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Información General |La infancia pública

Moda y peligros de la “crianza online”

Se ha vuelto tan popular el hábito de compartir en redes sociales el crecimiento de los hijos, que esa actividad hasta tiene nombre: sharenting. Así, hay millones de fotos y videos de niños circulando por internet, provocando riesgos a futuro que nadie conoce

Moda y peligros de la “crianza online”

Exponer en las redes sociales la vida de los hijos desde que nacen puede tener consecuencias graves a futuro / freepik - lookstudio, freepik

11 de Julio de 2021 | 02:48
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Hasta hace apenas dos décadas, cuando el estallido de la revolución tecnológica estaba apenas en pañales, el registro del desarrollo y el crecimiento de los hijos quedaba a resguardo en un simple álbum familiar, con fotos en papel, ordenadas cronológicamente para dar cuenta de su extraordinaria evolución. Pero los tiempos cambiaron demasiado desde que comenzó el siglo XXI, y el potente empuje que le dio a la humanidad la irrupción de la tecnología, de internet y de las redes sociales, hizo que muchas costumbres de la vida cotidiana comenzaran a cambiar. Favorablemente en cuanto a la producción y los descubrimientos científicos, pero también con ciertas dificultades.

Es el caso de la exposición exagerada de los menores a través de las redes sociales para divulgar sus acciones, gestos y expresiones típicas de crecimiento a través de Facebook o Instragram, sin que los mayores se den cuenta de los peligros a futuro que eso puede acarrear, y, claro, sin el consentimiento de los chicos. Y el problema muestra su gravedad cuando se accede a estadísticas que señalan que el 50 por ciento de las fotos que circulan en sitios pedófilos salen de posteos ingenuos de los propios padres, como señala un estudio de la Oficina del Comisionado de Seguridad Electrónica de Australia.

Es que el hábito de documentar y compartir en redes sociales el crecimiento de los hijos se ha vuelto tan popular, que hasta existe una forma de llamarla: “sharenting”, palabra compuesta por dos términos en inglés, share que significa compartir, y parenting, crianza. Es decir, la “crianza on line”.

Es así que la infancia se ha vuelto pública y momentos que antes eran privados ahora se exponen en línea. El sharenting es una práctica digital que se masificó y consiste en que los responsables de la crianza de un niño o niña compartan sus imágenes en redes sociales. Simplemente haciendo una búsqueda rápida en Instagram, hay 21 millones de fotos y videos publicados con la etiqueta #bebé, y otros 9 millones con el hashtag #niño. Una seguidilla de fotografías producidas o casuales que capturan a un bebé minutos después de haber nacido; también a niños durmiendo, cumpliendo años, comiendo, cantando y bailando, o dándose un baño.

De esta manera, el acceso generalizado a dispositivos de foto y video alimenta día a día ese archivo abierto a todos los usuarios de redes sociales, pero la magnitud del fenómeno es tal, que un área de la fotografía comenzó a profesionalizarse en el retrato de infancias. Y es tal la expansión de este fenómeno, que muchos profesionales se han especializado en capturar imágenes de chicos, incluso antes de su nacimiento.

“No comparto fotos de los chicos en situaciones privadas. Me resulta incómodo”

“En estos últimos 6 o 7 años fue el gran boom de la fotografía de niños en Argentina”, explica Sayi Serra, fotógrafa infantil. En 2014, se realizó por primera vez en el país el Congreso de Fotografía Infantil “Smile”, un evento que reúne y capacita todos los años a fotógrafos latinoamericanos.

“Mi fotografía nació con ese empujón inicial que me permitió crecer en un corto plazo”, cuenta Sayi, que participó del congreso y comenzó tomando fotos de sus sobrinas como un pasatiempo. Hoy tiene su propio emprendimiento, donde retrata a chicos de entre 1 y 6 años junto a sus familias. “Siempre ofrecí fotografiar embarazos y en el último tiempo, también partos, me resulta interesante el ciclo de la maternidad hasta el primer año del bebé”, cuenta.

