Los frentes de escuelas, un blanco fácil para ser arruinados por las pintadas

Como sucede todos los años, a días del inicio de un nuevo ciclo lectivo, el paisaje que presentan los frentes de las escuelas platenses no son los apropiados para mostrar la “cara” de la Educación en el regreso a clases. Escritos a base de aerosol en las fachadas de los establecimientos educativos, los grafitis representan uno de los ataques vandálicos más comunes que sufren los edificios públicos platenses y que, según admiten las autoridades escolares, resultan “muy difíciles” de controlar.

Desde las clásicas “firmas” que se multiplican estampadas en las paredes de toda la Ciudad, hasta nombres de equipos de fútbol o de bandas de música, dedicatorias de amor u odios y hasta leyendas políticas, las pintadas tapizan los frentes escolares como si se tratara de un gran pizarrón en el que cualquiera puede escribir a su antojo.

Tanto es así que según han comentado a este diario algunos docentes, con el correr de los años su uso se ha popularizado de forma tal, que para muchos jóvenes ya ni siquiera resulta una transgresión que deba realizarse a escondidas de los adultos.

En la Dirección General de Escuelas de la Provincia admiten que la problemática preocupa y ya pusieron en marcha programas con los que buscarán darle un abordaje “integral” a la cuestión, mediante convocatorias a las comunidades educativas y al involucramiento de distintas áreas de la órbita de la administración provincial.

NO SE SALVA CASI NINGUNO

En una recorrida de este diario se pudo comprobar que en la gran mayoría de los establecimientos educativos emplazados entre las calles 72 a 32 y de 1 a 31 las paredes están manchadas por las pintadas. Se ven, claro está, grafitis de todo tipo. En particular, muchas de ellas muestran mensajes alusivos a las batallas entre tribus urbanas que se disputan diversas cuestiones. Es cierto que no todos están en las mismas condiciones. Algunos requieren un simple lavado de cara para retornar a su estado original; otros, de elaborados procesos de restauración como consecuencia del deterioro que presentan las fachadas.

Los ejemplos abundan. Solo por mencionar algunos, se puede decir que el de la Escuela Nº1, en 8 y 58, está deslucido por incontables pintadas, la mayoría de ellas de las denominadas “firmas urbanas” que se multiplican por todos lados, opacando la belleza de una construcción de época.

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Entre los blancos de esta epidemia crónica también están los frentes de la Escuela Nº5, de 1 y 38, de la Nº2 de 9 entre 47 y 48 y del emblemático edificio del Industrial Albert Thomas, en 1 entre 57 y 58. Todos ellos ganados por las marcas de este flagelo. El frente de la Escuela Nº8, sobre diagonal 74 y 59, es otro que hace tiempo se ha convertido en objeto de toda clase de disputa entre grupos barriales. El fenómeno, claro está, tampoco perdona a los establecimientos de enseñanza privada, donde también libran una lucha desigual con el vandalismo.

Es que el desequilibrio entre los costos de dañar y reparar es abismal: por caso, es posible adquirir una lata de pintura en aerosol por entre 200 y 600 pesos -dependiendo de la marca y las características del producto- pero restaurar el muro agredido cuesta cientos de veces más entre mano de obra y materiales.

Indefensas, las escuelas son objeto de toda clases de ataques, no sólo de pintadas. Un informe elaborado por la Comuna el año pasado, daba cuenta de que los actos vandálicos -de todo tipo- contra establecimientos educativos de la Ciudad provocaba daños edilicios cuya reparación demandaba -por entonces- una inversión superior al millón de pesos mensuales, una cifra suficiente para construir un aula por mes.

“Lo primordial sería reforzar en la comunidad educativa la idea de preservación y concientización”, porque de otro modo, cualquier intento de mejora “cae en saco roto”, dijo a este diario un directivo de una escuela céntrica. Tiempo atrás desde el consejo escolar admitían que muchas veces, a requerimiento de las escuelas (principalmente ante la celebración de algún aniversario) pintaban la fachada pero lo hacían horas antes “para que al menos la pared dure un día limpia”.

HACIA UN “ABORDAJE INTEGRAL”

La problemática está en el radar de la cartera educativa bonaerense, aunque reconocen que por estos días están tratando de dar respuesta a los arreglos “más urgentes”, en el marco del plan “Escuelas a la Obra”, que consiste en destinar 800 millones de pesos para realizar 752 obras de reparación y mejoramiento en diferentes colegios de la Provincia. “Estamos acondicionando las escuelas en lo urgente, como son las instalaciones eléctricas, de gas, agua, sanitarios y cubiertas”, deslizaron desde la cartera educativa. “Lo primordial es que los edificios estén habitables, funcionales”, de cara al inicio del ciclo lectivo 2020.

No obstante, anticiparon que ya trabajan en distintas iniciativas para darle respuesta al mal crónico de los grafitis en las fachadas. “El vandalismo nos preocupa. Hay que tener en cuenta que muchas veces en la escuela se expresan violencias y conflictos que no necesariamente son de la escuela. Por eso creemos que hace falta un abordaje con políticas integrales. El conflicto es la última arista, necesitamos saber porqué tienen lugar estas situaciones de vandalismo”, deslizaron.

Desde Educación adelantaron, por caso, la puesta en marcha del programa “Ellas no estaban pintadas”, una iniciativa con la que el gobierno bonaerense busca reconocer a través de murales en escuelas, a mujeres destacadas por su aporte en la historia de los municipios. El proyecto es impulsado por el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual y la Dirección General de Cultura y Educación. Y contará con la participación de la artista platense Cristina Terzaghi, referente en materia de muralismo y arte público en el plano federal e internacional.

“La idea es que primero se ponga de acuerdo la comunidad educativa en cuanto al contenido del mural”, resaltaron desde Educación. Y adelantaron que en nuestra región el proyecto arrancará en la Escuela Secundaria Nº5 de Berisso y en la Técnica Nº2 de Ensenada.

Justamente, entre las estrategias ensayadas años atrás entre las comunidades educativas para poner en valor la condición estética de algunas escuelas, se planteó la de ceder algunos muros para pintar murales, aunque no siempre da el resultado esperado, ya que más temprano que tarde muchos suelen quedar cubiertos por inscripciones.

“Cuando se habla de grafitis es preciso diferenciar al artístico de los ‘tags’ o marcas que sólo ensucian” había advertido Terzaghi en un artículo anterior de este diario: “éstas persiguen un objetivo que está lejos del arte, y actualmente en La Plata han copado todo”.

En La Plata los grafitis sin autorización están tipificados en el ámbito contravencional como “daño a la propiedad privada”, pero la estrategia punitiva se encuentra con la dificultad a la hora de identificar a los contraventores, que en la mayoría de las ocasiones, si no son sorprendidos “infraganti”, escapan sin ser identificados.

Algunos requieren un simple lavado de cara; otros, una restauración integral

El desequilibrio entre los costos de dañar el frente de una escuela y el de reparar es abismal