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Información General |MATERNIDAD POSTERGADA

Cuando ser madre se convierte en el último de los proyectos

Mujeres platenses cuentan cómo abordan su planificación familiar entre la realización personal, las presiones sociales, los deseos y el aspecto económico. Las que tienen pareja y las que no. Y las puertas que abre la ciencia

Cuando ser madre se convierte en el último de los proyectos
Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

2 de Julio de 2023 | 04:18
Edición impresa

Afianzarse en el mundo profesional, concretar otro tipo de proyectos como tener una casa propia o simplemente elegir disfrutar de otras cosas previo a embarcarse en la maternidad, hacen que el “momento ideal” para tener hijos se posponga cada vez más en el tiempo. Lejos quedó la época en la que la presión social empujaba a las personas a casarse y a formar familia como el único proyecto posible de realización. Y, en muchos casos, la vida pasó a ser como cumplir con una determinada lista de ítems hasta llegar, finalmente, al momento de tener un hijo.

Magalí tiene 28 años, hace seis que vive con su novio, con quien está en pareja desde que son adolescentes. Ambos son egresados de la UNLP y trabajan de lo que estudiaron. En base a la concepción tradicional. Cualquiera diría que parece que “cumplen” con todos los requisitos necesarios y que el próximo paso a dar sería el de agrandar la familia. Pero los jóvenes aún no se encuentran listos.

“Yo prefiero esperar”, aseguró Magalí quien recordó que de más chica pensaba que iba a ser mamá “entre los 25 y los 30 años. Creía que iba a tener la vida resuelta a esa edad. ¡Qué inocente!”, confesó. Y agregó que “con el paso del tiempo fui corriendo cada vez más esa barrera, ahora me gustaría serlo después de los 35”.

 

“Cuando pensaba en tener hijos, me daba temor tener que frenar otros proyectos”

 

De todos modos, si bien “la maternidad está dentro de mis proyectos, no es mi proyecto principal, no es mi anhelo más importante”, sostuvo. “Primero me gustaría ocuparme de mí, de mi carrera, de mis actividades y viajar”. Pero además espera contar con otras bases económicas a la hora de traer un hijo al mundo, como “tener una casa propia y no estar alquilando”.

LAS PRESIONES SOCIALES

Cuando era más chica, Anabela, que actualmente tiene 29 años, soñaba con tener hijos: “En mi mente tenía la idea de una familia feliz, de película y después me di cuenta que era más por un mandato social”. Cuando creció se dio cuenta de que, aunque no la descarta, la maternidad no era su prioridad, sobre todo cuando entendió que sus fantasías familiares estaban más ligadas con “hacer abuela a mi mamá, que en convertirme yo en madre”, señaló.

Con los años fue pasando por distintas posturas. “Ahora pienso que sí, que quiero ser madre. Pero primero quiero hacer determinadas cosas, crecer yo y después tener un hijo”, expresó. “Obvio que lo pienso así porque en mi caso no hay accidente posible, entonces tengo realmente la posibilidad de planearlo”, aclaró la joven que desde hace dos años está de novia con Mailen, quien tampoco tiene deseo de convertirse en madre por el momento.

Pero además, analizó con detenimiento las distintas formas que hay de convertirse en mamá y reconoció que “tengo en mente adoptar o que los tenga quien sea mi pareja en ese momento. Yo no quiero gestar”.

“Me da miedo transitar un embarazo, hay muchos mitos en torno al dolor y eso me frena. Pero además, tengo muchos problemas con mi imagen corporal y me da miedo ‘arruinar’ mi cuerpo”, se sinceró.

Establecerse económica y laboralmente o el deseo de hacer otras cosas antes de tener la responsabilidad de criar a un hijo son los argumentos que se repiten una y otra vez.

“Antes, cuando pensaba en tener hijos, me daba temor tener que frenar otros proyectos”, confesó Agustina. Pero ahora que está cerca de cumplir los 30 años, su mirada cambio: “Actualmente me veo siendo madre, ya no veo una contradicción en tener hijos y seguir adelante con mis cosas”.

De quedar embarazada hoy “continuaría con el embarazo, por más que no coincida con mis planes”. Es que ser madre es un paso que piensa dar a futuro, “después de los 35. Quiero esperar a tener una situación económica más estable, a estar más preparada”, dijo. Y añadió: “Mi mamá siempre dice que nunca se está del todo preparada, pero por más que tenga razón, lo que sí hay es momentos más oportunos que otros para encarar un proyecto de familia”.

LOS RIESGOS DE ESPERAR

Después de los 35 años parece ser -para muchas mujeres- la barrera elegida como punto de partida para emprender el camino de la maternidad. Aunque otras tantas lo llevarían más allá de no ser por el “reloj biológico”. A diferencia de lo que ocurre con los hombres, que pueden convertirse en padres en cualquier momento de la vida -casos como los de Al Pacino o Alberto Cormillot ilustran esto-, las mujeres no cuentan con tanto margen para postergar un embarazo.

Pero claro, no es la única forma de ser madre. La adopción siempre es una opción y la ciencia también brinda sus posibilidades. Es ahí donde la criopreservación de óvulos se convierte en una opción.

El congelamiento de óvulos ganó mucha popularidad en el último tiempo. Tal es así que la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva señaló que en el país esta práctica crece a un ritmo de 20 por ciento anual. Además registraron un cambio en la edad en la que las mujeres acuden a consultas para realizarse este tratamiento, mientras que hace cinco años lo hacían entre los 38 y los 39 años, ahora comienzan a los 33.

 

“Primero quiero hacer determinadas cosas, crecer y recién después tener un hijo”

 

La contra de la criopreservación viene desde el lado económico, ya que es un tratamiento muy costoso. “Yo averigüe el año pasado y cuando me puse a sacar cuentas tenía que vender el auto para poder pagarlo”, destacó Valentina. Ella tiene 34 años y siempre postergó el proyecto por distintos motivos, “porque quería esperar a estar más madura o porque quería compartirlo con alguien. Nunca sentí que era el momento indicado”.

El valor de la criopreservación se compone de distintos factores: el tratamiento en sí cuesta alrededor de 1.800 dólares y a eso se le suma la medicación que oscila entre los 300.000 y 400.000 mil pesos. Además se debe abonar otro monto de dinero a modo de mantenimiento, que varía según el centro donde se realice, pero que ronda los 200 dólares anuales.

En medio de todos estos vericuetos, entre necesidades, gustos, alternativas, oportunidades, parejas, dinero y decisiones que a veces se imaginan como complejas de dar, se extiende entre muchas mujeres la idea de postergar la maternidad hasta que lleguen el momento y las condiciones oportunas. Y La Plata no es ajena al fenómeno.

 

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