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Policiales |UN CASO COMPLEJO

La odontóloga sigue sin aparecer y el suicidio de su pareja trajo más angustia

Gissella Solis falta desde hace casi una semana. Abel Campos se alojó en un hotel de 49 y 14, donde se descerrajó un tiro en la cabeza al advertir que la policía tocaba la puerta. Buscan reconstruir sus últimas horas

La odontóloga sigue sin aparecer y el suicidio de su pareja trajo más angustia

Gissella Solis Calle tiene 47 años y falta desde el miércoles / Facebook

22 de Enero de 2019 | 02:35
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Después de buscarlo durante casi 48 horas, el tiro que se escuchó en el cuarto de hotel donde se refugió Abel Casimiro Campos (55) mató cualquier esperanza de encontrar respuestas sobre el paradero de su pareja, la odontóloga Gissella Solis Calle (47).

Lo que encontraron los policías fue a este ex combatiente de Malvinas agonizando en el piso, con un tiro de escopeta en la cara y la citación para ir a declarar a la DDI arriba de una mesa. Lo llevaron al hospital San Martín, donde murió un par de horas después.

Ayer mismo los investigadores allanaron la casa de Campos y secuestraron su camioneta para peritarla. Mientras tanto, Gissella sigue desaparecida.

Como se ha venido informando, el rastro de la profesional se perdió el miércoles a la mañana en su casa de 127 entre 57 y 58, del barrio Villa Argüello, en Berisso, donde vive sola.

“Ella los miércoles se queda en La Plata a hacer trámites, pensamos que se había dedicado de lleno a sus cosas. El jueves tampoco tuvimos contacto y, si bien estábamos preocupados, pensamos que podría estar aún con esas tareas”, explicó Mariela Solis Calle (51), su hermana, sin pasar por alto que mientras la relación con Campos iba bien, Gissella dedicaba ese día a estar juntos.

Pero este noviazgo que había empezado hace unos seis años tuvo un quiebre hace tres, cuando la odontóloga descubrió que Campos “hacía una doble vida. Mi hermana le planteaba ‘o estás acá o estás allá”, por la familia compuesta por una esposa y dos hijos que el hombre tenía en la localidad de Lobería, refirió Roberto, otro hermano de la mujer.

Los problemas se habían profundizado en las últimas semanas por supuestas promesas incumplidas por parte de Abel, algo que habría angustiado a Gissella. De cualquier modo, aclaró Mariela, su hermana “venía cumpliendo con sus compromisos laborales como la atención de sus pacientes en un centro médico de la capital federal”, cuyo director los llamó el jueves para avisarles “que no se había presentado y que los pacientes la estaban esperando”.

Alarmados, los familiares de Solis contactaron a sus amigas, recorrieron hospitales y trataron de comunicarse con Campos, una vez que consiguieron su teléfono. Su explicación habría sido que a las 8.30 del miércoles discutió con Gissella “muy fuerte”, que fue a su trabajo en IOMA para fichar el ingreso y que regresó a la casa de su novia alrededor de las 9, con la intención de continuar la charla, pero ella “no le abrió más la puerta”.

“Gissella tenía dos teléfonos celulares. Uno estaba en la casa, pero al otro no lo encontramos hasta ahora”

Ana Medina
Fiscal del caso

 

Cada vez más preocupados por la falta de noticias, los parientes de la mujer fueron a su departamento e ingresaron por una puerta del fondo que estaba cerrada “sin llave”, según dijeron. Lo que vieron los decidió a hacer la denuncia.

“Manchas raras” en el flamante colchón que había comprado Gissella y estaba sin las sábanas colocadas, aunque “ella tiene un montón de juegos y las fundas de las almohadas estaban puestas”. Vieron, además, restos de vómito que alguien intentó limpiar, entre el inodoro y el bidet, un papel con sangre, el cepillo de dientes tirado en el piso y la crema dental en la bañera. Dos copas sin lavar y una botella de vino abierta.

“Ella es muy pulcra, de ninguna manera hubiera dejado copas sin lavar, o la cama sin tender”, coincidieron los hermanos.

Además, estaban los documentos, tarjetas de crédito y uno de los dos teléfonos que usaba Gissella, confirmó la fiscal Medina.

