Dime cómo te vistes y te diré quién eres

“Yo hago que vuelvas a usar la ropa que tiene calidad, te asesoro de acuerdo a tu imagen, veo tu cuerpo y vuelvo esa prenda única, nadie la va a tener. A eso apunto y pienso que de ahí viene mi fama. Por ejemplo, esta camisa –y se agarra los gajos de la hawaiana que lleva puesta–. No soy de las asesoras que recomiendan comprar todo el tiempo cosas. Acá adentro está todo. Esta sos vos”, dice frente al ropero Naphtali Piazza (30), metro ochenta de delgada e imponente estampa, ojos verdes y pelo corto. El tatuaje de un pájaro con la palabra ´libertad´ le cubre el pecho.

Un Citroën amarillo 3CV, fileteado con el número de whatsapp y el dibujo de una máquina de coser, abrió las puertas del mundo a la joven emprendedora platense hace cinco años. Hoy, además de la propuesta de modista a domicilio que la hizo conocida, tiene un taller a la calle para que los clientes se puedan acercar y planea seguir creciendo e incorporar nuevas habilidades.

¿Cuál es su magia? “Achicar un poco el cuello, cambiar el forro a un color neutro, acortar el largo para que no parezca un mantel”, suelta rápidamente mientras manipula un saco a cuadros blanco y negro pasado de moda. Es que con el asesoramiento de imagen, dice, se mete en la vida de la persona, conoce sus gustos y necesidades, un proceso donde terminan aflorando cuestiones que van más allá de lo estético y definen nuestra forma de ser. ¿Quién es la chica del Citroën amarillo? Conózcala en esta nota.

LA COSTURA COMO REFUGIO

Naphtalí descubrió la costura encerrada en un altillo. Primero en su infancia y después mientras duró su matrimonio, al que le puso fin hace apenas un año. Antes, las cosas fueron así: ella tenía 18 años y había empezado a estudiar diseño industrial cuando lo conoció a él, mucho mayor. Fueron a vivir a las afueras de la ciudad, cerca de Magdalena, él no quería que estudie ni trabaje. Hasta que en una discusión, acuciado por las demandas de la joven, le sugirió que se pusiera a coser para solventar sus gastos.

Entonces, empezó a trabajar con la mujer de su papá, que era modista, donde aprendió todo. “Todo lo que no me cerraba en la cabeza pero ya tenía”, explica, “yo achicaba un pantalón pero no sabía porqué. Preparaba las prendas y ella las cosía. Hasta que pensé que podía hacerlo sola y me compré una recta familiar – máquina de coser– y puse un cartelito en mi casa: Modista y arreglos en general”.

EL CITROEN AMARILLO, ESE LLAMADOR

El coche, su marca registrada y herramienta de trabajo esencial, llegó casi sin buscarlo y para confirmar eso de que las crisis siempre son una oportunidad.

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Ella tenía una camioneta que no podía mantener y siempre había querido un Citroën. Lo había estudiado en su corto paso por la facultad, donde tuvo que rediseñar el auto para volverlo moderno. “Tuve un Audi, una Partner: otra vida; pero quería el Citroën amarillo y conseguí uno impecable”, revive el día que embarazada de su hija Aluma –hoy de 5 años–, llegó a rogarle al coleccionista que se lo vendiera.

Todas las ideas que vinieron después fueron cayendo como monedas en una fuente. Primero, pegó un papel en el vidrio con el contacto de WhatsApp y los pedidos se empezaron a multiplicar. Pasó dos años o tres cosiendo en el altillo y hasta tuvo que sumar a una empleada porque no daba abasto, mientras su ex marido la acompañaba a distribuir los arreglos terminados.

Pero aunque todo crecía, se sentía cada vez más sola. “Era ama de casa con los mayores ingresos y eso me había empezado a traer problemas. Al mismo tiempo había empezado una carrera de asesoramiento de imagen y así llegué a una coaching”, cuenta, “quería ser buena esposa y madre, tener la casa ordenada y resolver lo pedidos y no di más. Llegué a la conclusión de que tenía que irme de casa”.

LA IMAGEN ES TODO

Naphtali, que se define desde su cuenta de Instagram como artista y descubridora de “lo que te hace brillar”, dice que nada de lo que logró hubiera sido posible sin la “familia” de colaboradores que armó. Allí cuenta a María, su socia y colaboradora, “la parte pensante y a tierra del negocio”, a Nervis, modista y costurera del taller y a Eliano, que se encarga de la imagen y las redes sociales.

“No le tengas miedo a los cambios. No te quede en donde tu Ser te pide irse. No pierdas la pasión por tus sueños, son el motor de la felicidad, no pierdas de vista el presente”, predica en un posteo la modista a domicilio, sensualmente sentada sobre el capot del Citroën, chaqueta negra y tacones, piernas desnudas y tacones.

Es que entre que se inició en el oficio de la costura, o quizás gracias a eso, Napth se mudó de casa, de vida, de piel. “Yo tenía una imagen completamente distinta a la que tengo ahora. Pelo largo, joggineta, nada que ver”, asegura, “y eso es lo que hago: te doy un consejo con la ropa para descubrir algo tuyo que desconocías”.

“Yo te doy un consejo con la ropa para descubrir algo tuyo que desconocías”