Fue a entregar un pedido, dos motochorros lo persiguieron y lo rescató su propia familia

“Llamá al patrullero”; “un tipo encapuchadísimo me sacó el arma y me gatilló”; “tengo miedo, vieja”, son algunas frases que resuenan en los audios que un vecino del barrio Aeropuerto mandó a su familia el jueves a la noche, cuando salió a hacer un reparto de comida para el negocio de su hija y dos motochorros lo persiguieron y amenazaron para robarle la camioneta. Si esto no pasó fue porque la destreza del conductor le permitió escabullirse, pero el terror persiste, tanto como la certeza del damnificado y sus vecinos de que esto “no da para más”, porque sucesos del estilo “son moneda corriente en la zona”.

Todo pasó cerca de las 23.30 del jueves, cuando Marcelo Díaz (53) salió en su camioneta Dodge Journay de color bordó a hacer los repartos de la casa de comidas de su hija, porque el delivery no estaba.

Los dos motochorros aparecieron en escena a las pocas cuadras, en 4 y 607, donde se pusieron a tiro de su vehículo. Consciente de que estaba siendo perseguido por una zona desolada, Díaz comenzó a enviar mensajes de audio a su familia para que mandaran un patrullero. En su casa recibieron el mensaje y se comunicaron con el 911, mientras se preparaban para ejecutar “un plan b” en caso de que la policía no apareciera a rescatar a Marcelo, quien además sufre una discapacidad motriz.

La angustia del hombre quedó reflejada en esos audios en los que fue relatando cómo y por dónde lo seguían, mientras realizaba todo tipo de intrépidas maniobras para sacarles ventaja. Contó también que con los rodados en movimiento lo apuntaron con un arma de fuego. “Andaban en una moto cortada; aceleré pero se pudieron delante mío y me gatillaron tres veces”, relató a este diario el propio Díaz, sin pasar por alto que le gritaron “pará o te tiro” y le acertaron patadas a la puerta del vehículo.

Varias cuadras avanzó (calcula que fueron diez) con la incertidumbre de no saber cómo iba a terminar todo. Según admite en los mensajes que envió, en determinado momento barajó la posibilidad de buscar refugio en la casa de un conocido, que estaba cerca, pero entonces volvió a toparse con los ladrones. “Debido a mi discapacidad, todo mi cuerpo estaba duro. Confieso que me ayudaron los años que estuve al volante para escapar de los chorros. Estaba a pocas cuadras de mi casa, pero al final opté por seguir hacia la comisaría. Y aquí viene lo que demuestra que estamos desamparados, porque me siguieron hasta media cuadra antes del destacamento”, concluyó.

En su casa ya habían tomado la decisión de salir a buscarlo. Siguiendo el recorrido que les iba marcando en sus audios de WhatsApp, su yerno y su esposa lograron interceptarlo a media cuadra de la comisaría, en 4 y 611. Para Marcelo, aquella aparición fue clave: “Si no, no la estaría contando”, aseguró. Al ver que Díaz ya no estaba solo, los asaltantes huyeron y el hombre fue asistido por una ambulancia del SAME, ya que “estuve a punto de sufrir un ACV”, explicó.

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“Es una mezcla de todo. Estamos desamparados. No hay móviles policiales, no hay iluminación. Muchos sectores son una boca de lobo, ideales para una emboscada. Necesitamos que nos brinden seguridad para poder trabajar o para ir a tomar el micro, porque ni eso se puede hacer sin que te afanen”, lamentó.

Por otra parte, se quejó porque cuando fue al destacamento para exponer lo ocurrido “había un solo policía, que no me pudo atender porque me dijo que estaba preparando un papelerío por un preso y que no tenían ni un patrullero”.