Los clubes de la Región siguen con la soga al cuello por gastos que no pueden afrontar

Ahogados; ya casi sin capacidad de respuesta; con sus dirigentes preocupados porque con los “recortes” realizados hasta ahora ya igual no alcanza para afrontar todos los gatos; los clubes de barrio de la Región se ven con la “soga al cuello”. Desde hace tres años, con los aumentos continuos de las tarifas de los servicios públicos domiciliarios las entidades dedicadas a actividades deportivas, sociales y culturales que suelen cubrir parte de las carencias de chicos de familias de pocos recursos no encuentran la salida, y la situación, aseguran, “se agrava”.

Ocurre que muchos de los clubes cierran durante enero. Este verano, al volver a abrir las puertas tras el receso, se encontraron con facturas de luz, por caso, de $10 mil pesos, correspondientes a un mes en el que no hubo ninguna actividad en esas instalaciones. De ahí que las conducciones de las instituciones se agarran la cabeza al pensar en los posibles montos que van a tener que pagar con las próximas boletas, ya con todo el movimiento de pibes en las sedes deportivas y con la entrada en vigencia de las tarifas reajustadas en más del 40 por ciento.

“La situación es muy crítica -remarcó Daniel Arteca, presidente del Club Alumni de Los Hornos, una entidad que juega en la Liga Amateur de Fútbol y además tiene, entre sus actividades más fuertes, básquet y patín. Según sintetizó el dirigente, “hace dos años que los tarifazos vienen de manera constante, nos asfixian día a día, y vemos que aunque ajustemos al extremo el consumo, igual nos llegan facturas impagables”. En ese club, el invierno pasado, las reuniones de comisión directiva y otros encuentros rutinarios de socios se realizaron sin prender las estufas. “Nos morimos de frío todos esos meses para no gastar gas, y aun así tuvimos que pagar dos boletas de 3 mil pesos cada una”, añadió.

El Alumni cuenta con dos instalaciones; la sede social, situada en 148 entre 66 y 67, y el campo de deportes de 148 entre 70 y 72. Reúne a unos 600 participantes del fútbol amateur entre niños, jóvenes, adultos y mujeres, mientras que del resto de las prácticas suma unos 250 chicos. La cuota para ser miembro del club es de $60 para los cadetes y de $80 para los socios activos. Un buen número de los pibes que concurren a la entidad están becados y los martes y jueves la mayoría de los jugadores (y sus acompañantes que por lo general son sus hermanos) toman ahí la merienda. “Es un barrio en emergencia alimentaria”, puntualizó Arteca.

La Federación de Instituciones Culturales y Deportivas de La Plata es la entidad “madre” de la casi totalidad de los clubes de nuestra ciudad. A la sede de la calle 3 entre 51 y 53, van, con sus pesares económicos, desde principios de 2016, los dirigentes que no le encuentran la vuelta al compromiso de pagar todos los meses las facturas, por lo general de luz, gas y agua. En ese espacio pugnan desde entonces para que se reglamente una ley, promulgada ya pero sin entrar el vigor, que permita regular el precio de las tarifas para las entidades barriales. A pesar de los constantes reclamos de la Federación a todo el arco político provincial, todavía no rige la norma.

Dentro del “paraguas” de la Federación funcionan alrededor de 350 clubes. La gran mayoría son platenses, pero dentro de ese abanico también hay de Berisso y Ensenada. En total, entre todas esas propuestas, se mueven unos 70 mil chicos que practican todo tipo de disciplinas, muchas de ellas en el marco de competencias oficiales.

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Los dirigentes de los clubes suelen ser vecinos de dichas sedes que conocen muy bien los problemas de las zonas y muchos de ellos se ponen al hombro iniciativas.

“Las finanzas de los clubes se agravan día a día”, planteó Rafael Irigoiti, titular del Club Deportivo Villa Elisa (camino Centenario y 48), una de las instituciones que cerró en enero y recibió, no obstante, por el consumo de luz de ese mes, una boleta de $10 mil. “Un poco menos, claro, que lo que nos facturaron por diciembre: $17 mil”, señaló con ironía el dirigente.

También Carlos Trinidad, de Villa Montoro (96 y 118), expresó su preocupación por las cuentas que debe afrontar el club. Y es que para él “una hora en el club es una hora menos del chico en la calle”.

la ley largamente prometida

Los clubes también están cansados de las promesas oficiales en torno a la puesta en marcha de la ley 27.218, que fue aprobada por la Legislatura provincial hace tiempo pero nunca reglamentada. La norma establece -para las entidades de bien público- como “tope máximo en la facturación la tarifa máxima prevista para los usuarios residenciales para cada servicio”.

“A los clubes hay que ayudarlos, este es un momento crítico. Estamos preocupados por los desenfrenados aumentos, sobre todo de la electricidad. Los clubes cumplen una función social muy importante, y en muchos hasta les dan una merienda a los chicos, que a veces se marean por la falta de alimento, eso nos preocupa”, dijo Alberto Alba, titular de la Federación de Instituciones, que pidió que se instrumente la ley.

Desde el Ministerio de Infraestructura provincial señalaron que “hoy en día (los clubes) están contemplados, entendidos como entidades de bien público. Como tal no tienen tarifa social, tienen tarifa con descuento que en promedio es del 10%. Tenemos claro que la necesidad es otra y se está trabajando en el tema, en el corto plazo va a haber novedades con una propuesta superadora”.

“La situación es muy crítica. Hace dos años que los tarifazos vienen de manera constante, nos asfixian día a día”

Daniel Arteca, Club Alumni

“Los clubes están en un momento crítico y hay que ayudarlos porque acá los chicos se forman en valores”.

Alberto Alba, Federación de Instituciones