Sin señales con el FMI y el impulso a la inflación

La inflación, las restricciones que genera la pandemia, la ansiedad por las vacunas, el desempleo y la pobreza, degradan la realidad que vive la mayoría de la población, configurando, estiman, la peor crisis de que tenga memoria el país, siendo “más prolongada y profunda” que la del 2001, y el origen del desánimo y la ausencia de futuro que perciben franjas sociales. En este contexto, los comicios legislativos de noviembre próximo son apenas registrados, aunque ocupen los esfuerzos de gran parte de la clase política y de los gobiernos locales y de la Nación. No es novedoso que la dirigencia y las preocupaciones de la sociedad transiten por andariveles diferentes, aunque en la profundidad de la crisis actual, se hace más evidente.

En la política externa, por ejemplo, son dos las prioridades básicas: conseguir un acuerdo con los organismos de crédito que eviten que la Argentina caiga en otro default; y conseguir las millones de vacunas que hoy no se producen localmente, y son imprescindibles para detener la última ola de la pandemia. La gestión sanitaria, por ahora, continúa en un limbo de fracasos aunque el escenario actual promete cambiar, en particular por la abundancia de vacunas en los países centrales, las promesas de donaciones y las proyecciones de aumento de la producción global de los laboratorios. En cuanto a la negociación externa, existe igual un panorama favorable por la predisposición del FMI y los países socios del Club de París de ampliar las facilidades en el tiempo y quizás en tasas.

A pesar de esta situación, los gestos oficiales van en otra dirección y suman contradicciones. El presidente Alberto Fernández habla del fracaso del capitalismo, cuando la economía global está en fuerte recuperación, y al mismo tiempo ruega a los países del G-7 que apoyen al país para llegar a un acuerdo con el FMI y el Club de París, o envía por gestiones a Washington y Nueva York al ministro Guzmán; también asegura que el país va a honrar sus deudas, pero posterga todos los vencimientos; igual continúa con la idea de judicializar la deuda contraída con el FMI y asienta con el silencio los embates que vienen del Senado y otros sectores K, con sus críticas a cualquier acuerdo; y mientras esta pirotecnia verbal gira alrededor de las gestiones externas, Guzmán sigue sin presentar un plan, algo básico para iniciar cualquier negociación.

¿Qué puede suceder? Habrá que seguir esta semana la gira del titular de Diputados, Sergio Massa, que se suma con otro periplo por la capital norteamericana, aunque no surgen elementos para el optimismo. Los 60 días de espera por la deuda con el Club de París siguen corriendo y con el FMI no aparecen señales que auguren un acuerdo. Por el contrario, aparecen interrogantes. Las negociaciones parecen estar frizadas hasta los comicios de noviembre, sin importar las consecuencias. La disciplina fiscal del ministro Guzmán del primer trimestre quedó atrás, dando paso a otra gestión expansiva, con la idea de poner dinero en el bolsillo de la gente ante la cercanía de las legislativas. La inflación, ya en valores altos, podría tener otro impulso.

Algunas voces técnicas en el oficialismo, advierten (por distintas razones) de los riesgos de continuar en la actual indefinición. Alvarez Agis, ex vice de Kicillof en el Palacio de Hacienda, sostuvo que es necesario firmar un acuerdo con el FMI “cuanto antes” y no esperar hasta las elecciones. “Podemos hacerle tres cosas, putearlo, pagarle o sacarle plata, y yo quiero sacarle plata”, explicó el ex funcionario K que consideró posible llegar a un acuerdo con el organismo “porque sino la situación será peor”. Desde otra perspectiva, existen opiniones similares como las del ex ministro Domingo Cavallo o la más optimista dada en una columna por el economista Gabriel Rubistein, quien afirma que la “racionalidad” debiera dar como resultado un acuerdo, ya que “le conviene a Cristina, le conviene al FMI, le conviene al país”.

Los delirios o el despegue de la realidad, dura y dolorosa para la mayoría, llegan de distintas formas y no solo por las negativas a cerrar un acuerdo con los organismos internacionales, o por las afirmaciones sobre el origen de los mexicanos o brasileños. El jefe de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se jugó los últimos días por el cannabis medicinal y la electromovilidad que tiene que ver con las baterías de litio, dos actividades interesantes pero irrelevantes hoy en la crisis, con una economía real en debacle y en riesgo por un default o la escalada de precios. La inflación, por ejemplo, atribuida a las presiones externas que llevan a justificar el cierre de las exportaciones o fuertes controles, corre por lugares diferentes que revela una comparación con otros ocho países de la región.

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Precios

La Fundación Mediterránea destaca en su último informe que los precios de los alimentos subieron 11 veces más en el país que en el resto de la región en lo que va del año. “La realidad de estos países –dice el trabajo- revela que la elevada inflación de Argentina en estos productos (con una tasa que es 11 veces la tasa media de la región) y su aceleración en el 2021, no puede estar anclada en el contexto externo y debe encontrarse una mejor explicación de ella, seguramente más asociada a la política monetaria (emisión pasada, actual o esperada en exceso a la que el mercado requiere) y/o la organización económica del país (una economía cada vez más cerrada, dependiente del sector público y con bajos incentivos para la inversión privada). Para más detalles, se tiene en cuenta un relevamiento de la FAO (organismo de las Naciones Unidas), que compara la inflación local del 3,2% mensual de una canasta de alimentos, contra solo el 0,4% de países de la región.

¿Hasta dónde llegará la inflación este año? Algunos especialistas estiman 50 por ciento o más.

En cualquier caso, los desequilibrios económicos y la pérdida de los salarios se profundizarían, así como las chances de alcanzar un rebote económico importante que pueda suavizar la magnitud de la crisis actual.