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Espectáculos |DESTACADO DE LA CARTELERA

Violeta Urtizberea: “Me divierte actuar en cualquier contexto”

La intérprete trae “Una casa llena de agua”, un monólogo desaforado donde interpreta a una niñera atrapada entre dos mundos

Violeta Urtizberea: “Me divierte actuar en cualquier contexto”

Violeta Urtizberea protagoniza “Una casa llena de agua”, el unipersonal con el que llega al Coliseo Podestá

18 de Agosto de 2022 | 02:40
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Década del 90. Tiempo de contrastes. De ostentación y pobreza. Tiempos donde la clase media pareció dividirse en dos: aquella que viajaba a Miami y la otra, la que luchaba por no descolgarse, por seguir siendo. Dos mundos que a la vez seguían siendo uno, se contaminaban, se contagiaban, convivían, como le ocurre a Milena, una joven niñera que, en “Una casa llena de agua”, obra que llega mañana al Coliseo Podestá, le irá contando a Angie, la bebé que cuida, su vida en tiempo real: sus miedos, sus romances, sus fantasías y el nudo en el que todas esas líneas se cruzan, la pregunta por un futuro incierto.

Escrita por Tamara Tenenbaum, que debuta como dramaturga, la pieza es el primer proyecto impulsado desde la Compañía Teatro Futuro que no dirige Mariano Tenconi Blanco, director de la compañía que componen además Carolina Castro (productora artística) y el compositor Ian Shifres. La decisión de abrir el juego hacia otras plumas ocurrió hace un par de años, justo cuando Tenenbaum intentaba convertir un cuento en obra teatral en un taller de Tenconi Blanco. Así se gestó “Una casa llena de agua”, puesta dirigida por Andrea Garrote y para la que el dramaturgo imaginó como protagonista a Violeta Urtizberea.

¿Por qué? Ella misma dice, en diálogo con EL DIA, que no lo sabe, que no preguntó y que no son tantas las cosas que la unen a Milena: “Es una chica de 25 años, estudia, trabaja de niñera, nació en Neuquén. La madre la puso de pupila en un colegio y se hizo cargo económicamente su madrina. Así que, en ese sentido, no tiene nada que ver conmigo”, afirma. “Pero”, agrega, “hay un lenguaje compartido con Tamara, un universo en común. Todo lo que dice Milena podría decirlo yo: los textos me quedan muy cómodos, mis amigas me vienen a ver y me preguntan si improvisé, si agregué textos”.

Es que se trata de un monólogo desaforado, comandado por el conocido histrionismo de Urtizberea, un texto que transita por todo tipo de emociones: comanda la risa, y el público no puede dejar de sonreír a los guiños noventosos, pero hay algo amargo, desestabilizante, en Milena, que se encuentra navegando dos mundos, expectativas, incertidumbres, que se halla “en desajuste permanente”.

“La primera vez que leí la obra no pude evitar romper en llanto. Y esa emoción me sigue sucediendo: me atraviesa”

Violeta Urtizberea,
Actriz

 

“La primera vez que lo leí me hizo reír mucho, me pareció muy inteligente, y no pude evitar romper en llanto”, dice al respecto Urtizberea. “Y esa emoción es algo que me sigue sucediendo con la obra: me atraviesa. Quizás si no hubiese sido madre antes de hacer la obra, mi vínculo sería distinto”.

La maternidad y el ser mujer son parte de la obra de Tenenbaum, que aunque transcurre en los 90 parece hacerse ecos de problemas del presente. La brecha de clases sociales que está en el centro del relato, advierte de todos modos Urtizberea, “atraviesa a todas las décadas, esa situación donde una empleada se mete en tu casa, convive con vos, y es de otra clase social… Esa convivencia es algo extraña, es algo violenta a veces, incluso. El que trabaja para el otro es testigo de una vida que le es inaccesible”.

Desde ese punto de vista subalterno es que Milena le habla a la bebé que cuida. “El punto de vista sobre ellos es muy interesante, muy divertido y bastante trágico por momentos”, explica la actriz que ha mezclado una importante trayectoria televisiva con trabajos en el teatro más independiente.

“Todos los espacios hacen a lo que soy, y además me gusta mucho actuar, me divierte siempre actuar, en cualquier contexto”, dice Urtizberea sobre esta existencia también dual, como Milena, entre lo masivo y lo autogestivo. “Siempre fue así, desde mis inicios laborales: yo arranqué en ‘Magazine for fai’, que era un programa chico, y lo primero que hice en teatro fue una obra con Ana Katz, ‘Lucro cesante’... Así que siempre convivieron esas dos cosas, y siempre pensé que era un buen equilibrio artístico para mi, un equilibrio necesario”.

En ese sentido, afirma, dentro del mundo de las tablas “me gusta más el teatro independiente. En las salas chicas sucede algo que el teatro más grande a veces se lo pierde. Aunque esta propuesta es intermedia, es en un teatro grande (además de venir al Coliseo, la obra se muestra en el San Martín porteño) y es una obra accesible, disfrutable, pero también es una obra que no está focalizada en lo comercial, que se permite profundizar, jugar con cosas que cuando el foco está puesto en la venta de entradas se complica, hay menos osadía con respecto a algunas cosas…”

VOLVER

“Una casa llena de agua” marcó el regreso de Urtizberea al teatro, pero no es su primera aparición pospandémica: viene de protagonizar “La 1-5/18”, la tira de Pol-ka a la que ingresó para hacer una participación y en la que terminó quedándose hasta el final.

“Entré por veinte capítulos y la pasé muy bien: necesitaba salir, actuar, vincularme con mis compañeros, todo eso que para mi es puro goce. Por eso, cuando me ofrecieron quedarme hasta el final, dije que sí”, cuenta.

En los albores, la pandemia le permitió pasar más tiempo con su hija recién nacida, Lila, fruto de su relación con Juan Ingaramo, pero “después eso se transformó en mucho tiempo, sumando la pandemia, el embarazo y el parto”, relata. Por eso, cuando Pol-ka golpeó la puerta, “fue una fiesta”.

“La maternidad en pandemia tuvo sus cosas buenas: Lila era chiquita, y fue un momento ideal para estar con ella. Si me agarrara hoy, con Lila de 3 años, sería heavy: Lila es una chica ya muy activa, necesita ver gente, jugar. Pero en ese momento pudimos focalizar nuestra energía en ella, disfrutar de la cueva, del nido, sin la ansiedad de lo que ocurría afuera. Así que los primeros meses fueron muy oportunos. Después, como a todos, se nos hizo bastante pesadillesco…”, recuerda.

La maternidad le marcó otro cambio: decidió volver a trabajar con su padre, Mex. “Desde que terminé ‘For fai’ hice un par de cosas con él, pero a los 19 decidí no trabajar más con él, hacer mi propio camino. Hicimos juntos ‘Graduados, y al principio, la verdad, me pareció una pésima noticia que mi papá formara parte del mismo programa… pero al final nuestros personajes ni se cruzaban, por suerte”, relata.

Pero, cuenta, “al tener a Lila, y también después de tantos años, algo se relajó en mi. Yo ya hice mi propio camino”: así es que decidió aceptar la propuesta de Canal Encuentro para realizar, en familia, “Futuralia”, que prepara ahora su segunda temporada.

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