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Con mucha cautela pero buen ánimo, el comercio no esencial volvió a funcionar a pleno

Volver a trabajar, para muchos, fue como una suerte de volver a vivir. Nadie desconoce la dura cuesta que los aguarda y la expectativa de una recuperación a corto plazo está ausente. El reclamo de medidas económicas concretas, en boca de casi todos  

24 de Julio de 2020 | 21:12

En líneas generales, ayer predominó el buen ánimo entre los dueños y empleados de los comercios de ropa, productos textiles, calzado y juguetes. Volver a abrir tras cuatro meses y monedas sin poder trabajar fue como un volver a vivir, más allá de ventas raquíticas y de un modo de funcionar -atención en la puerta- muy extraño para esos rubros. Pero fue el primer día. Las arterias comerciales recobraron cierto movimiento y, un dato no menor, la humedad agobiante y la llovizna constante de los últimos (largos) días se despidieron.

Tercera generación de una marroquinería familiar que fue inaugurada hace 45 años, Donna 8, Valentín opinó que “esta apertura es un modo de salvar el negocio, de sobrevivir”. Y eso es mucho, porque “cerraron un montón”, contó, detrás de un tapaboca verde y de un mostrador que obturaba la puerta, quien ya lleva ocho años al frente del local situado en 8 entre 47 y 48.

“Estuvimos vendiendo online con entrega a domicilio, pero eso no alcanza para nada en un contexto de crisis donde se cortó la cadena de pagos con los acreedores. Al menos en 2001 no hubo que cerrar”, puntualizó, para finalizar: “Por lo menos se animó un poco el centro. No es poco después de todo lo que pasamos”.

Luego de meses de persianas bajas, casi nada de gente y papeles al viento, calle 8 ayer cambió la cara. Ese cambio trajo consigo circulación peatonal, vidrieras relucientes y, lamentablemente, la eterna competencia desleal de los manteros. “Sin protocolos, ni alcohol en gel, ni alfombras satinizantes”, hizo notar un comerciante.

A una cuadra de distancia del local de Valentín, Brenta Calzados también reabrió en la víspera bajo los protocolos que rigen para comercios no esenciales: sin ingreso de clientes.

“Es fundamental que se vea que los locales de calle 8 y adyacencias están abiertos y que se corra la voz. Estos rubros trabajan con la gente en la calle. Eso es clave”, subrayó Daniel Brenta, para comentar que durante el cierre obligatorio estuvieron en el local preparando envíos a domicilio. No obstante, indicó que la comercialización online “representa para nosotros entre un 2 y un 3 por ciento de la facturación. Es que antes había mil vendiendo así y ahora, cien mil”, dijo, con el fin de ejemplificar la situación.

Apuntó que la dificultad de acceder a los créditos a tasa cero es “enorme”, un punto que hicieron notar durante estos meses muchísimos comerciantes. Además, consideró que el gobierno debería instrumentar una condonación impositiva para el sector. “Las prórrogas no sirven. Pagar hoy y en noviembre es lo mismo. ¿Cómo puede ser que nos cobren tasas e impuestos si estuvimos cuatro meses cerrados sin facturar un centavo?”, se preguntó.

“¿Expectativas? Mantenerse. Remontar será difícil. Pero veremos ahora con el local abierto qué sucede. Por el momento hay muy poca gente”, describió Melania, quien atiende Turín Sweaters en 37 entre 11 y 12, donde las ventas en cuarentena bajaron entre un 75 y un 80 por ciento. Destinado a un público de vestir clásico, no le resultó sencillo implementar el formato online. Aunque tuvieron un “muy buen Día del Padre”, aseguró. Y acotó que al tratarse de una fábrica de prendas, se está evaluando la producción para el verano “con mucha precaución”, pues la incertidumbre sigue mandando.

LA TRADICION

En Zapatería Avenida -13 entre 35 y 36-, Natalia recordó que “esta zapatería fue una de las primeras de La Plata. Tiene 67 años. Fue creada por los padres de la actual dueña, de manera que ya tiene una clientela muy fiel. Así, lo que aportó el formato online fue que el negocio se conociese en nuevos sitios” de la Ciudad, así como en Berisso y Ensenada. Habló de la “importancia de la actitud; las empleadas seguimos viniendo siempre y mantuvimos la vidriera impecable, renovándola cada tanto, porque el espíritu fue conservar la imagen, la presencia, y el local en las mejores condiciones”, resaltó. “La empleadora se ha privado de cosas personales para mantener a los empleados. Eso merece ser destacado”, cerró Natalia.

En la misma cuadra, Olga, al frente de una gran librería y juguetería, dijo que “aquí tenemos varios rubros, de manera que alguno pudo seguir funcionando y otros no”, al tiempo que aportó un dato que describe bastante bien los tiempos de cuarentena. “En general, las ventas bajaron, pero hubo algunas cosas que se vendieron y se venden más que el año pasado, como todo lo relacionado a artística (bastidores, óleos, acrílicos, pinceles, acuarelas) y los juegos de mesa. Y con los libros de cuentos, directamente no damos abasto”, aseguró. Definió toda esta época como de “mayor trabajo y menor ingreso”, para añadir que pudo mantener al personal “pagándole merced al ATP y sin aplicar ningún tipo de descuentos”.

Al frente de una regalería de 56 entre 12 y 13, Mariano consideró que “lo más importante de hoy es el regreso al trabajo” porque ello implica “sostener la fuente laboral propia y de los empleados”. Comentó que “se notó un poco más de movimiento, pero como nuestros principales clientes son los empleados del Estado, mientras ese sector siga parado la reactivación será muy lenta”. En otro orden, resaltó el respeto por los protocolos que se observó en todos los locales. “Hubo mucha consciencia en ese sentido”, aseveró.

Con suma cautela, María Cristina reabrió su lencería en la calle 61 entre 11 y 12. “Hasta ahora vendí a domicilio. Muy poquito. Veremos qué sucede de ahora en más, pues no se sabe si habrá una nueva marcha atrás. Por las dudas, no voy a invertir hasta que se aclare el panorama”, señaló, y confió en que su anhelo hoy pasa por mantener el local abierto.

En calle 12 el movimiento fue muy intenso. “Pero no se vio reflejado en la caja. Falta el público general, los abuelos, los niños, es decir, nuestra clientela”, apuntó Ernesto Croti, propietario de una juguetería en 12 entre 61 y 62 y una casa para bebés en 12 y 62. “Pasamos distintos momentos. De entrada fue terrible, cheques rechazados, dudas sobre cómo pagar el alquiler y los sueldos. Con la venta online llegamos al 25 por ciento de la facturación. Y desde el mostrador, al 40 por ciento en la comparación con el año pasado, pero sin contar la inflación”, graficó.

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