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Deportes: ahora, lo importante es disfrutar

Cansados y aburridos de las actividades físicas tradicionales, muchos se animan a probar nuevas experiencias que, lejos de ser modas pasajeras, llegaron para quedarse. Entrenamiento funcional, kangoo jump o Roller Derby son sólo algunas de las nuevas tendencias deportivas que suman cada vez más adeptos

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21 de Mayo de 2016 | 02:03

CLARISA FERNÁNDEZ

Hace tiempo que tener una “vida sana” se transformó en un mandato para muchos jóvenes y adultos que, por distintas razones, buscan incorporar en sus vidas hábitos más saludables. Una de las condiciones sine qua non para lograrlo es hacer ejercicio físico de manera regular, además de tener una dieta equilibrada. Pero como todo cambia, todo pasa y se recicla, los gimnasios tradicionales y los circuitos convencionales de entrenamiento hoy se ven desafiados por nuevas ofertas deportivas que mezclan el juego, el disfrute y la exigencia.

Rebotar no está nada mal

Dentro de estos raros deportes nuevos, encontramos el ya famoso kangoo jump. A diferencia de lo que se suele creer, ese nombre no designa al deporte en sí, sino a la herramienta que lo hace posible. Las botas mágicas nacieron originalmente con un propósito médico: la rehabilitación de pacientes con dolencias como hernias o disfunciones en las rodillas, luego, fueron adaptadas para un uso general. Tienen bajo su suela una forma elíptica con resorte y bandas de goma que producen un rebote al usarlas. Al absorber un 80% del impacto del movimiento, cuidan las articulaciones del usuario, además de quemar calorías y mejorar la salud cardíaca.

María Mercedes Ceci tiene 36 años y hace 5 que se dedica a enseñar esta práctica deportiva en La Plata. Conoció el kangoo jump a través de una amiga y, dice, se enamoró: “fue amor a primera vista”. Mercedes es una apasionada del deporte. Cuando era niña hacía gimnasia artística; años después entrenaba tres o cuatro horas en el gimnasio y hacía body system y ahora da clases sin parar en su Kangoo Club La Plata, a personas desde los 12 hasta los 60 años. “Incluso he llegado a tener familias, tres generaciones juntas”, comenta.

Luego de hacer el curso, Mercedes se especializó con un entrenamiento intensivo en Estados Unidos, donde se interiorizó de las distintas opciones que ofrece este deporte: no sólo correr y caminar, también las clases de salón -kangoo power – donde se hacen coreografías, o Boot Camp, que es un programa al aire libre con entrenamiento militar.

El kangoo jump no es exclusivo de la ciudad, sino que puede practicarse a lo largo y ancho del país: distintas zonas de Capital Federal, Rosario y Córdoba son algunos de los lugares en donde no es raro encontrar grupos de gente saltando sobre estas botas mágicas.

Del odio al amor por el entrenamiento

María Victoria Campagnone y Ramiro García Torres tienen 32 años y están casados hace seis. Ella es profesora de Inglés y él, de Historia. Además del hogar y de su pequeña hija, Ana Catalina, ambos comparten un rato de gym dos veces por semana. La práctica que los une es el entrenamiento funcional, otro de los booms que en los últimos años atrajo a miles de personas por su variabilidad y su dinámica entretenida. Desafiando la seguidilla de ejercicios tradicionales de los gimnasios, lo que propone el entrenamiento funcional son circuitos de ejercicios cortos, de 40 segundos de duración, en una especie de postas a través de las cuáles las personas van pasando a lo largo de la clase, que dura unos 50 minutos. El ABC de este deporte indica que se trata de entrenar con un propósito específico, según la necesidad de cada persona. Se busca, además, mejorar la fuerza y el acondicionamiento de aquellos que lo utilizan.

Victoria y Ramiro practican entrenamiento funcional desde febrero y admiten que, además del ejercicio en sí, utilizan este espacio para hacer algo juntos. “Yo soy anti-deporte”, admite Victoria “hice todo y no me gustó nada. Pero esto está bueno porque no es tanto tiempo y te sentís mejor cuando salís. Te descargás. Además estás en grupo y te distraés en la rutina”. Porque si algo tiene este entrenamiento es dinamismo, además de ser personalizado.

