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Ocurrencias: tetas y sarazas

Ocurrencias: tetas y sarazas

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

27 de Septiembre de 2020 | 03:08
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Un micrófono abierto y una cámara activa provocaron un doble papelón en el Congreso. La tecnología descuidada a veces termina sincerando impulsos, canalladas y contenidos. Y al final aporta un poco de claridad entre tantos nubarrones. Primero fue el ministro de Economía Martín Guzmán el que cometió un inolvidable fallido en pleno recinto: “voy a empezar a sarasear hasta que tengan”. Su confesión confirma algo muy sabido y siempre negado: que “el lenguaje –como dijo Nietzsche- no está para decir la verdad sino para disimularla”; y que en la alquimia de la alta política, sobran mentiras y escasean verdades.

El otro papelón nos mostró a ese diputado que, en plena sesión virtual, besaba las tetas presenciales de una salteña que no respetaba distancia. El protagonista de este video hot fue Juan María Ameri, un legislador del conurbano que hizo carrera meteórica en la política salteña y al que una teta de entrecasa lo acabó dejando sin fueros ni dietas ni chupadas extras. Los pechos son una zona erótica que siempre parecen ofrecer algún alimento y que atrae caricias y vistazos. Y no sólo en Salta. Empanadas y lolas picantes, zambas y confinamiento fueron desgastando la vocación cívica de Ameri. Y ese día, al creer que la cámara estaba apagada, hizo a un lado su deber patriótico y empezó a sarasear con su compañera de bancada en plena sesión.

Los besos de Ameri desataron la furia de una Cámara que ha visto peores manoseos

Se vio a un diputado que, en plena sesión virtual, besaba las tetas presenciales de una salteña

 

Sergio Massa como presidente del cuerpo estuvo en el centro de estos ingratos episodios. Primero tuvo que escuchar al ministro de Economía prometiendo saraza. Y después fue el encargado de descubrir esos besos remotos que mostraban el inconcebible accionar de un diputado que, en vez de escuchar a Carlos Heller, prefirió beneficiarse con unas tetas cercanas que estaban fuera del orden del día.

Dos episodios de distinta resonancias pero igualmente llamativos. Lo del Ameri fue más largo y chocante pero quizá menos grave que lo de Guzmán. Porque si no le avisan que el micrófono estaba abierto, el ministro empezaba a guitarrear. Las tetas y sarazas de esta semana acabaron amenizando el relato de una actualidad que hace tiempo anda con todo al aire, agobiando a un gentío que se cansa de escuchar y ver barbaridades y operaciones bizarras. Los besos de Ameri desataron la furia excesiva de una Cámara que ha visto sin chistar peores manoseos. Porque Alperovich violaba a una empleada del Congreso, su sobrina, pero el recinto mira para otro lado y le sigue pagando las dietas. Al parecer, el besador Ameri, de aburrido nomás agarró la teta más cercana. Y copió a los espías del anterior gobierno que, aburridos de andar sin tareas y tener que testear a sospechosos cercanos, se la agarraron con las pobres mujeres de los marineros del ARA, víctimas desoladas que sólo querían noticias y consuelo, pero que fueron espiadas para poder manosearles la entretela de ese dolor sin respuesta.

Es un país lleno de novedades que estrena sorpresas cada semana. La saraza del ministerio de Salud provincial fue otro impacto. El viernes nos enteramos que la estadística bonaerense iba administrando la aparición de fallecidos para no desmoralizar a un territorio súper afligido. Ahora sobran muertos y hace tiempo que sobran vivos. Por eso la gente siente que faltan más cámaras y micrófonos abiertos para poder enterarnos de algo. Wikileaks nos enseñó que la política real transcurre entre bambalinas. Que sólo en las profundidades del secretismo la realidad muestra su verdadera cara. Lo que aparece en la superficie es para consumo general. Lo que cuenta siempre se cocina adentro y no sale a la luz. Por suerte la verdad siempre se las ingenia para saltar por encima de los cercos y mostrar la cola. Cada tanto, alguna cámara furtiva, un micrófono olvidado, un teléfono mal pinchado, un fallido, nos deja asomarnos un ratito a lo real. Y allí nos enteramos que una cosa es lo que pasa y otra, lo que nos cuentan.

Más allá del papelón, los dos descuidados también hicieron un aporte: Ameri por lo menos rindió homenaje a lo flagrante en un país donde todo se disimula. Y Guzmán dejó un mensaje clarito: la cosa están tan peliaguda, que el país necesita más saraza y menos realismo

 

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