Pero dentro de la fotografía infantil, hay una rama que se especializa en el registro de bebés recién nacidos. Este estilo fotográfico surgió en Estados Unidos durante la década de los 90 y se denomina “new born” (recién nacidos en inglés) porque se realiza durante los primeros 15 días de vida, cuando el bebé conserva naturalmente la posición fetal y alcanza un sueño profundo que permite fotografiarlo. Esta disciplina incorpora al set elementos como cestas, coronas, arcos y accesorios que recrean un escenario de “cuento de hadas”. Son fotografías producidas y con mucho trabajo de post producción.

“Una foto que se publica en Internet es imposible de eliminar totalmente”

A su vez, las fotos que resultan de estas sesiones pueden formar parte de un fotolibro y mantenerse en el círculo familiar, pero la mayoría de las veces circulan en redes sociales, en los perfiles de sus madres y padres, e incluso en el del fotógrafo que las tomó y muestra a través de ellas su trabajo. “Generalmente la persona que te pide las fotos, llega a vos por las redes sociales y sabe que es posible que le consultes si podés compartir las fotos de sus hijos en tu perfil de Instagram”, explica Sayi, y aclara, “de todas maneras, yo hago una lectura previa de la familia, antes de la sesión miro sus perfiles de Facebook para ver cómo son, si publican fotos de los chicos, de la pareja, si son reservados con esas cosas”.

“Las redes sociales se caracterizan por la inmediatez en la interacción, la masividad de su uso y la potencial viralidad de sus contenidos. Pueden pensarse como una manera positiva de vincularse: muestro cosas positivas e inmediatamente recibo reacciones positivas, un ‘me gusta’ valida esa imagen que quiero transmitir”, explica Mariel González, psicóloga de niños y adolescentes, pero se pregunta “¿qué es más positivo que la imagen de un niño y su ingenuidad, su espontaneidad?, aunque lo que habría que evaluar es qué impacto puede tener esa sobreexposición en el niño en su etapa constitutiva. Desde la psicología, la constitución subjetiva del niño está atravesada por la mirada del otro, y ese otro son los padres como fundantes y constitutivos, ¿pero qué pasa cuando además hay miles de miradas más atrás de la pantalla?”.

David Goldschmidt tiene dos hijos y esporádicamente utiliza las redes sociales, muchas menos son las veces que comparte fotos de sus hijos. “No comparto fotos de los chicos en situaciones privadas porque me resulta incómodo, de alguna manera el derecho de imagen es de ellos, que aparecen en las fotos, y aunque sea su padre, solamente administro sus derechos hasta que sean adultos”, cuenta.

LOS RIESGOS DE LAS HUELLAS DIGITALES

“Toda nuestra actividad en Internet deja un rastro - explica Carlos Richieri, Fiscal especializado en cibercrimen - construye la identidad pública de una persona en un entorno digital. La huella digital es la reputación de las personas en Internet, esta reputación es construida a partir de información que sube la persona pero también terceros vinculados a ella’’.

“La huella digital es un recurso disponible y ampliamente utilizado – agrega - cada vez que estamos en una investigación penal, pero también empresas que hacen búsquedas laborales realizan averiguaciones muy profundas sobre la reputación digital de alguien. Una persona no tiene control pleno de su reputación digital, pero sí puede regular aquello que comparte uno o las personas de su entorno. Cuando se trata de la información de los niños, sus padres son los que van construyendo esa huella, y lo que pueda provocar cuando el niño sea adulto, no lo sabemos, no lo conocemos”.

Según el fiscal, los padres deben tomar conciencia acerca de la irreversibilidad del contenido que se comparte en Internet.

“Una foto que se publica en Internet -explica - es imposible de eliminar totalmente. Alguien puede capturarla y utilizarla con fines distintos a los que tuvo cuando fue publicada. Por ejemplo, estas imágenes se pueden utilizar para acoso escolar entre los compañeros o para hacer cyberbullying (acoso a través de medios digitales); también por agresores sexuales o para hacer una sustitución de identidad. Pero además, el sharenting suministra información tan específica, como datos de ubicación, que podría facilitar delitos que se cometen fuera del entorno digital, ya sea abusos, secuestros o robos”.

 

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Exponer en las redes sociales la vida de los hijos desde que nacen puede tener consecuencias graves a futuro / freepik - lookstudio, freepik

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