A diferencia de su esposa, a Ramiro siempre le gustaron los deportes: en la secundaria jugaba al básquet y cuando empezó la facultad comenzó a participar de torneos de fútbol. Pero en el 2013 el fútbol le jugó una mala pasada y se fracturó la tibia y el peroné: estuvo siete meses sin siquiera poder caminar. “Había perdido esos momentos”, recuerda. Las veces que intentó retomar le molestaba la pierna. El entrenamiento funcional le devolvió la posibilidad de practicar un deporte: “Es como ese cable a tierra de hacer algo y no estar pensando en nada más y no tiene el tedio del gimnasio común, estas continuamente cambiando, entonces no te aburrís”, afirma.

El entrenamiento funcional parte de bases similares a los de otras variantes en modos de entrenamiento alternativos como el ciclo indoor, body combat, body pump, entrenamiento en suspensión o crossfit. Dentro de los beneficios que acusa el entrenamiento funcional, encontramos una mejora en la movilidad articular y muscular, un alto gasto calórico, el perfeccionamiento de las habilidades motrices y la postura corporal, y su orientación lúdica, ya que utiliza distintos materiales y movimientos.

Roller Derby: deporte de culto

Agustina Mollo es una platense de 27 años, que desde enero vive en Capital Federal. Si bien nunca fue amante de los deportes, en el 2010 una amiga suya –Manuela- le comentó que estaba comenzando una convocatoria para armar un grupo de Roller Derby en La Plata, ya que ella participaba de un equipo en Capital. Agustina no sabía bien de qué se trataba, por lo que se puso a averiguar y pronto encontró la película estadounidense Whip it, del año 2009, gracias a la cual muchas personas conocieron el deporte. Desde octubre del 2010 hasta abril del 2011, cuando comenzó a entrenar el equipo, tanto ella como quienes fueron acercándose a la convocatoria tuvieron que empezar de cero: no tenían patines, no sabían el reglamento, no tenían entrenador. Pero ese largo y tortuoso proceso tuvo sus frutos: hoy hace cinco años que forma parte del equipo Chat Noir, uno de los cuatro de Roller Derby que hay en La Plata.

Este deporte, nacido y bautizado en Estados Unidos, a principios del siglo XX, consta de dos equipos de cinco jugadoras cada uno –cuatro bloqueadoras y una jammer- que buscan sumar puntos deslizándose sobre patines en una pista ovalada. Se trata de un deporte de contacto donde el partido dura una hora, dividida en dos tiempos de treinta minutos. El partido se divide, a su vez, en jams –que pueden durar hasta dos minutos–. “La dinámica del juego es bastante complicada”, reconoce Agustina “hay situaciones que no se pueden comprender cuando uno ve el primer partido. El reglamento es larguísimo, tiene casi 60 páginas y hay muchas cosas que no se pueden hacer, porque se apunta a que los bloqueos sean seguros, a no lastimar a las rivales”.

A diferencia del kangoo jump y el entrenamiento funcional, el Roller Derby es muy competitivo y requiere mucho trabajo en equipo. “Estar aisladas no sirve, hay que armar estrategias que te permitan sumar los puntos y mantenerte junto a tus compañeras bloqueadoras”, admite Agustina. Además, la jugadora afirma que si bien la muletilla del derby es que cualquier persona lo puede practicar, requiere un entrenamiento exigente, muy buena preparación física y disciplina. “Al final siempre quedan quienes están más comprometidas”, confiesa. Si bien es un deporte que nació siendo femenino, actualmente también hay equipos masculinos y mixtos. “En Argentina el equipo de hombres es campeón de Latinoamérica. Tenemos un muy buen nivel, tanto femenino como masculino”, cuenta, orgullosa, Agustina.

