Golpes y amenazas en una mañana de terror en la casa de una jueza en Gonnet

La casa de la jueza de Cámara platense Laura Lasaga, situada en el corazón de la localidad de Gonnet a metros de la República de los Niños, fue escenario de otro caso en el fenómeno de las entraderas en la Región. A primera hora de la mañana, tres ladrones irrumpieron a través de un portón para autos en la vivienda de 21 y 495 y redujeron en forma violenta a su esposo y a una empleada doméstica para llevarse joyas y una suma de dinero no especificada.

La novedad corrió rápido por el barrio, conformado en esa zona por viviendas con parques verdes amplios. Todos se conocen y comparten la preocupación por la seguridad. Según le dijeron a este diario algunos vecinos, en un lapso de un año robaron en varias familias que viven sobre la calle 495 y también en calles aledañas.

Por la tarde, en la casa de Lasaga se hacían maniobras de revisión con un portón corredizo de hierro y madera que comunica el garage con la calle. La familia prefirió evitar comentarios acerca del asalto ocurrido a las 8.30, pero, según fuentes policiales, en esa área de la propiedad empezó todo. Mientras estaba momentáneamente abierto, por allí ingresaron tres hombres e interceptaron a Carlos Martiarena, esposo de la jueza, quien se organizaba para iniciar su jornada laboral. Lasaga ya había salido hacia la suya y en la vivienda solo quedaba una empleada encargada de las labores domésticas.

Los ladrones amenazaron con armas al abogado de 57 años y lo obligaron a entrar en la vivienda ubicada a varios metros de la vereda y rodeada en todo el perímetro de la línea municipal por un ligustro.

Según las fuentes policiales consultadas, los delincuentes golpearon al hombre en la cabeza con un arma al menos en dos oportunidades. El objetivo era reforzar el amedrentamiento. Ya en el interior de la casa también amenazaron a la empleada y comenzaron a revisar todo en busca de objetos de valor. Así, armaron un botín con dinero en efectivo y algunas alhajas. La Policía informó que no se pudo precisar el monto ni el detalle de las joyas.

El asalto fue concretado en pocos minutos, según las fuentes consultadas y los tres ladrones abandonaron la vivienda en un vehículo que aguardaba sobre la calle 495, en el mismo punto por el que habían ingresado.

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Según pudo saberse, Martiarena no sufrió lesiones de consideración en el ataque de los ladrones.

No obstante eso, de fuentes cercanas se obtuvo que el asalto fue atribuido al contexto delictivo en general y no se vincula con la actividad de la jueza ni de su esposo.

JUECES, BLANCO DE LADRONES

Los magistrados judiciales fueron blanco de entraderas en el último año. En noviembre, la jueza de Cámara en La Plata, Ana María Bourimborde y Carlos Martínez, ex funcionario y ex legislador, fueron asaltados en su vivienda de 32 entre 17 y 18. Por la mañana, tres ladrones destrozaron la puerta a patadas y los ataron junto a sus hijos.

En junio, dos personas con ropas similares a la de un policía tantearon la puerta de la casa de la fiscal Florencia Budiño, en 10 y 34. Se sospechó que pudieron ser los mismo ladrones que 9 días antes, el 23 de mayo, habían asaltado a la jueza Claudia Greco, en 531 entre 2 bis y 3. La lista sigue: hace justo un año, en su casa de 40 entre 14 y 15, fueron asaltados la jueza Miriam Ermilli (fuero correccional) y su esposo, el defensor general, Omar Ozafrain.

Este diario habló con vecinos de la calle 495, quienes se mostraron sorprendidos de la audacia de los ladrones para concretar un asalto a plena luez del día, sobre una arteria de tránsito frecuente, vía de comunicación entre los caminos Belgrano y Centenario. A la vez, por las perpendiculares, como es el caso de la calle 21, en esas horas se mueven vecinos que hacen ejercicio en la República de los Niños.

A nadie sorprendió que hubiera un robo en la zona. “Esto ya es común y muy preocupante. El año pasado robaron en tres casas sobre la 495, a un lado y otro del cruce con 21. Además, esta semana tuvimos otros en 493 bis entre 17 y 18, y en 495 entre 16 y 17”, contó una vecina que pidio reservar su identidad.

En la zona exigen vigilancia policial y control mediante el sistema de monitoreo público por cámaras. Los vecinos también piden lomos de burro, las clásicas barreras que obligan a disminuir la velocidad.