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Impacto profundo: como cambió el COVID-19 la vida del personal de salud

Mayor presión, reducción de los tiempos de descanso, pérdida de ámbitos de encuentro, miedo a contagiar, mayor frecuencia de dolores cervicales y trastornos del sueño. Midieron cómo transformó la pandemia el día a día de médicos, enfermeros y auxiliares

Impacto profundo: como cambió el COVID-19 la vida del personal de salud

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

4 de Octubre de 2020 | 06:10
Edición impresa

El hábito de almorzar en un momento preciso entre un trabajo y otro se perdió en algún punto detrás de esa barrera tácita, pero contundente, que estableció el COVID-19 a principios de año. Santiago Sequeiros (43), que desde hace seis meses no se toma un día libre, ya no almuerza. Reemplazó esa costumbre por la de tomar una infusión rápida entre el hospital y la clínica, entre la clínica y el hospital. Sequeiros es médico clínico, una especialidad de las consideradas críticas (en La Plata hay sólo 300). Su lugar en la lucha contra el virus está en el punto más expuesto. Recibe al paciente de la calle, lo diagnostica, lo sigue después en el hospital cuando es necesario internarlo en una sala. Y dice que la pandemia no sólo lo dejó sin almuerzo. También lo acostumbró a trabajar en la incertidumbre frente a una dolencia desconocida que plantea a diario desafíos inéditos, bajo una presión creciente, un mayor número de horas, atento a las necesidades de los compañeros que se contagian o deben aislarse (a los que es necesario reemplazar) y con miedo a contagiarse o a contagiar.

Que la pandemia vino a cambiar profundamente el trabajo cotidiano del personal de salud, repercutiendo además en su vida familiar y social, es algo muchas veces dicho en estos últimos meses y reflejado por este diario en distintas notas. Ahora, las conclusiones de una encuesta realizada por la Universidad de La Plata a más de 500 médicos, enfermeros y auxiliares en La Plata y Gran La Plata, aporta precisiones acerca de ese impacto.

El relevamiento -realizado por la Dirección de Redes Intersectoriales en Salud de la UNLP junto a la secretaría de Redes en Salud de la facultad de Ciencias Médicas y la dirección de Vinculación con Graduados de la facultad de Trabajo Social- muestra cómo el personal de salud percibe que de la mano de la pandemia creció la carga y la presión laboral; disminuyeron los tiempos de descanso y desaparecieron espacios laborales de sociabilidad. Al mismo tiempo se vieron obligados a incorporar profundos cambios que muchas veces les provocaron incertidumbre. Y hablan de un impacto físico y emocional de la situación que incluye desde sensaciones como el temor a contagiar a los trastornos del sueño o los dolores cervicales.

En total son más de 14.000 los trabajadores de la salud que trabajan en La Plata y Gran La Plata, entre los cuales muchos vieron que la pandemia afectaba profundamente su forma de trabajar y vivir. Las conclusiones de la encuesta -que fue presentada oficialmente la última semana- permiten asomarse al alcance de esa transformación todavía en marcha. Y lo más inquietante: sin un final de la crisis sanitaria a la vista.

Del relevamiento (centrado en el sector público) participó una mayoría de personal de hospitales de La Plata y Gran La Plata (en menor proporción, de centros de atención primaria, centros de día, centros de prevención de adicciones y equipo móvil). Todos respondieron virtualmente a una un cuestionario de 58 preguntas abiertas y cerradas referidas a condiciones de trabajo y de carácter auto-administrado, voluntario y anónimo. La consulta se realizó entre el 9 de junio y el 10 de julio. Esas respuestas se vieron complementadas, posteriormente, por entrevistas grupales a distancia en el mes de agosto.

Con el trabajo, “se apuntó a conocer la situación del personal de salud con el fin de generar propuestas que contribuyan al mejoramiento de las condiciones laborales durante la pandemia y la post-pandemia”, indicó Manuel Fonseca, director de Redes Intersectoriales de Salud de la Secretaría de Salud de la UNLP y coordinador del informe.

“ESTAMOS EXHAUSTOS”

Con el incremento de los casos de coronavirus y el crecimiento de la demanda sobre el sistema de salud, en los últimos meses, hubo una frase que reiteradamente apareció en boca del personal de salud: “estamos exhaustos”.

Los resultados de la encuesta muestran, en ese sentido, que la mayoría de los consultados percibe un incremento del caudal de trabajo, de la presión sobre sus tareas y, paralelamente, una disminución de los horarios dedicados al descanso. En lo que se refiere a las horas de trabajo, un 19% de los encuestados señaló que la carga horaria presencial se incrementó. Entre ellos, “un 38% manifestó trabajar entre 1 y 9 horas más por semana, 33% entre 10 y 19 horas y un 22% más de 30 horas semanales”, indica el informe.

La consulta detectó que el incremento más significativo, con todo, se dio en la carga de trabajo no presencial: “encontramos que un 74% del personal de salud respondió que la situación de pandemia devino en un aumento de los requerimientos de tipo virtuales”, indica el trabajo, que destaca, además, que la pandemia supuso la intensificación de las tareas y los ritmos laborales al interior de los espacios de salud.

Así, el 85% de los consultados dijo percibir que la presión sobre las tareas se incrementó durante la declaración de la emergencia sanitaria. En tanto, el 60% de los consultados dijo experimentar reducciones totales o parciales en los tiempos de recuperación y descanso y más del 73% registró una intensificación de sus ritmos de trabajo.

En otro orden, la crisis sanitaria desatada por la llegada del coronavirus determinó que se implementaran profundos cambios en la organización del trabajo. Esto llevó, dice el informe, a que buena parte de los efectores de salud registraran reestructuraciones, una situación que implicó transformaciones en los protocolos de atención, adopción de nuevas normativas de higiene y seguridad laboral, modificaciones en la organización de las tareas cotidianas, cambios en la infraestructura y la disposición de los espacios, traslados respecto al lugar habitual de trabajo y transformaciones en la composición de los equipos.

Como consecuencia de estos cambios, muchos integrantes de los equipos de salud debieron desarrollar tareas nuevas: los resultados de la encuesta indican que esa situación alcanzó al 75,6% de los consultados.

Entre los encuestados hubo quienes señalaron que experimentaron grandes cambios en las formas habituales de trabajo por el traslado de personal a otros establecimientos o a otros sectores y áreas.

En líneas generales, el 82,6% de los consultados dijo que su entorno de trabajo experimentó modificaciones totales debido a los cambios en las formas de organizar el trabajo.

Al ser interrogados sobre el impacto de la implementación de estos cambios en la organización del trabajo, los participantes de la encuesta manifestaron en un 26,3% de los casos que les provocaron incertidumbre de forma frecuente y en el 47,6% de los casos esa sensación fue poco frecuente.

Otro de los cambios experimentados tiene que ver con la sociabilidad en el trabajo. Las transformaciones relacionadas con la presencialidad, la rotación, las transformaciones de los equipos de trabajo, sumada al distanciamiento social y a los usos de equipos de protección, dificultaron el contacto cercano al que el personal de salud estaba acostumbrado.

“Antes almorzábamos juntos cada tanto. Compartíamos el desayuno. Eso se cortó...hace más difícil el trabajo”, dice uno de los testimonios relevados en las entrevistas grupales.

En otro apartado, referido al medio ambiente laboral y los elementos de protección personal, los autores del trabajo destacan que “la situación de excepcionalidad puso en evidencia una serie de problemáticas de larga data relacionadas con la provisión de insumos, elementos de trabajo, condiciones edilicias y medio ambiente en los distintos efectores de salud de la Región”.

En la encuesta, el 45, 6% del personal de salud consultado manifestó “faltantes de determinados insumos” y un 6,9% dijo que directamente “no cuenta con ellos”. En lo que hace a los elementos de protección personal, un 37,8% de los encuestados dijo que “faltaban algunos”, mientras el 59,1% dijo contar con todos los elementos de bioseguridad necesarios. En las entrevistas grupales, que se hicieron en el mes de agosto, los participantes “plantearon una mejora en la circulación de información, dotación y calidad de los insumos de protección personal”, según indicaron los autores del trabajo.

En cuanto al medio ambiente laboral, el 77% de los encuestados señaló que su ambiente de trabajo presenta alguna dificultad y el 45% enuncia la presencia de tres o más de esos problemas en el lugar donde se desempeña. Entre otras, el 40,3% se refirió a la suciedad, el 34,1% a la mala ventilación y el 28,6% al hacinamiento.

IMPACTO PSICOSOCIAL

El trabajo también indaga en el impacto psicosocial de la pandemia sobre el personal de salud. En ese sentido, el rasgo que sobresale es que un 82,9% de los consultados manifiesta sentir temor ante la posibilidad de transmitir el virus entre sus familiares. Después de ésta, las sensaciones que aparecen con más frecuencia son la preocupación (76,5% de los consultados), el cansancio (63,8%), la ansiedad (57,6%). El 45,7 reconoce sentir sensaciones de frustración y desaliento, mientras el 44,5% manifiesta angustia.

También aparecen sentimientos positivos. Entre ellos, el 35,7% dice sentir orgullo por su trabajo y el 47,4% destaca que se siente parte de un equipo. Al tiempo que el 40,4% siente que realiza tareas de gran utilidad social.

La intensidad del trabajo genera también un impacto físico: alrededor del 45% de los consultados manifestaron sufrir dolores cervicales, musculares o de cabeza, frecuente o muy frecuentemente. Además, el 40% reconoce tener trastornos del sueño con frecuencia o mucha frecuencia y el 37,4% experimenta molestias relacionadas con el uso de elementos de protección personal de forma frecuente o muy frecuente.

Por otra parte, el 87,6% de los consultados percibe que su trabajo puede tener un influencia negativas, total o parcial, sobre su salud, mientras que un 76,3% cree que puede afectar negativamente sus vínculos personales o familiares.

El trabajo incluye recomendaciones del personal de salud para mejorar sus condiciones laborales. Entre ellas, el pedido de elementos de protección personal adecuados y en cantidades necesarias; mejoras en las formas de información y habilitar más espacios de capacitación y formación; mejorar las condiciones de contratación y salariales, contar con espacios de asistencia y apoyo psicológico y fortalecer los equipos de salud, valorizando el esfuerzo que realizan cotidianamente.

 

LICENCIAS PARA PERSONAL EN RIESGO Y LA INFLUENCIA NEGATIVA DEL PLURIEMPLEO

En la encuesta realizada por la Universidad y respondida por más de 500 trabajadores de salud aparecen mencionadas otras dos preocupaciones: una tiene que ver con las personas que son consideradas población de riesgo y sin embargo no accedieron a licencias y siguen trabajando. Otra se refiere al pluriempleo, una característica históricamente muy difundida en el sector.

El trabajo destaca que un 18% de los que respondieron a la encuesta pertenece a grupos de riesgo y, de entre ellos, el 14% dijo que a pesar de eso no pudo acceder a licencias.

“Si bien la resolución nacional prevé licencias para la población en riesgo, algunos de esos derechos se encuentran restringidos para el personal de salud”, indica el informe.

En lo referente al pluriempleo, el 44% de los encuestados manifestó tener otro trabajo relacionado con la salud, una característica que distingue al sector desde hace varios año

De ese porcentaje, el 33,5% manifestó tener dos empleos, el 19,1% entre 3 y 4 empleos, mientras el 1,5% dijo tener más de 5.

Según el informe, ”la posesión de más de un empleo hace que la carga laboral aumente, y, por lo tanto, que se reduzcan los tiempos de descanso y recuperación, lo cual también repercute en el proceso de atención y en la organización de los equipos”.

 

TESTIMONIOS
“EN SEIS MESES DE PANDEMIA PASAMOS POR MUCHAS ETAPAS: LA ACTUAL ES LA DEL CANSANCIO”
Si con llegada del COVID-19 lo que primó fue la incertidumbre ante una enfermedad nueva, hoy la presión domina la escena

Juan Martín Mirada (36) estaba trabajando en el centro de salud del barrio El Mercadito cuando llegó la crisis del COVID-19 y lo llamaron para reforzar la guardia del hospital Gutiérrez, donde actualmente trabaja como residente en el área de febriles cumpliendo, entre otras funciones, la de hisopar a pacientes con síntomas compatibles con el coronavirus. Desde entonces su rutina registró profundas transformaciones en el marco de un proceso dinámico y cambiante.

“Se trabaja muchas horas bajo presión, con un equipo que es molesto y deja marcas en la cara y las manos”

Juan Martín Mirada (36)
Médico

 

“Al principio fue el momento de la incertidumbre. Nos enfrentábamos a una enfermedad que no conocíamos. Hubo mucha preocupación en torno a cómo protegerse, a los insumos y eso fue mejorando progresivamente. El momento actual es el del cansancio. Todos sentimos que las responsabilidades y presiones de nuestro trabajo se potenciaron con la pandemia. Y una de las mayores preocupaciones vigentes es que no vemos una solución a corto o mediano plazo: hace dos semanas los casos positivos en el hospital comenzaron a bajar, pero en los últimos días tuvimos otro crecimiento. El sistema de salud sigue en un equilibrio muy delicado, mientras vemos que la circulación de la gente crece. Y nos preocupa cuánto tiempo se puede aguantar este ritmo de trabajo”, dice Mirada.

Cuando compara el actual momento de la pandemia con las circunstancias normales de trabajo, Mirada dice que una de las grandes diferencias es la forma en que se percibe el tiempo.

“En circunstancias normales uno puede planificar el trabajo de un año con antelación. Hoy se trabaja día a día, porque la demanda es enorme y cambiante. Y de la mano de esa demanda que no da tregua llega el cansancio, que no sólo tiene que ver con no poder tomarse una licencia: se relaciona con estar muchas horas con equipos de seguridad que después de algunas horas resultan molestos, dejan marcas en la cara y en las manos y hasta condicionan el trato con los pacientes: cuesta hacerse escuchar y escucharlos detrás de todos los implementos del equipo de seguridad”, cuenta.


Santiago Sequeiros (43), clínico en el hospital San Martín y en el sector privado

Y en el horizonte aparecen nuevas preocupaciones: “la primera es la extensión de la pandemia. Otra es el miedo a contagiarse o contagiar, que siempre está presente. Y también está lo salarial, porque hace falta jerarquizar más a la profesión, Un residente, por caso, gana 55.000 pesos por mes, pero cuando termina la residencia pasa a ganar 46.000. Eso lo lleva, necesariamente a sumar trabajo en el sector privado, al pluriempleo, que repercute negativamente en la calidad del trabajo”.

Santiago Sequeiros, que es clínico y trabaja tanto en el ámbito público (el Hospital San Martín) como el privado, dice que el impacto de la pandemia en la vida del personal de salud es notorio.

“No sólo se trabajan más horas, sino que también crece mucho la presión. Hay muchas tareas nuevas que se han sumado con la pandemia y que son emocionalmente desgastantes. Una es la necesidad de transmitir toda la información a los familiares de los internados, a los que no se puede visitar”, dice.

“No hay día en que no vea pacientes. Los clínicos somos muy pocos y estamos en la primera línea”

Santiago Sequeiros
Médico

 

Agrega que en los últimos meses, como muchos médicos de la Región, no pudo tomarse un sólo día libre.

“La pandemia no permite tener días libres, pero no sólo eso. Hay que estar pendiente de los compañeros de trabajo, porque si se contagian o deben aislarse por ser contacto estrecho de un caso positivo hay que reemplazarlos. Y esa situación se hace más compleja para los que tenemos más de un trabajo”.


Juan Martín Mirada (36), trabaja en la guardia del hospital Gutiérrez

Esta situación se torna más grave en las llamadas especialidades críticas, como la medicina interna (clínicos).

“En el Gran La Plata somos sólo 300 los profesionales y nuestra situación es similar a la de los terapistas, Y muchos de nosotros trabajamos en áreas COVID-19, en las guardias o con los internos”, dice Sequeiros.

 

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