Algo más que tendencias

Mercedes Ceci admite que la gente se mueve mucho por la moda, pero cree que el kangoo jump ya se instaló en la ciudad. “La verdad es que hay un crecimiento de la actividad en los últimos años, porque la gente busca hacer algo diferente, que no los aburra. Aparte hacer algo al aire libre también les gusta”, comenta. Si bien a primera vista parece un deporte femenino, las botas canguro están diseñadas –en sus distintos tamaños- para que las use cualquier persona, de cualquier edad y sin entrenamiento previo, con excepción de las mujeres embarazadas. Por eso también lo practican hombres, aunque son los menos “no se animan mucho”, sonríe Mercedes.

Otra de las razones por las que se ha hecho popular el deporte saltarín es por el tipo de actividad que genera: las clases son amenas y divertidas, “familiares”, cuenta Mercedes. Quizá lo más difícil sea poder comprarse uno mismo el par de botas, el valor asciende aproximadamente a los $6500. Por eso la mayoría de los profesores ofrecen incluir el alquiler de las mismas en las clases. “Después, si la persona se enamora de la actividad se las puede comprar”, concluye Mercedes.

Como enfatizan Victoria y Ramiro, el entrenamiento funcional también puede ser familiar y entretenido. Compartir tiempo juntos, en su caso, es un punto más en todos los beneficios que este deporte les trajo: entrenar de manera personalizada según la necesidad de cada uno, poder divertirse, despejar la cabeza, cambiar la rutina y generar un hábito saludable. Ellos comparten los 50 minutos de clase con otras diez personas, con quienes van rotando cada ejercicio mientras la profesora les explica qué músculos están trabajando en cada sesión. “Además, la profesora cambia los ejercicios cada semana”, afirma Ramiro “lo que se llama una progresión: cada semana es distinto y va aumentando en intensidad”.

Chat Noir, el equipo de Agustina, entrena en el club “Estrella del Sur” de Los Hornos. Hasta allí viaja desde Capital, cada sábado, para entrenar. Para ella, hacer Roller Derby no se trata de un hobby o una práctica relajada: “La persona que lo haga tiene que tener una visión deportiva, sino se frustra. A la gente que se suma le tomamos examen del reglamento y de patín. Además las clases son exigentes, tenés que cumplir con la asistencia. Es un deporte de alto rendimiento, o lo hacés bien o no lo hacés”, sentencia. Sin embargo esta exigencia no anula las satisfacciones que el deporte le ha dado, ya que a lo largo de su trayectoria como jugadora, y con una lesión de por medio, el significado de la práctica deportiva para ella cambió. “Antes tenía pretensiones como entrenar mucho y ser parte de la selección –recuerda- y ahora me parece que lo que más valoro es poder jugar con mi equipo, participar de las actividades que organizan, dar mis conocimientos a las jugadoras nuevas y a mis compañeras de siempre. Creo que lo mejor siempre es pensar en el equipo y la unión más que en el éxito personal”.

Las chicas del Roller Derby en la ciudad de La Plata siempre tienen la convocatoria abierta para que ingresen nuevas jugadoras. Además de Chat Noir, al equipo “Parias” se lo puede encontrar en el Club Circunvalación, “Alianza Rebelde” entrena en el Club Unidos del Dique, y “Dinastía en el Colegio Albert Thomas. La mayoría de los equipos cobran una cuota que sirve para cubrir los gastos del espacio en donde se entrena, el seguro deportivo o el entrenador, en el caso de que sea pago. El Kangoo Jump tiene casi diez sedes oficiales en ciudad, y el costo mensual es de aproximadamente 400 pesos, dos veces por semana. En el caso del entrenamiento funcional, actualmente la mayoría de los grandes gimnasios lo ofrecen como parte de sus servicios, y su costo es de alrededor de 300 pesos mensuales, dependiendo el lugar y la cantidad de veces que se concurra

Mercedes, Ramiro, Victoria y Agustina encontraron nuevas experiencias no sólo de entrenamiento físico, sino también de satisfacción personal. Desafiando los ejercicios tradicionales, estos nuevos deportes crean vínculos y generan vivencias que articulan la actividad física con la superación personal y la ruptura de la rutina. Porque a pesar de la competencia, el sudor y la disciplina, lo importante, aun en el deporte, es poder disfrutar.

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