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Nostalgia rockera: Julián Ibarrolaza vuelve a las bateas

El ex líder de Embajada Boliviana lanza el domingo “Perfectamente mal”, séptimo disco de estudio de su etapa solista

Nostalgia rockera: Julián Ibarrolaza vuelve a las bateas

El músico platense Julián Ibarrolaza lanza el domingo en formato físico el disco “Perfectamente mal” bajo el sello Mala Difusión Records

2 de Noviembre de 2022 | 04:09
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“Ser y pertenecer a la música underground e independiente de esta ciudad me llena de orgullo y felicidad pero es duro: no siempre son cosas lindas las que vivimos los músicos que quisimos y no logramos firmar contratos, a veces nos encontramos solos con todo, pero no me quejo, es lo que elegí. Después de todo, nadie nos prometió nada”. El que habla es el músico y compositor platense Julián Ibarrolaza, que lo tendrá este domingo celebrando un nuevo nacimiento, el de “Perfectamente mal”, el séptimo disco de su etapa solista, y el 17mo. si se suman los que dejó registrados con Embajada Boliviana, el reconocido grupo local ya disuelto al que le puso voz y corazón desde su fundación, en 1992, y que se convirtió en banda sonora de toda una generación de platenses.

El álbum, que saldrá a la venta en formato físico bajo el sello Mala Difusión Records, y que también estará disponible en todas las plataformas digitales a través de RGS Music, es una continuación del trabajo en estudio que viene realizando pero, también, como dice él, “una parte más del rompecabezas musical o cancionero personal que cultivo, inspirado en mis autores preferidos, desde hace 30 años”.

Con arte de tapa del artista plástico Juanjo Kaufmann, en este disco Ibarrolaza sigue la tradición cancionera de los últimos años, y la vuelve a vestir de nostalgia y de rock, con letras despojadas que hablan de corazones rotos, de muertos, olvidos y malas decisiones pero también de algunas espinas que siempre le dolerán a nuestro país, a nuestra gente.

Doce canciones que surgieron por una necesidad: “La de grabar mis ideas melódicas y literarias, unidas en forma de canción, y del compromiso personal por escribir a partir del trabajo de ‘todos los días’”, según cuenta.

Sin demasiadas pretensiones más que “alguien más lo escuche y piense ‘qué bueno que está’’’, Ibarrolaza entiende que está en una etapa diferente y este álbum es prueba de ello. “Ahora siento que grabo discos más tranquilos pero sin distraerme tanto porque a veces me da miedo de perder el hábito, y no poder cumplir con los tiempos que la canción aprieta”, admite el músico que, sin embargo, siempre está listo, “esperando a la inspiración con la lapicera y la hoja en la mano, y con la guitarra o el teclado en los brazos”.

Sabe que “el final de un disco, anticipa el principio de otro” y por eso el nacimiento, lejos de generarle el síndrome post parto, le da alas. “Vuelvo a sentirme libre”, detalla sobre cada vez que entra al estudio, el espacio en el que se mueve “como pez en el agua” y donde todo cobra no solo un sentido mayor sino, simplemente, sentido.

Aunque a veces la vida lo ha llevado a sentirse “atrapado en el mismo lugar”, la música lo devuelve solito al punto de partida. “Los discos que grabo me devuelven la felicidad ‘a veces perdida’”, advierte Julián, que atesora esos “momentos intensos” que rodean cada alumbramiento porque vuelve a conectar “con la gente, con mis amigos, con mi familia y conmigo mismo”. Sus creaciones, dice, “me ayudan a socializar y a ser afectivo”.

UNA NUEVA ETAPA

Versión platense de los Ramones, Embajada Boliviana fue y vino con su punk rock platense en varias oportunidades, pero tuvo en 2010 una bisagra. Ese año, en el marco de la exitosa gira de “Sensaciones Encontradas”, Ibarrolaza se bajó del tour tras un diagnóstico de acúfenos, un problema en el oído interno que se fue agravando con el tiempo y que le impidió exponerse a volúmenes altos. Aunque pasaron cuatro años hasta encontrar la forma en la que poder regresar, pudieron hacerlo a partir de 2014 “desdoblándose” entre sets eléctricos y acústicos. Una fórmula que les permitió seguir moviendo una rueda que, con el tiempo, se fue haciendo cada vez más pesada de rodar.

“Nos separamos en diciembre del año pasado, más que todo, por mis problemas de salud. Éramos como dos bandas en una y les dije a los chicos que sigan tocando con el nombre pero no quisieron, y ahora se llaman Embajada”, cuenta Ibarrolaza, que, sin embargo, volverá a liderar el combo a fines de noviembre cuando la banda realice cuatro fechas en México que habían quedado pendientes por la pandemia. Pero ese, remarca, será el punto final.

Demasiados años de distorsión le pasaron factura a los oídos de Julián, algo que no fue fácil de aceptar. “La pasé mal y todavía la paso mal con los acúfenos pero ahora estoy muy repuesto. La verdad es que se me vino el mundo abajo pero lo fui mangiando de a poco, no me quedó otra”, confiesa el músico sobre un diagnóstico que lo llevó a cambiar su forma de escuchar, hacer y entender la música.

“Encontré un estilo en un momento totalmente distinto. Aprendí a tocar un poco más como músico, empecé a hacer música acústica, sin baterías y sin ganancia en las guitarras, casi sin volumen. Aprendí a cantar de otra manera y, sobre todo, a tocar el instrumento -las guitarras o los teclados, según la canción- un poco mejor porque tuve que tocar en volúmenes bajos, donde se escucha más, y no hay tanta presencia estética sonora, que es lo que hacía antes. Por ese lado encontré algo positivo a esto tan negativo que me pasó”, advierte.

Este nuevo camino lo llevó a grabar “un montón de discos casi sin querer” , en tanto, por este mismo problema de audición (además de acúfenos tiene hiperacusia), tuvo que ir bajándose de a poco de los escenarios. “Estoy tocando poco y nada, no creo que siga con actividad en vivo porque tengo este problema que se va agravando con el paso del tiempo. Por eso lo que hago es grabar discos y por ahí hacer una o dos presentaciones por año, como mucho. Porque lo estoy padeciendo bastante”, cuenta.

En esos momentos de descenso, Julián se aferra a su motor, la música, con la que mantiene un vínculo casi indivisible. “Y no lo puedo evitar. Sueño con la música y cuando no, tengo pesadillas. Mi mundo es así porque mi mente, mi alma y mi corazón son inevitablemente musicales”, cierra Ibarrolaza, “melancólicamente feliz” por el lanzamiento de “Perfectamente mal” que este domingo, desde las 13, presentará en el porteño Almacén Mala Difusión (Hipólito Irigoyen 3466).

 

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