Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Espectáculos |En la pantalla

Bill Evans: un genio perdido en San Nicolás

“Bill 79”, de Mariano Galperín, cuenta la increíble historia de cuando el consagradísimo pianista visitó el país y terminó tocando un piano desafinado en un concurso de belleza

Bill Evans: un genio perdido en San Nicolás

Diego Gentile como Bill Evans, en la película de Mariano Galperín que llega a algunos cines el jueves

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

9 de Mayo de 2023 | 01:40
Edición impresa

Bill Evans, el gran pianista de jazz, ya era una estrella mundial cuando lo llevaron de Buenos Aires a San Nicolás en un autito abarrotado, para tocar un piano desafinado en el marco de un concurso de belleza que coronaba a la “Miss Invierno” de aquel año, 1979.

Una imagen increíble: Bill paseando, medio perdido, medio aburrido, quizás medio drogado, por la llanura bonaerense, hacia una localidad pequeña, un viaje que terminaría con boxeo, muertes y empanadas. Una imagen increíble, pero real: eso pensó Mariano Galperín, y decidió convertir la historia en película: “Bill 79”, relato de aquel extraño viaje en el que “la realidad supera toda fantasía”, llega a algunos cines del país este jueves, con Diego Gentile como Evans y Marina Bellati como su agotada manager.

Aquella fue una de dos visitas de Evans al país: agotó cuando tocó en el Gran Rex en 1973, y de nuevo cuando hizo sonar su piano irreverente en los porteños Ópera y el San Martín en aquel 1979. Adrián Iaies recordaba que cumplía por entonces el Servicio Militar Obligatorio en el cuartel de Ciudadela, pero abandonó una guardia para ver a Evans: “Si logra escapar con vida, lo espera un calabozo cuando vuelva”, le dijeron los militares.

“Me escapé, vi el show con pilcha de soldado y cuando volví me encerraron en el calabozo, pero no me importaba porque ahí encerrado no podía dejar de pensar en lo que había visto. Sonaba esa música en mi cabeza”, recordaba el pianista. Eso significaba Evans, uno de esos hombres que “rompió el mundo”, dice Galperín. Y sin embargo, tras sus shows en Buenos Aires, se subió a un autito camino a San Nicolás.

La historia que cuenta Galperín la encontró en una crónica de Joaquín Sánchez Mariño: “Mientras la leía, me daba cuenta que era una historia totalmente cinematográfica, para hacer una película: todo lo que sucede es totalmente increíble, pero totalmente cierto”. Así se dispuso a hacer otra película de artistas que irrumpen en el mundo y lo descolocan, lo transforman, como “Su realidad”, sobre Daniel Melingo, y “Todo lo que veo es mío”, sobre Duchamp. No sería, necesariamente, un relato realista, una “biopic” tradicional, porque como los personajes que retrata, “está en mi ADN tratar de que las cosas incomoden, en el buen sentido. Y creo que es más disfrutable esta historia aún, teniendo en cuenta que es cierta: que una estrella mundial como Evans haya estado en un concurso de belleza en San Nicolás ni un guionista lo puede escribir si no es cierto, parece desfachatado”.

Además de este factor disruptivo, a Galperín le interesaba este encuentro entre un Evans “consagradísimo” y la Argentina turbulenta y dictatorial del 79, “mostrar el contraste de esos músicos haciendo su música libre” en esa Argentina de libertades restringidas con violencia.

“Tenía las imágenes mentales de Bill Evans en esa Argentina, donde se escuchaba tango, la gente tenía el pelo cortito, el bigotito, y llegan estos cuatro astronautas de otro planeta, con esos looks, con esa mentalidad, a caminar por Buenos Aires, y después por San Nicolás… eso armaba un contraste que me llenaba de placer”, cuenta.

Y también lo impulsaba a contar la historia el hecho de que transcurriera “al final de la vida de Evans: no es que vino de joven, le pasaron un montón de cosas y después fue el que fue. Ya había hecho todo lo que iba a hacer. Y se murió menos de un año después de estar acá”. Allí, en ese momento aparentemente banal y bizarro, podrían cifrarse, sospecharse, deslizarse las razones del final trágico de Evans: para entonces, el artista había superado su adicción a la heroína, pero la había reemplazado por una adicción a la cocaína; su hermano se había suicidado, y él dejaría a partir de ese momento de tratar sus problemas de salud. Ese es el Bill Evans que viaja en auto hacia un hotelito en San Nicolás.

“Pero aunque Bill Evans era una persona con mucha droga, y con una tristeza muy profunda”, agrega Galperín, “también tuvo hasta el último momento de su vida muchísimo humor. Eso nos permitió que el protagonista no fuera un derretido que no puede andar más”.

Pero aunque la biografía y la historia se cuelan en el relato, no es un relato documental: Galperín, que advierte que no es una película “de nicho”, para los evans-maníacos, sino “una película lo más amplia posible”, que se puede ver “sin saber quién es Bill Evans”, partió de la investigación de Sánchez Mariño, pero tuvo que inventar la cotidianeidad, los diálogos que se esfumaron hace tiempo ya en el aire. “Tuve que coser los blancos con cosas que desconocía, que inventé”, explica. Para hacerlo, para escribir un Bill Evans de la ficción que fuera verosímil, “escuché muchas grabaciones de Bill Evans, traté de conocerlo al máximo para que lo que yo escribiera, pudiera ser algo que él podría haber dicho”.

Como ejemplo, cita una escena de “Bill 79”: su manager, encarnada por Mariana Bellatti, está en un momento harta del mamarracho al que han convocado a su estrella internacional. Y quiere cancelar todo. Pero Bill le dice “Me es más fácil tocar que no tocar’”. “Yo creo”, dice Galperín, risueño, “que se lo debe haber dicho, por más que lo haya escrito yo. Yo conozco el mundo de los músicos, y siempre les es más fácil tocar que no tocar: viajaron miles de kilómetros, están en un lugar rarísimo, hay un piano en frente, y es más fácil tocar que enojarse, cancelar y demás”.

Lo cierto es que ese trabajo de rellenar los blancos de la historia tiene algo de jazzero, de improvisación sobre una base, lo que se sabe de ese viaje. Fue, dice el realizador, “un trabajo muy creativo, y muy divertido”.

“Bill 79” se estrenará este jueves en algunas salas, pero, como buena parte del cine nacional por estos días, seguramente tendrá pocas pantallas, y durará poco. Galperín, al respecto, se resigna y recomienda: “Ir a ver una película es como ir a ver un show: si la estrenan el 11 de mayo, tenés que ir en esos días, no decidís cuándo ir a verla. Porque después, no está más, no dura dos meses en cartel”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $1870

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2880

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $1870.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla