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Ocurrencias: juicios, pólvora y azúcar

Ocurrencias: juicios, pólvora y azúcar

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

11 de Septiembre de 2022 | 02:55
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Los detectives buscaban restos de pólvora y encontraron copitos de azúcar. Una pareja casi marginal, estuvo a un gatillazo de cometer un magnicidio de consecuencias incalculables. Estos desquiciados habían montado una especie de dulzura ambulante que ponían sus arengas a la altura de una golosina tan leve y evanescente como sus dogmas. El es Sabag Montiel, un brasileño apuntador y con tatuajes nazis. Y ella, Brenda, una compañera de penurias y desolaciones que traficaba dulzuras con algodones callejeros y desnudos de entrecasa. Dos inclasificables que dejaron desairados a la Federal, a los custodios y a la guardia de honor que estaba allí para apoyar, contener y proteger a la vicepresidenta. Después del ataque, tras tomar nota del enorme descuido de la gente de Seguridad, hubo ministro en jaque, comisario ausente, relevos de guardias, repaso de cámaras y allanamientos. Pero aún hoy, el balance no promete demasiado: hay un acusado que se niega hablar, declaraciones poco sustanciosas y un teléfono callado. Con esos datos, la investigación no logra descifrar si son dos chapuceros que buscaban fama asesina o forman parte de una pymes ruinosa y bizarra que puso en peligro la vida de Cristina y la paz titubeant

El es un brasileño apuntador y con tatuajes nazis. Y ella, una compañera de penurias

Debe ser un teléfono caro el que consiguió este mayorista de copitos para que los expertos no puedan desbloquearlo

e de un país siempre apuntado.

Hoy, en estos pagos, las rarezas abundan. Siempre hay algo extravagante en sus derrapes. Aquí, los teléfonos, en lugar de aportar datos, borran pruebas. Debe ser un teléfono caro el que consiguió este mayorista de copitos para que los expertos no puedan desbloquearlo. Sabemos que la tecnología de hoy es un gigantesco confesionario donde los buenos y los malos dejan rastros fehacientes de sus andanzas y hasta de sus deseos. Los smartphones son instrumentos de vigilancia y control, como lo son Facebook, Twitter, Instagram, Twitch, Telegram, TikTok y todo el aparatejo restante. Estamos inundados de cámaras y mensajes. A cada instante, sin querer, vamos dejando rastros de vida. Lo extraño es que disponiendo de semejante arsenal averiguador, los expertos –por impericia o rara inoperancia- hayan sido derrotados por el celu de un vendedor callejero.

LA PALABRA JUICIO

¿Cuál será la palabra del año? En el 2021 fue la vacuna y en años anteriores, el Covid y la posverdad ganaron ese lugar. Aquí, entre nosotros, en esta quincena fantasmal, “Juicio” se erigió como vocablo clave. A la sombra del pedido de condena formulado por el fiscal Diego Luciani, el término se abrió paso. Primero fue el presidente el que recordó la muerte del fiscal Nisman para mezclar sangre, denuncia y suicidio. El segundo episodio fue el ataque a Cristina, una deriva repudiable que tuvo en el centro de la escena a un brasileño pasado de azúcar que envenenó la realidad protagonizando un atentado que aún genera estupor, dudas y más odios, por si hiciera falta.

La palabra Juicio también resonó en La Plata: primero, con la destitución y detención del juez de Casación Miguel Ordoqui, un garantista exagerado que intercambiaba favores con los presos; después, por sentar en el banquillo al juez César Melazo, supuesto jefe de una banda desbandada. Y el fin de semana, tras largos preliminares, se supo que al final irá a juicio Walter Bento, el juez federal de Mendoza, otro magistrado que mezclaba sustancias y veredictos. Todos estos casos han mostrado que la justicia, más allá de lo que digan los interesados, está funcionando, con las dificultades y los yerros de un país que desde hace tiempo parece sentenciado. Nadie dice que los acusados sean culpables (aunque Ordoqui acumula pruebas que lo mantienen esposado, detenido y destituido). Lo que ha sorprendido es advertir que no todo pasa de largo por los resbaladizos pasillos del poder y que la trama sinuosa entre los que acusan y los que se defienden, deja ver que la justicia se anima a entreabrir puertas secretas que no siempre estuvieron bloqueadas. Porque en estas cuestiones, y en todos los gobiernos, se practicaba una política de hechos consumados que, antes de llegar a los tribunales, se saldaba en esos oscuros despachos donde la justicia andaba con tobilleras.

Pólvora, denuncias, odios, ataques y azúcar. ¿La realidad habrá perdido el juicio?

 

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