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Ocurrencias: lágrimas sanadoras

Ocurrencias: lágrimas sanadoras

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

21 de Julio de 2024 | 04:44
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Las lágrimas masculinas cada día ocupan más pantalla. Es una señal de nuestro tiempo que tiene a los ademanes de la hombría en zona de suspenso. Los varones se han ido transformando en un colectivo culposo que teme ejercer a fondo un rol, el de la masculinidad, que al parecer está cerrado por reformas. El psicólogo Jeffrey Kottler afirma que ellos no utilizan las lágrimas para manipular, tanto como lo hacen las mujeres. Y agrega que, cuando lloran, lo hacen más sutilmente. Esto es, emiten menos lágrimas y por menos tiempo. Y frecuentemente piden disculpas por hacerlo. El llanto ha ido mutando desde aquel lagrimón prohibido de nuestros antepasados a esta suerte de exhibición complacida de una sensibilidad a flor de piel. Fueron varios los que se desahogaron en los últimos días, algunos festejando, otros por algún porrazo amoroso y más de uno, frente a los jueces, usando el lloriqueo en defensa propia. Tal como explica el neurólogo Michael Trimble, existen diferencias en la composición de una lágrima, según provengan de un hecho irritante o de una emoción. Las lágrimas pueden transmitir cabalmente dos sensaciones contrapuestas: lo vimos llorar a Messi con desconsuelo por quedarse en el banco, lesionado, y una hora después, llorar de alegría por la nueva copa ganada. El llanto es un desahogo hondo y elocuente que hace cumbre en la felicidad o el dolor. Los expertos en congojas dicen que esos llantos que llegan de a poco, apuntan a revelar un drama más hondo y extendido. Las estrellas hoy exponen sus angustias a la vista de todos. Y sus pesadumbres son tan legítimas como los de cualquiera, aunque más de uno sospeche que los sollozos famosos transmiten más estrategia que amargura. Está bien que lloren. La vida nos avisó: lloramos por llegar y lloramos por tener que irnos.

El llanto es un desahogo hondo y elocuente que hace cumbre en la felicidad o el dolor

“Si llorás una vez por semana, podés vivir una vida sin estrés”, promete este especialista en desahogos

En Japón ha surgido una “contraescuela” que, para sentirse mejor, promueve llorar al menos una vez por semana. No es una campaña pro congoja, sino -dicen- un recurso curativo. El llanto es más que un desahogo según Hidefumi Yoshida, conocido como “el maestro de las lágrimas” un gurú, con cara de afligido, que se la pasa recorriendo Japón para difundir los beneficios del llanto programado. “Voy a lagrimear un rato y vuelvo”, puede ser, allí, una pausa deseada. “El acto de llorar es más eficiente que el de reírse o el de dormir a la hora de reducir el estrés”, dijo Yoshida en una entrevista con el Japan Times. En los materiales de sus cursos facilita libros, películas o música emotiva, que puedan provocar congoja. En sus clases tristonas asegura que una buena llorada, intensa y estirada, estimula la actividad nerviosa parasintética, disminuye el ritmo cardíaco y aquieta la mente. Por supuesto, a sus seguidores les hace recordar, si es necesario, las cosas dolorosas que vivieron y los incita a lograr una sensación de abatimiento que asegure sollozos emocionantes y sanadores. “Si llorás una vez por semana, podés vivir una vida sin estrés”, promete este especialista en desahogos que seguramente debe llorar de alegría por el lugar que ha ganado su manual de gemidos y bajoneos.

Al parecer, no es el único que promueve el llanto con fines de mejora emocional y física. La prensa difundió que “el estudio pionero en este campo es de 1981, llevado a cabo por William Frey, médico y profesor de la Universidad de Minesotta. Este experto en lágrimas, comprobó que llorar libera endorfinas, y por lo tanto termina generando niveles de felicidad y bienestar general”. Años después, en 2008, otro estudio sobre más de 3.000 voluntarios comprobó que llorar hace que la gente se sienta mejor en situaciones difíciles, y que, por lo tanto, inducir a lagrimear podía ser una herramienta terapéutica para entristecerse mejor.

¿Alguno anda con ganas de probar? El sitio cryonceaweek.com exhibe cada semana un melodrama lamentable como para empezar a familiarizarnos con la melancolía. El japonés que enseña a lagrimear, gana terreno. Pero los guapos que inmortalizó el tango, aunque están aprendiendo a pucherear, no creen que los fortalezca eso de andar llorando todas las semanas.

Joseph Conrad ya lo había anticipado: El mundo se acabará, no con una explosión, sino con un sollozo.

 

 

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