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Espectáculos |TRISTE ANIVERSARIO

Vivir rápido, morir joven: el Potro Rodrigo hubiera cumplido 50 años

Ayer, el artista hubiera alcanzado el medio siglo. Su música sigue vigente, pero su carisma dejó una ausencia difícil de llenar

Vivir rápido, morir joven: el Potro Rodrigo hubiera cumplido 50 años

Rodrigo falleció el 24 de junio de 2000, en la Autopista La Plata-Buenos Aires

25 de Mayo de 2023 | 04:02
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El 24 de junio del 2000, una noticia sacudió, de madrugada, al país: el artista más popular de aquel momento, “El Potro” Rodrigo Bueno, moría en un accidente en la Autopista Buenos Aires-La Plata. El artista tenía apenas 27 años: ayer hubiera alcanzado el medio siglo de vida, 50 años que lo encuentran tan vigente como siempre, el artista de cuarteto más escuchado en las plataformas digitales.

Su muerte conmocionó más al país porque se dio en el mejor momento de su carrera, con grandes convocatorias de público, una fuerte presencia mediática y una profusa cantidad de hits coreados por todas las edades. Había llevado el cuarteto a Buenos Aires, sonaba en todos los boliches y se instalaría desde entonces en cualquier fiesta celebrada en esta Provincia y en la capital federal, lo que le había dado al artista cordobés un estatus similar al de las estrellas de rock.

La muerte cimentó esa leyenda, de alguna forma. La vida de Rodrigo, con su vertiginoso ascenso, su encandilante estrellato y la intensidad de cada uno de los acontecimientos que lo rodeaban, pareciera incluso simbolizar aquel viejo adagio punk que sugiere vivir rápido y morir joven.

Y en la cumbre del éxito: durante años batalló por conquistar al público porteño, y fue recién poco antes de su muerte que el cuartetero comenzó a gozar las mieles del éxito, gracias al irresistible ritmo y las pegadizas melodías de sus canciones, y a su inconmensurable carisma.

No había en aquellos días una persona de cualquier edad y clase social que desconociera éxitos como “Lo mejor del amor”, “Soy cordobés”, “El amor sobre toda diferencia social”, “Y voló”, “Cómo olvidarla” y “La mano de Dios”, entre otros. Pero nadie tampoco era indiferente al fenómeno Rodrigo, un verdadero torbellino que, en vez de mostrarse como un sumiso y agradecido artista del interior, tal como lo hacían varios de sus pares al actuar en Buenos Aires; eligió pasear su halo de estrella de rock, capaz de relacionarse como par con iconos populares como Charly García, Diego Maradona y Susana Giménez.

De esta manera, el artista comenzó a tejer su leyenda, incluso antes del momento fatal, camino a Buenos Aires, a la altura de Berazategui, que como extraña frutilla del postre le permitió acceder al dudoso privilegio de pertenecer al “Club de los 27”, el panteón que reúne a celebridades del rock muertas a esa edad, como Jimy Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones, Kurt Cobain y Amy Winehouse.

Acaso por esto, “El Potro” logró convertirse en un verdadero embajador de la música cordobesa en territorio porteño; a diferencia del máximo referente del género, Carlos “La Mona” Jiménez, quien reina en su provincia y mantiene su identidad provincial intacta.

UNA VIDA EN LA LUCHA

Hijo de un productor musical y una compositora, tuvo un precoz debut discográfico a los cinco años, con un álbum infantil llamado “Disco Baby” y distintas colaboraciones con el grupo Chébere. También temprana fue su llegada a Buenos Aires, a los 14 años, en busca de un éxito que le resultaba esquivo en su tierra natal.

A partir de 1987, Rodrigo grabó una gran cantidad de discos y actuó en las más reconocidas bailantas porteñas y del conurbano, en tiempos en que la música tropical comenzaba a ganar espacio entre los jóvenes de clase media.

Sin embargo, su tendencia a la música romántica y su imagen con pelo largo y camisas coloridas, tan característica de los artistas del género de la época, no colaboraban a aportar algún rasgo distintivo que le permitiera sobresalir del resto.

Pero en la segunda mitad de la década del `90, su carrera dio un vuelco definitivo cuando decidió apelar a su música de raíz y a ir cambiando de a poco su imagen, hasta llegar al pelo corto y colorido, más común en el mundo estético del rock que del cuarteto.

Como si eso fuera poco, uno de los primeros grandes éxitos de Rodrigo, “Himno del cucumelo”, era precisamente una composición perteneciente a Las Manos de Filippi, un grupo que se mueve dentro del universo del rock.

A partir de allí se sucedió un éxito tras otro, con los títulos mencionados antes, y una cada vez mayor presencia mediática, que de manera paulatina fue trascendiendo lo estrictamente artístico. Rodrigo comenzó a ser una figura capaz de visitar a Maradona en Cuba, salir de juerga con Charly García o ser protagonista de fogosos y mediáticos romances. Así también comenzaron a circular por los programas de chimentos un sinfín de personajes satélites que, sin estar exentos de escándalos, alimentaban la fama del cuartetero.

 

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