Sigue abierto el ciclo delictivo en centros educativos de la Región

Las escuelas de la Región están enfrentando una situación crítica, debido a la creciente inseguridad. Motivados por un inexplicable ensañamiento, los delincuentes no dan respiro a los establecimientos educativos, atacándolos una y otra vez, para llevarse lo poco que queda y causando destrozos, cuyo costo de reparación excede ampliamente el valor de lo obtenido.

En este contexto, un centro escolar de Ringuelet volvió a ser saqueado en las últimas horas. Se trata de la Escuela Secundaria Nº 69 que, justamente, se venía recuperando de un reciente robo.

Tal como informó este diario, el pasado 16 de enero, una banda de delincuentes se apoderó de varios objetos de valor causando, además, graves daños.

Las cifras que maneja dicho establecimiento son verdaderamente alarmantes, ya que se consumaron nada menos que cuatro robos en los primeros 15 días de este año.

Según expuso en aquel entonces Mariano Toledo, director de la escuela, el año pasado (por 2024) “hubo entre 5 y 6 robos, pero también vandalismo”.

En este marco, con los cinco robos contabilizados durante 2025 y, la situación de emergencia que atraviesan las escuelas por la inseguridad, es muy probable que en pocas semanas se superen las cifras del 2024.

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La situación es aún más preocupante si se piensa que aún le restan más de 10 meses de este ejercicio escolar.

Ayer este espacio de educación volvió a convertirse en blanco de la inseguridad.

Al igual que la cantidad de personas que actuaron en el atraco, son incontables las pérdidas que dejaron con rejas dobladas, puertas de armarios destrozadas y un sinfín de faltantes cuyo inventario, muy probablemente, no se llegará a completar antes de volver a sufrir otro episodio.

A este hecho se debe sumar el hecho cometido durante el fin de semana en la Escuela Secundaria Agraria N° 1 “Tierra de Inmigrantes” de Berisso. Su comunidad educativa amaneció con la triste noticia de un robo con vandalismo en sus dependencias.

La denuncia fue realizada por una docente del establecimiento, quien al llegar alrededor de las 08.00 de la mañana al lugar, notó algo extraño. Al ingresar al edificio, su mirada fue directamente hacia la biblioteca, pero lo que encontró no era ni el silencio habitual ni el orden de siempre.

Una de las ventanas se encontraba abierta, lo que llamó su atención de inmediato. Al acercarse, se percató de que la malla de alambre, ubicada antes de las rejas de seguridad, estaba dañada, lo que indicaba que la intrusión había sido forzada.

Pero lo peor estaba por descubrirse: al ingresar al aula, el lugar estaba completamente desordenado, como si alguien hubiese estado buscando algo sin prisa, pero con mucha determinación.

Tras una revisión más exhaustiva, la docente constató la falta de varios elementos clave para el funcionamiento del establecimiento. El botín no era grande, pero sí significativo: dos monitores y un CPU.

Según el Consejo Escolar de La Plata, más de la mitad de los edificios educativos de la ciudad no cuentan con alarmas ni sistemas de seguridad adecuados.

Las rejas y candados colocados en un intento por frenar los robos no son suficientes.

Al igual que en los robos a clubes barriales, los más afectados son los niños, a quienes se les priva de los recursos necesarios para su desarrollo.

Esto ha llevado a que docentes, directivos y hasta el personal de limpieza, se vean obligados a llevarse a sus casas los insumos y materiales.