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Información General |Hoy más que nunca... "alta en el cielo"

La Bandera Argentina que los ingleses quisieron y no pudieron tomar como trofeo de guerra en Malvinas

Regreso con gloria: con astucia dos jóvenes soldados del regimiento de Infantería Mecanizada 7, eludieron exhaustivas requisas y la trajeron de incógnito entre sus ropas al continente. conmovedores testimonios

La Bandera Argentina que los ingleses quisieron y no pudieron tomar como trofeo de guerra en Malvinas

Alberto Joury

22 de Junio de 2023 | 14:00

El viento sopla por todos lados. El frío cae en picada de diez a quince grados bajo cero. El Monte Longdon está cubierto de nieve. Es una fortaleza natural, con resbalosas rocas salientes y callejones llenos de barro. Los soldados del Regimiento 7 soportan estoicos la severidad del clima, desde hace más de cuarenta días. La tropa permanece de vigilia nocturna. Esperan un ataque británico por tierra, que finalmente ocurre antes de lo esperado.

Los bombardeos aéreos son permanentes, el escenario de operaciones es un verdadero infierno. Desde el 1 de mayo los cañonazos de “ablande” desde las fragatas enemigas son incesantes. El buque “Avenger” de la Royal Navy vomita fuego, dispara treinta bombas por hora. Intentan socavar  la moral de nuestros hombres, sin saber que con cada disparo logran el efecto contrario.

MONTE LONGDON, A SANGRE Y FUEGO

En la cerrada noche del 11 de junio, cerca de las 20 hs, sigilosos comandos del poderoso Regimiento 3 de Paracaidistas (Fuerza de Elite de la OTAN), tratan de infiltrarse en las posiciones nacionales. Algo sale mal.

Un soldado británico pisa una mina y se desata el peor de los infiernos. El fuego se propaga a los días 12 y 13 de junio, con más de treinta horas de feroces combates. Llueven balas, bombas y misiles de un bando a otro, se da batalla cuerpo a cuerpo a punta de bayoneta.

El RI7 resiste con bravura y firmeza, pero pierde treinta y seis vidas en la contienda y los heridos suman ciento cincuenta y dos, algunos de suma gravedad. Un tendal de combatientes argentinos y británicos (veintiséis caídos) yacen sin vida sobre la turba malvinense. 

LA ANTESALA DEL FINAL. LA BANDERA NO SE ENTREGA

La batalla parece llegar a su fin. Los ingleses nos superan en número, a razón de tres compañías contra una. Avanzan, y el Teniente Coronel Omar GIMENEZ a cargo del RI7 propone a los Tenientes Jorge GUIDOBONO y Miguel CARGNEL, ambos de heroico desempeño en batalla, enterrar la bandera para evitar que caiga a manos del enemigo. Se encuentran situados en el Monte Wireles Ridge, a tres kilómetros del Longdon, en medio de una furiosa lluvia de proyectiles, en ese dramático contexto deliberan que destino darán a la bandera.

VUELVE CON NOSOTROS AL CONTINENTE 

Los Tenientes Guidobono y Cargnel (éste último abanderado de la compañía) se oponen a dejarla enterrada o eventualmente incinerarla y persuaden a su superior de trasladarla oculta al continente. La desentierran, la sacan de la bolsa de plástico donde se encontraba a resguardo, y la reparten. 

Guidobono, introduce en el forro de su abrigo Duvet el paño de 75 cm por 1 metro; la corbata y el moño quedan en poder de CARGNEL que lo disimula entre sus ropas y las quince condecoraciones de guerra se camuflan en el interior de los borcegos, cinturones y guantes de otros combatientes.

Finaliza el combate y los soldados argentinos son trasladados a Puerto Argentino y desde allí los embarcan con rapidez en el buque inglés Camberra, en el que retornan.

