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La vocación autodestructiva del PRO y la necesidad de abordar el “factor Milei”

La vocación autodestructiva del PRO y la necesidad de abordar el “factor Milei”

Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta / Twitter

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

14 de Mayo de 2023 | 02:52
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La alianza opositora Juntos por el Cambio parece seguir un sendero autodestructivo. En rigor, no toda la coalición. Puntualmente, el PRO, una de sus patas principales, la que hoy tiene dos precandidatos presidenciales muy bien posicionados, incluso por sobre sus pares radicales: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.

Pero esa vocación por la tensión extrema también tiene otro actor, Mauricio Macri. El ex mandatario que no ha logrado superar su paso al pasado, el cultor de un purismo de marca partidaria bastante expulsivo, que deja trascender incluso la amenaza de la ruptura.

La entrada del gobierno de Alberto Fernández en situación de descomposición luego de la pandemia, con la interna entre él y Cristina como eje rector de su lógica política y el desmadre de la economía como cantada condena electoral, arrimó una certeza a Juntos: no habrá que esperar ocho años para el posible regreso. La alternancia en 2023 es algo concreto, se analizó.

Pelea esmerilante

Lo que debería haber potenciado a la coalición como espacio político, ese dato que disminuía a casi nada el duelo por la derrota de 2019, terminó siendo el germen de una pelea interna muy esmerilante: como indican la mayoría de las encuestas, le generó la pérdida de caudal electoral propio.

La rosca interna dejó de ser eso para convertirse en un espectáculo masivo, con chicanas, con palomas y halcones, que desaprovechó la situación de desconcierto e indefinición del otro lado, en el Frente de Todos.

La ruptura interna entre Larreta por un lado y Bullrich y Macri por el otro, y la necesidad de ambas alas de reclutar a sectores radicales para sus proyectos, ha llevado a Juntos, en tanto principal opción de recambio, a una actitud de daño autoinfligido y le ha hecho perder un tiempo que podría haber usado para edificar y comunicar una propuesta concreta a un electorado que claramente buscará nuevos referentes.

La competencia interna en cualquier partido o alianza debería tender a ser beneficiosa, productiva, siempre que no sea tan virulenta como para que un actor externo le produzca daño a la coalición en cuestión. Es lo que le hizo el libertario Javier Milei a Juntos, con la simpleza del discurso de la antipolítica, una sola idea fuerza en materia económica -la dolarización- y hasta la estética de ser alguien diferente.

Profundizaron las diferencias

Después de una primera etapa de subestimación hacia el economista despeinado, en Juntos por el Cambio advirtieron que gran parte de la mencionada pérdida de caudal electoral propio iba hacia el libertario. Y en vez de resolver como un conjunto homogéneo qué posición había que adoptar frente al ascendente Milei, sólo profundizaron las diferencias y las hicieron públicas. Es como que el tema fue otro motivo de división.

Así, Larreta, la Coalición Cívica y el radicalismo claramente se paran en la vereda del combate a Milei, rechazando incluso la idea peregrina de incorporarlo a la alianza pero no cerrando al puerta a otros actores, como José Luis Espert. Y Macri, y en menor medida Bullrich y otros halcones, avanzan con un coqueteo con el líder de La Libertad Avanza, que insinúa una derechización de Juntos, que por supuesto no quiere el resto.

Esas diferencias, esa indefinición de meses y meses que insumieron las peleas intestinas en JxC, fue todo ganancia para el libertario. Con su discurso de que él viene “de afuera” de la política, ha logrado instalar en buena parte del electorado, en especial el sector juvenil, que es el indicado para “cambiar todo” luego de años de lo mismo. Se podría decir que, en cierta forma y para mucha gente, le ha sacado sentido al nombre mismo de la principal oposición.

Esto es lo que enajena a Macri, precisamente. Su famosa frase “O somos el cambio o no somos nada”, interpela esta actualidad de Juntos. Ve cómo Milei le roba el principal factor diferenciador con el kirchnerismo, que es lo que lo hizo presidente y le permitió a él y a Larreta conservar la Capital Federal como un territorio amarillo por definición. Casi un patrimonio. Por eso también Macri estalla cuando su ex discípulo facilita el ascenso allí del radical Martín Lousteau, con serias chances de pelear la jefatura de Gobierno.

Estrategia diferenciadora

El politólogo Lucas Romero observa que Juntos por el Cambio, como espacio, ha llegado a un punto en que tiene la necesidad política de delinear una estrategia diferenciadora de Milei para tratar de recuperar voluntades desencantadas con los tironeos internos. Esto es: abordarlo como un serio competidor, una amenaza, y no como un “freak” ocasional.

Todo parece indicar que Larreta y Bullrich competirán en las PASO. De ahí para abajo, las definiciones en el PRO parecen trabadas porque las candidaturas sub-nacionales, básicamente en la CABA y en la Provincia de Buenos Aires, se han convertido en un insumo de ambos para delinear una estrategia interna que pueda vencer al otro.

Por eso el alcalde porteño no quiere que su pollo directo Diego Santilli, bien posicionado en las encuestas, sea el candidato a gobernador de ambos precandidatos presidenciales en el principal distrito del país: y por la misma lógica Bullrich apuesta a la contundencia del apellido de Jorge Macri como mejor postulante en la Ciudad, en detrimento de la apuesta de Larreta.

Esto ha llevado a muchos dirigentes del PRO a preguntarse si la situación actual ha trepado al extremo de que la única vía de solución posible para garantizar que no “corra sangre” durante y luego de las PASO y que se asegure un triunfo nacional en octubre no sea, acaso, un gran acuerdo de unidad, un entendimiento global (se verá cómo se zurce y quién es el garante) en el que todos resignen algo.

Hoy parece una tarea imposible.

Todo parece indicar que Larreta y Bullrich competirán en las PASO

 

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