Los jubilados vuelven a salir: retoman las actividades en los centros

Tras meses y meses de encierro, después de completar los esquemas de vacunación y del descenso de los contagios, los adultos mayores vuelven a abrir las puertas de los centros de jubilados para disfrutar de lo que tanto les gusta, los encuentros. En La Plata hay unas 140 instituciones y el desafío que afrontan es volver a la actividad como antes de la pandemia.

Muchos adultos que tratan de recuperar su vida normal, superaron la costumbre de permanecer en la casa, pero también se vieron obligados a reparar instalaciones que estuvieron cerradas más de un año y asumen el desafío de convencer a sus pares para que vuelvan a los centros.

En la Asociación de Jubilados y Pensionados de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Bustamante dice que en septiembre tuvieron que hacer arreglos en la sede de calle 47, entre 14 y 15, cambiaron lámparas quemadas y repararon pérdidas en los baños.

De a poco vuelven a organizarse. El próximo 10 de diciembre a las 18 realizarán la asamblea general ordinaria para tratar el ejercicio económico de 2019, de 2020 y de 2021 y se elegirá a la nueva comisión directiva.

De todas las actividades que realizaban ahora tienen clases de tango que se dan los miércoles a las 19.

“Retomamos las actividades el 1° de octubre, muchos aún están atemorizados, durante la pandemia se quedaron sin este cable a tierra”, cuenta Bustamante y agrega que espera retomar las actividades que había antes de la pandemia. Entre otras se ofrecían cursos de peluquería, pedicuría, taller de memoria, computación.

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“Ya nos estamos comunicando con los socios para decirles que vuelven las actividades, estábamos acostumbrados a las reuniones, los campeonatos de truco, la lotería, los sorteos”, asegura.

En Villa Elvira, Nélida Castro afirma que aunque PAMI aún no autorizó del dictado de talleres presenciales, desde septiembre un grupo de jubilados va tres veces por semana a la sede de avenida 1, entre 76 y 77. “Nos reuníamos lunes, miércoles y viernes. Este mes ya vamos más seguido porque la gente necesita charlar, hacer alguna actividad de mesa. Algunos sufrieron mucha soledad y ahora con protocolos pueden disfrutar de las reuniones en el patio”, sostiene.

Una de las dificultades que atraviesa el Centro de Jubilados de Villa Elvira, al igual que la mayoría de las entidades, es la falta de recursos económicos porque durante la cuarentena se suspendieron todos los eventos con los que se recaudaban fondos. Para tratar de paliar ese inconveniente algunos domingos hacen comidas, pero para evitar riesgos no llegan a reunirse ni 20 asociados.

Para Nélida es muy importante que sus compañeros regresen al centro, “muchos tienen dificultades de salud, no pueden subir a un micro o caminar demasiado, pero el centro les queda cerca y pueden pasar un buen momento”, apunta. También proyecta organizar algunas actividades como danzas folklóricas en espacios abiertos como la plaza del barrio.

En el “Centro de Jubilados Otoño Feliz”, de Gonnet, también se evocan esos días en los que los socios compartían entusiasmados alguna actividad o la convocante comida de fin de año, donde las socias se encargaban de dar de comer a una multitud de vecinos.

La entidad funciona en la sede de fomento ubicada en 502, entre 15 y 16. Desde hace 20 años la inquieta Mirta Peralta López es la presidenta y por estos días consulta hasta con sus hijos cuáles pueden ser las actividades que atraigan nuevamente a los socios.

“El problema es que el jubilado no asiste, pero de todas maneras un grupo nos reunimos todos los jueves, entre las 16 y las 18, para conversar”, dice un miembro de Otoño Feliz.

En el Club Azcuénaga, los adultos mayores que integran el grupo “Luz de Luna” aseguran que con 36 alumnos, el yoga es una de las actividades más concurridas. También se ofrecen cursos para optimizar el manejo del teléfono celular, computación, ritmo latino, tejido, pintura para adultos y un taller de memoria y reflexión que está coordinado por una psicóloga.

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“Algunas mujeres hacen el curso de peluquería para aprender a ponerse los ruleros, hacerse el brushing o teñir a otras personas”, cuenta Ángela Albanese para reflejar el nivel de practicidad que tienen algunas actividades.

Bárbara Bahamonde, al frente de la dirección general de Tercera Edad, Discapacidad y Políticas Inclusivas señala que los centros de jubilados comenzaron a funcionar en octubre último, aunque previamente, algunos pudieron ofrecer algunos talleres, como por ejemplo, yoga.

“A algunos los ayudamos con el kit limpieza o con la desinfección que se necesitó tras un año de estar con los edificios cerrados”, explica la funcionaria.

Según dice, una de las mayores dificultades que afrontan los centros es la económica porque un gran número debe pagar alquileres y las boletas de servicios esenciales como la luz y el gas.

“Empezaron a abrir y hacer actividades, como vender comida para llevar o estar presentes determinados días, para que los socios sepan cuándo ir a pagar las cuotas que, aunque van de $30 a $60, siempre les suma para pagar algún gasto”, señala Bahamonde.

En La Plata hay unos 140 centros de jubilados, aunque algunos son grupos que solo se reúnen en torno a alguna actividad y no tienen personería jurídica.

En relación a los ejercicios que debieron asumirse durante la pandemia y que muchas comisiones directivas no pudieron cumplir, desde la dirección de la Comuna se los impulsó a realizar las asambleas para normalizar la situación.

“La dirección aprovechó la pandemia para hacer el re empadronamiento de los centros, siempre estuvimos en contacto y los talleres gratuitos se hicieron por Facebook porque era lo más accesible para el adulto mayor”, agrega la funcionaria.

Pero ahora la virtualidad parece estar entrando en un compás de espera y cada vez son más los centros de jubilados que le solicitan a la dependencia municipal que se realicen actividades presenciales. “Proponemos diferentes talleres al aire libre, como el que se hizo en Plaza Malvinas por el Día de la Tradición”, agregó Bahamonde.