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Policiales |15 años después

Libertad condicional para el contador que mató a la mujer

Hasta ahora, Leonardo Crespo tenía arresto domiciliario y salidas laborales. El juez de Ejecución ya se la había otorgado, pero la fiscal apeló y la Cámara desestimó el planteo

Libertad condicional para el contador que mató a la mujer

Leonardo crespo, en una foto reciente. Al lado, Analía escamochero. tenía 38 años cuando fue asesinada/el dia

23 de Septiembre de 2020 | 04:18
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Leonardo Rafael Crespo (51), el contador que fue condenado a 22 años de cárcel por matar a su esposa Analía Escamochero (38) en la pileta de lona de la casa que compartían en Gonnet, en 2005, recibió la libertad condicional, luego de que la Cámara de Apelaciones y Garantías de La Plata confirmó la medida que había dictado el 18 de diciembre pasado el juez de Ejecución José Villafañe, al tomar por inadmisible el recurso que presentó en esa misma audiencia la fiscal Laura Lasarte.

En la resolución a la que accedió este diario, los camaristas Miriam Patricia Ermili; María Silvia Oyhamburu y Raúl Dalto resolvieron no tomar por admisible la apelación fiscal, porque “solo manifestó que se ‘notifica y apela’, sin expresar los motivos de agravio”.

De este modo, hasta el 5 de mayo de 2027, cuando se de por extinguida la pena, Crespo tendrá que cumplir con una serie de condiciones que le impuso Villafañe, como fijar una residencia y comunicar cualquier cambio; no salir de la Ciudad sin previo aviso, y presentarse regularmente ante el Juzgado de Ejecución y el Patronato de Liberados, con el compromiso de participar del “Programa de Masculinidades” que brinda este organismo.

Además, está obligado a continuar con el tratamiento psicológico, así como ser evaluado periódicamente por profesionales de la Asesoría Pericial que analizarán los resultados del tratamiento.

A Crespo lo beneficiaron con el arresto domiciliario en 2013 y con las salidas laborales un año después. Actualmente trabaja en relación de dependencia para una empresa de transporte en la localidad de José Hernández y “ultima los detalles de la tesis para obtener el título de Licenciado en Comunicación Social”, dijo ayer a este diario su abogado defensor, Damián Barbosa.

La vida cotidiana de este hombre que hace 15 años estuvo en la boca de todos no es muy distinta a la de que cualquiera.

“Cumple la cuarentena junto a su hija y su madre, a quien cuida porque es de riesgo, y colabora intensamente con la casa”, explicó Barbosa: “Hace los mandados, arreglos, ordena y limpia”.

Con Analía tuvieron dos hijos, el mayor de los cuales -que ahora tiene 26 años- se mudó recientemente con amigos.

El femicidio de Escamochero ocurrió en la calurosa tarde del 3 de marzo de 2005 en la casa que compartían los cuatro en 24, entre 493 y 494.

Los jueces dieron por probado que en algún momento Crespo se fue de allí con los hijos, de 11 y 6 años en aquel momento, y que regresó decidido a sorprender a Analía, o confrontarla. Qué pasó entre esas cuatro paredes, no se sabe.

Sí establecieron los forenses que Analía estaba tomando sol en una reposera que había colocado dentro de una pileta de lona con 50 centímetros de agua cuando, de un golpe por la espalda, el marido la dejó inconsciente y, sujetándola por la nuca, la ahogó.

Para la Justicia, Crespo intentó hacer pasar todo como un robo, para lo cual revolvió cajones, dio vuelta la casa, pasó a buscar a los chicos y lo llevó l club del Círculo Policial, donde disfrutaron de la pileta y jugaron a la paleta toda la tarde. Cuando regresó, ya de noche, se mostró en “shock”, mientras exhibía los tickets del estacionamiento de un supermercado en el que había estado poco antes, “sin que nadie se lo pidiera”, recordaron los pesquisas . Para cuando ordenaron su detención, a los nueve días, se había fugado. Lo capturaron 2 meses más tarde en Córdoba, junto a una amante.

Durante el juicio, amigas de Analía declararon que el matrimonio ya no funcionaba y que Leonardo “estaba obsesionado con ella”, pese a estar al tanto de sus amantes. Aseguraron también que “la había amenazado de muerte”.

Acusado de homicidio agravado por el vínculo y por alevosía, a Crespo le correspondía perpetua, tal como pidió en sus alegatos el fiscal Carlos Gómez, pero en marzo de 2008 el Tribunal Oral N°4 de La Plata lo condenó a 22 años de cárcel al descalificar el agravante de la alevosía y hacer lugar al pedido de la defensa para que se consideraran “circunstancias extraordinarias de atenuación”, algo así como la justificación motivada en el límite con una emoción violenta.

“Si hay algo que quedó debida, clara y contundentemente acreditado en el juicio es que el matrimonio no funcionaba como tal”, describió el juez Emir Caputo Tártara, quien reconoció que el imputado “denotaba una marcada desconfianza, por cierto que con todo sustento y credibilidad. Para nada era el caso del celoso obsesivo, imaginativo y fabulador. Tenía, o debía tener claras, contundentes y manifiestas sospechas de la traición de su mujer. Ella lo trataba de pescado (o boludo), se mostraba reacia y molesta a sus cortesías y frases cariñosas, no le atendía el celular. Cuando lo hacía, de mala manera le demostraba que la molestaba”, escribió.

“Por una mezquina y orgullosa cuestión pasional, que pudo resolverse de muy distinta forma, absolutamente menos lesiva, el acusado no se detuvo a valorar la irreparable e insoluble pérdida y desprotección genuina que le generaba a sus propios hijos”, concluyó Caputo Tártara, antes de conceder que “las circunstancias y antecedentes que aquejaron a Crespo, y que a la postre lo llevaron a cometer el desgraciado suceso, enmarcan en el contexto de esta normativa”. La jueza Gloria Berzosa adhirió y sólo Juan Carlos Bruni se opuso.

Crespo, que nunca reconoció la autoría del femicidio, no volvió a casarse, ni a formar pareja. En 2017 le donó un riñón a un amigo que murió poco después. La casa donde murió Analía está vacía y, dicen allegados al contador que estudió Periodismo, “la dejó en manos de sus hijos”.

“Hoy estamos mirando para adelante en la búsqueda de paz y vivir tranquilos”, comunicó ayer, a través de su abogado.

Crespo vive con su madre y la hija que tuvo con Analía. Su hijo mayor se mudó con amigos

 

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