la peripecia está otro elemento robado a su biografía: los knishes de la abuela. “En el corto, el protagonista cree que es algo único, pero no lo es…”, adelanta el realizador, lo que lleva a la pregunta de la esencia: “¿Qué son las cosas? Ese objeto es y no es lo que uno cree que representa”, dice el realizador de “Rapado”, que se puede ver en la plataforma bajo demanda Mubi: el cineasta es protagonista de una retrospectiva en el servicio a la carta para cinéfilos, donde podrán ver también “Silvia Prieto”, “Los guantes mágicos” y “Dos disparos”. 

“Shakti” llegará a la plataforma el 15 de octubre: con el corto, el realizador rompe un silencio cinematográfico de cinco años, transcurridos desde el estreno de “Dos disparos”, aunque no por voluntad propia. “Cuando terminé ‘Dos disparos’, ya tenía el guion del siguiente largo (que está preparando para rodar en Chile), pero los tiempos se estiran mucho: es cada vez más difícil encontrar financiación, sobre todo porque no hago películas que transcurran en una sola locación con tres personajes y que se puedan filmar en dos semanas”, explica. “Aunque parecen simples, llevan bastante tiempo de rodaje, porque son muchas locaciones, muchos personajes, es la forma en que me gusta trabajar: a mi me gusta que el cine te lleve a distintos lugares, si no me siento un poco claustrofóbico”. 

“Y me gusta esa idea del cine como un viaje”, agrega, “esa posibilidad que tiene el cine de sacarte de un lugar y meterte en otro después de un corte, algo que no tiene ningún otro arte”.

Esperando encontrar dinero para hacer su próximo filme, Rejtman decidió “hacer el corto en el medio”. Fue, dice, “una experiencia distinta porque la hice con un presupuesto muy mínimo (un subsidio del Fondo Nacional de las Artes de 50 mil pesos)”, y se terminó rodando con mucha colaboración “ad honorem” y gracias el espíritu “generoso” de un equipo que trabajó sin saber que trabajó sin saber si iba a cobrar.

“Fue como volver al principio de mi carrera, si es que tengo una carrera. De mi recorrido, digamos. Y también tuve que reubicarme como director, entender qué era lo que podía exigir: no se trataba de pedir, sino de hacer entre todos. Cuando uno es director, por lo general pide que se hagan cosas, pero en este caso no era tanto pedir, sino ver cómo podíamos hacer las cosas”, cuenta.

La lucha contra la tiranía del dinero continúa, de todos modos, en la vida de Rejtman, que, como en su última visita a la Ciudad, reafirma cansado que la próxima cinta “puede ser mi última película. Pero ahora estoy escribiendo otra cosa. Nunca sé. La película se encaminó un poco, y eso me cambió el humor: es como si tuviera una perilla, que cuando los proyectos se encaminan me pongo de buen humor”, se ríe.

Su proyecto futuro, ya con el rodaje cerca de comenzar, será filmada en Chile, lo que obligará al director a modificar la reconocida musicalidad de sus películas, ese fraseo tan particular. 

Algo que, dice, buscaba. “No hay muchas que pueda cambiar en mi manera de escribir y hacer una película. Filmo de forma similar las cosas, siempre cuento que en ‘Dos disparos’ mientras filmaba la cocina de la familia, era como si filmara la cocina de ‘Silvia Prieto’. Me encuentro enfrentado al mismo tipo de imágenes, y no hay tantas cosas que pueda o me gusta cambiar, porque no es que no sé filmar la cocina de otra manera, esa me parece la mejor manera”, analiza. 

“Pero uno siempre quiere cambiar, no hacer siempre lo mismo, y me parecía que cambiar de país iba a ser un cambio grande y posible para mi: no puedo hacer una película de época, pero sí puedo filmar en otro país una película hablada de otra manera”, sigue.

Porque, dice, “a pesar mío, o no, tengo una manera de hacer las cosas: trato de cambiar lo que puedo, pero hay cosas que no puedo, y no quiero cambiar”. Así, explica, es que emergen, cinta tras cinta, de forma natural esos protagonistas típicamente “rejtmanianos”, como gustan decir los escribas. Rejtman no reniega: “Me parece que está bien… a menos que me lo digan como un insulto”.

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