Ese mismo viernes los familiares se dirigieron a hacer la denuncia a la comisaría Cuarta de Berisso, que le dio intervención a la fiscal Ana Medina y ella sumó a la pesquisa a los gabinetes de Búsqueda de Personas y de Homicidios de la DDI La Plata.

LA BÚSQUEDA

Los investigadores intentaron contactar varias veces a Campos, lográndolo una sola vez, y por teléfono, el mismo viernes. “Dijo que iría a declarar el sábado, pero no se presentó y a partir de ese momento dejó de atender el teléfono”, dijo una alta fuente de la causa.

Fueron a buscarlo a su casa de 11 entre 481 y 481 bis, en City Bell, donde se entrevistaron con una sobrina que vive en otra propiedad del mismo terreno y les informó que su tío estaba en Lobería. Campos se comprometió a regresar a La Plata el domingo y, ante la falta de respuesta, se libró un comparendo compulsivo.

Finalmente, supieron que su esposa lo había traído desde Lobería el domingo a la mañana y que lo dejó en la esquina de su casa, pero Abel no fue a las oficinas de la DDI, donde lo esperaban, sino que le pidió a su hermano que lo llevara al centro de la ciudad para ir a visitar a un amigo. Su camioneta Nissan modelo X Terra supuestamente estaba en reparación en un taller mecánico de 461 y Camino General Belgrano, donde el domingo la ubicó y secuestró la Policía para someterla a distintos peritajes.

Decididos a encontrar a Campos, los detectives le ordenaron a su hermano que ofreciera más precisiones sobre el rumbo que había tomado Abel cuando se separaron en 15 y 40. Después de preguntar en varias casas de la zona llegaron al hotel Catedral, en 49 entre 14 y 15, cuyos recepcionistas confirmaron que ese hombre por el que preguntaban se había registrado horas antes con su verdadera identidad. Estaba en la habitación número 12. Todavía no era la 1 de la mañana de ayer.

Un policía de la DDI fue hasta el cuarto indicado y se identificó al tiempo que golpeaba la puerta, escuchando como toda respuesta el inconfundible estampido de un disparo.

Tras un par de segundos de conmoción, el oficial corrió hasta la recepción del hotel y pidió la llave para poder entrar. Campos yacía tirado en el piso, con un disparo en la cabeza, sin orificio de salida.

Una ambulancia lo trasladó al hospital San Martín, donde ingresó con vida y fue sometido a una cirugía compleja, a la que sobrevivió por un par de horas. Finalmente murió.

Desde la escena, la fiscal Medina ordenó preservar la habitación y secuestrar todo lo que allí había: una carabina calibre 22, un pasaje a Lobería, ropa, un cuchillo, dinero en efectivo, un teléfono celular y copia de citaciones para presentarse en la DDI.

Por este caso hay ya dos causas abiertas: una por averiguación de paradero y averiguación de ilícito (por la desaparición de Solis) y otra por “suicidio”, que investiga la muerte de Campos.

La camioneta Nissan X Terra amarilla de Campos estaba en un taller de 461 y Belgrano

 

Oficialmente ya se descartó que Campos tenga antecedentes por violencia de género. En las próximas horas fue citada a declarar su esposa, quien debía hacerlo ayer, pero “se descompensó”, dijo el mismo vocero.

El trabajo de los pesquisas avanza ahora en distintas direcciones: tratar de reconstruir todos los movimientos que hizo Campos desde el miércoles en adelante, con testigos, rastreos telefónicos y análisis de cámaras de seguridad, y el estudio de peritajes que se hicieron en la casa de la odontóloga, en la de su novio (allanada ayer a la tarde) y en la camioneta encontrada en el taller mecánico.

El vehículo, de un llamativo color amarillo, estaba “más que limpio”, lo describió un detective, porque Abel “lo llevó para arreglar el embrague y el mecánico le dijo que lo lavara hasta en la parte de abajo”, concluyó.

Ayer al mediodía trasladaron la camioneta de Campos hasta la sede de la DDI, donde policías de Científica la analizaron a fondo, sin hallar rastros, dijeron fuentes oficiales. También revisaron la vivienda de la odontóloga, donde la prueba de Luminol (que detecta restos biológicos) “dio un falso positivo”, por lo que este informe sigue abierto (ver aparte).

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Gissella Solis Calle tiene 47 años y falta desde el miércoles / Facebook

Abel casimiro Campos, de 55 años, tenía familia en Lobería / el dia

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