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Integrantes de distintas instituciones de Berisso se subieron a los kayaks y sacaron medio centenar de bolsas de basura del delta berissense. Su diagnóstico crítico coincide con el de los científicos. Piden cuidados y planificación
Descritos como “esponjas naturales” capaces de equilibrar los fenómenos meteorológicos extremos, los humedales están en serio riesgo. Y los de nuestra región no son una excepción. Ambientalistas y científicos coinciden en el severo diagnóstico y piden medidas urgentes para ponerle freno a su degradación, que amenaza, además, la biodiversidad.
El reclamo se hizo sentir ayer en el marco del Día Internacional de los Humedales, que tuvo distintas iniciativas alrededor del mundo y que en nuestra región se expresó con una singular jornada de concientización en el delta berissense: poco antes del mediodía, más de medio centenar de vecinos preocupados por su conservación, se subieron a los kayaks y salieron a remover la basura que se acumula en cuencas de la región.
Andrés Aguiar, vicepresidente de la Cámara de Turismo de Berisso -una de las instituciones que impulsaron la jornada- contó que lo que se busca es generar conciencia sobre la importancia de las funciones ecológicas que cumplen los humedales y los beneficios que brindan. “Hay varios factores que están aportando a su destrucción”, dijo Aguiar, que además es vecino de la Isla Paulino, y en especial apuntó a la “falta de una política pública para la gestión ambiental” que posibilite, a su vez, el desarrollo turístico del delta regional.
Sabido es que la belleza natural y la diversidad de la vida animal y vegetal de muchos humedales los convierte en atractivos turísticos muy apreciados, que generan ingresos a partir de las actividades recreativas que ofrecen. Sin embargo, los especialistas advierten que ese aprovechamiento debe hacerse con planificación y sin alterar la integridad de estos santuarios naturales que son “fábricas de vida para el planeta”.
Nada de eso parece estar ocurriendo en nuestra región. Prueba de ello es que ayer, en un rato, los kayakistas retiraron 45 bolsas de residuos que contaminaban el río. Partieron del Club Náutico de Berisso e hicieron la limpieza desde el canal Saladero hasta el Río Santiago.
“Se juntaron básicamente plásticos, botellas, telgopor. La basura flota en el río, y cuando hay crecidas, la va depositando en los márgenes”, dijo Aguiar, que opinó que “sin una política de gestión, el delta termina siendo el basurero de la ciudad”.
La degradación, advierten, se ve en ambas costas, tanto de Berisso como de Ensenada.
De la jornada también participaron integrantes del Club Náutico berissense, la Cámara de Turismo de esa ciudad, el Centro Cultural Haroldo Conti que funciona en la Isla Paulino y el Puerto La Plata.
“Consideramos que la movida fue muy positiva porque empieza a generar conciencia sobre la importancia de limpiar el río y fortalecer el trabajo conjunto de las instituciones para cuidar los humedales”, dijo el habitante de la Paulino, quien lamentó que “cada vez es más creciente la cantidad de basura” que llega hasta ese sector del delta.
No sólo los movimientos ambientalistas alertan sobre la degradación de los humedales. También los científicos encendieron alarmas. Basta recordar que el año pasado, durante un encuentro realizado en La Plata, cien investigadores advirtieron sobre la extinción de los humedales de la Región. Y tres ejemplos que pusieron sobre el “creciente deterioro y destrucción” de estos “ecosistemas acuáticos y sus consecuencias ambientales” fueron “la cuenca del Río Luján, del Río Salado y del arroyo del Gato”.
“Los bañados de desborde de ríos y arroyos son terrenos bajos e inundables asociados al curso de agua principal, capaces de acumular y retener agua durante eventos de excesos hídricos (inundaciones). Constituyen uno de los distintos tipos de humedales, junto con los pantanos, ciénagas, marismas y otros ecosistemas, que ofrecen invalorables beneficios a las sociedades. Realizan una contribución fundamental a la salud y el bienestar humano”, explicaron desde el Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” (Conicet-UNLP), al presentar, tiempo atrás, los resultados de un estudio que demostró que el bañado de la cuenca alta del arroyo del Gato, en Abasto, está “al límite” a raíz de la creciente y cercana presencia de invernáculos. La cuenca media ya está complicada y la baja, en terapia intensiva.
Durante ese congreso, se presentaron los resultados de diferentes estudios que demuestran que “el inapropiado manejo de los suelos y de los cuerpos de agua ha conducido a secar humedales y aumentar la contaminación”.
Se estima que el 21 por ciento del territorio de Argentina -unos 600.000 kilómetros cuadrados- está ocupado por humedales, de los cuáles sólo casi el 10 por ciento está bajo un compromiso internacional que, sin embargo, no garantiza su total protección. Históricamente se los consideraba tierras “a recuperar para hacerlas productivas” y en los últimos años pasaron a ser parte de emprendimientos inmobiliarios que alteraron su fisonomía. Sin embargo, especialistas y ecologistas coinciden en que no hay que permitir que continúe su degradación.
“De los 600.000 kilómetros cuadrados ocupados por humedales en el país, fueron declarados de importancia internacional 22 sitios, los que ocupan 5.625.407 hectáreas”, según el estudio publicado por Kandus, Minotti y Malvarez, investigadores de la UBA, en 2008. Esto representa menos del 10 por ciento de la superficie total de los humedales contabilizados en el país.
Los humedales son ecosistemas que tienen la característica de soportar inundaciones por mucho tiempo como las lagunas, los esteros, o las zonas costeras pero el Convenio Ramsar (ver aparte) los define como “las extensiones de marismas, pantanos y turberas o superficies cubiertas de aguas, de régimen natural o artificial, permanentes o temporarias, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluyendo las extensiones de aguas marinas cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros”.
“La importancia de los humedales es enorme porque tienen la capacidad de mitigar el efectos del cambio climático a través de dos funciones: por un lado, absorben el agua y son capaces de liberarla en épocas de sequías, y por el otro actúan como filtros naturales del agua devolviendo agua pura, por eso se los denomina como riñones naturales”, han explicado expertos de la Fundación Humedales.
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