Miguel Cargnel, en su condición de Jefe de la Segunda Sección Anti Tanques y Apoyo Complementario, es retenido para ser interrogado. Lo mismo ocurre con Guidobono, Jefe de Comunicaciones del RI7. Los jóvenes oficiales de 24 años de edad fueron transportados por aire a la Bahía San Carlos, dónde permanecen encerrados durante quince días en un enorme frigorífico. Son jornadas difíciles y a pesar de las permanentes requisas, Guidobono y Cargnel, se las ingenian para que su tesoro patrio no resulte detectado por el enemigo.

“Fue durísimo” – le dice a EL DIA Miguel Cargnel- evocando las dos semanas en cautiverio como prisionero. “Dejamos Malvinas a bordo del navío inglés Saint Edmon, rumbo a Puerto Madrin, donde desembarcamos el 14 de julio”.

A bordo del Saint Edmon se desencadena un episodio de extrema tensión, cuando los argentinos son sometidos a una nueva revisión y un británico, de ascendencia latina, percibe que en el Duvet de Guidobono había algo extraño. En castellano y con vehemencia le ordena entregar lo que oculta, a lo que el joven se niega rotundamente. Mientras se acrecienta la presión, el soldado reitera la orden, mientras otros argentinos rodean a Guidobono en señal de respaldo.

El soldado inglés martilla su fusil en el preciso momento en el que un oficial de rango,  alertado por el tono de la discusión advierte que nuestros soldados están dispuestos a todo, aún desarmados. Entonces el Jefe inglés dice a sus soldados que si el argentino estaba dispuesto a dar su vida por aquello que llevaba oculto había que dejarlo pasar, en un claro acto de caballerosidad, camaradería y respeto propio de combatientes.

El 17 de julio, los jóvenes héroes llegan de regreso al Regimiento y se reúnen con sus camaradas que traen consigo cada una de las partes de la gloriosa insignia.

¿WHERE WAS THE FLAG?

¿Dónde estaba la bandera? Se debe preguntar, aún hoy, el Comandante Kevin Robinson, a cargo del temible Regimiento 3 de paracaidistas, a quien en su momento este cronista localizó en Irak, donde dirigía una Agencia de Seguridad. En un país en que la vida de una persona vale menos que el plomo que la mata.

Robinson, reconoció la valentía y el arrojo de nuestros soldados y admitió “nos combatieron de igual a igual”.

“Perder la bandera a manos enemigas – explica el Subteniente Gastón Lombardi, Director del Museo Histórico Militar Julio Argentino Roca, donde se guarda el glorioso pabellón en el RI7 de Arana – es asimilable a una verdadera deshonra para un hombre de armas”. Y agrega que “existe una tradición, una norma convencional no escrita que determina que el Regimiento que pierde su estandarte en combate debe recuperarlo en combate”.

Lombardi hace una analogía con el caso del Regimiento 71 Irlandés que perdió su Bandera a manos criollas durante las invasiones inglesas. “Desde entonces desfilan sin su estandarte, lo que es humillante para un ejército”, tanto es así que los ingleses procuraron recuperarla por diversos medios. En una oportunidad, intentaron sustraerla a través de un presunto grupo turístico, y la segunda vez quisieron comprarla, pero resultaron fallidas ambas tentativas.

HOY MAS QUE NUNCA “ALTA EN EL CIELO”

“Todos los 11 de junio la bandera es retirada del Museo y encaramada al mástil flamea orgullosa al frente de las tropas que desfilan en honor a los combatientes caídos en la Batalla del Monte Longdon” termina diciendo Lombardi mientras posa con veneración junto a la enseña patria.

Alta en el cielo, un águila guerrera, flamea en honor de lo que se fueron y volvieron. Y en señal de respeto y gratitud en honor los que se fueron… y no volvieron.

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Subteniente Gastón Lombardi, Director del Museo Histórico Militar Julio A. Roca, junto a la legendaria Bandera

Posición argentina en Monte Longdon. Morteros de 105 milímetros y misiles Kobra esperando al enemigo

Dos jóvenes soldados de 24 años arriesgaron todo por su bandera

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