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Ampliación de la coalición: un acuerdo difícil sin que implique algún tipo de ruptura

Ampliación de la coalición: un acuerdo difícil sin que implique algún tipo de ruptura

¿Tres para triunfar? se complica la interna del PRO y de JxC/archivo

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

6 de Junio de 2023 | 02:31
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El “cuarto intermedio” en la reunión de ayer de Juntos por el Cambio fue la receta que encontraron los titulares de los partidos que lo integran para que la sangre no llegue al río. Hasta anoche, asomaba como prácticamente imposible un acuerdo civilizado para la incorporación del peronista cordobés Juan Schiaretti a la coalición opositora sin que ello implique algún tipo de ruptura.

Las anexiones de José Luis Espert, una pata liberal que en algún punto compite con Javier Milei, y del partido GEN de Margarita Stolbizer, de perfil progresista y muy identificado con denuncias de corrupción contra el kirchnerismo, parecen más fáciles de concretar, aún cuando los “halcones” del PRO vean en el primero a un competidor directo para las PASO si es que finalmente se presenta como pre-candidato presidencial.

Los pro y los contra

El ingreso de Schiaretti a Juntos es impulsado sobre todo por el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y por el radical Gerardo Morales, que actúan notoriamente en tándem en casi todo lo relacionado a la vida interna de la alianza. El sector peronista de Miguel Pichetto y la Coalición Cívica de Elisa Carrió también acompañan.

Todos ellos creen que JxC debe ampliarse hacia sectores políticos con los que, en un eventual gobierno, se pueda negociar tranquilidad legislativa y apoyo a medidas iniciales que indefectiblemente tendrán un costo social y de popularidad. En definitiva, gobernabilidad futura. La búsqueda del famoso 70 por ciento de consenso dirigencial que postula Larreta.

Pero Patricia Bullrich y Mauricio Macri, éste en su rol actual de jefe político de la dama y pescador de recursos para su campaña, resisten la laxitud que proponen los anteriores. En la mesa de ayer, esa postura la encarnó el titular del PRO nacional desde que la exministra dejó ese sillón para dedicarse a trabajar en su precandidatura presidencial: Federico Angelini.

Bullrich y Macri, solamente abocados a ver cómo le ganan las Primarias al alcalde porteño, estiman que el desembarco del gobernador de Córdoba es una jugada de Rodríguez Larreta para perjudicar a la exministra en el test de agosto. Lo dicho: lo mismo piensa Bullrich sobre la llegada de Espert a Juntos, pero acaso le preocupe menos porque es claro que tiene una densidad política menor a la de Schiaretti.

Un indignado Luis Juez, candidato a gobernador de Juntos en Córdoba para la elección que se realizará el domingo 25 de este mes, irrumpió ayer en la reunión como el actor que hizo naufragar el debate por la incorporación de Schiaretti. No estaba invitado y, de hecho, viajó a los rajes a capital federal en su auto para llegar a tiempo.

El senador compite con el schiarettismo en la provincia mediterránea. De hecho, intenta erigirse como el némesis local del mandatario. Se entiende su disgusto y que subraye que es una contradicción aliarse con su enemigo. Pero la suya no deja de ser una necesidad provincial como respuesta a un planteo nacional, conceptualmente más abarcativo que el objetivo de terminar con la hegemonía peronista en La Docta.

la postura del expresidente

La obsesión de Macri por cuidar el purismo de la marca PRO y su añoranza de volver a la identidad del primer Juntos, el del 2015 cuando se llamaba Cambiemos, parece estar llevando a la principal coalición opositora a los límites de su supervivencia. El “factor Milei” debería interpelar al ex presidente, salvo que, como dice Lilita con esa brutalidad que la caracteriza, prefiera que gane el libertario antes que ver coronado a otro presidente de su espacio que no sea él.

Porque eso es lo que Macri no ha podido digerir: ya no es el líder indiscutido de Juntos por el Cambio, acaso porque en los tres primeros años de Alberto Fernández como presidente no trabajó de jefe de la oposición como esperaba su electorado. Pudo esquivar el parricido político por un rato con una herramienta llamada Bullrich que le sirve como amenaza y dique de contención al avance de su ex pupilo Larreta. Quien, por modismos propios, parece transitar la campaña a un cambio menos que la ex ministra de Seguridad. En el búnker de la dama aclaran, por cierto, que ella no está ansiosa para que Macri le levante la mano.

Estiman que Schiaretti es una jugada de Larreta para perjudicar a la exministra

El rechazo a la “peronización” de Juntos encuentra a Macri en cierta actitud contradictoria. En 2019, él optó por llevar a un candidato a vicepresidente del PJ no kirchnerista, con la idea de ampliar su base electoral. Fue Pichetto pero antes se lo ofreció al propio Schiaretti, que es su amigo personal y se conocen desde que el “Gringo” trabajaba en las empresas de su fallecido padre.

Y a fines de marzo de este año, cuando anunció que se bajaba de la carrera presidencial, explicó esa decisión entre otros puntos en la necesidad de ampliar Juntos por el Cambio para desalojar al kirchnerismo del poder, que ya va por su cuarto gobierno.

Diferencias

De ese momento a estos días, al expresidente parece habérselo devorado la obsesión por derrotar y humillar internamente a Larreta quien, en otra veta diferenciadora de su exmentor, parece respetar mucho más al radicalismo como socio político de lo que lo ponderaba Macri.

Al punto que el alcalde le ha facilitado la tarea al centenario partido de posicionarse muy competitivamente para pelear por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La CABA es un territorio que Mauricio considera propio, casi escriturado, al punto que estima que no habrá ningún tipo de rechazo social a su experimento de mudar a su primo Jorge desde Vicente López para competir con el radical Martín Lousteau.

 

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