Jubilados tironeados por héroes y degenerados

EL MÁS ALLÁ.- El siempre frustrado viaje del Papa a la Argentina es uno de los grandes misterios del Vaticano. Visita lugares remotos y peligrosos, pero cuando el viernes los periodistas le preguntaron si estaba dispuesto a viajar a Argentina, su respuesta fue más enigmática que nunca. “Yo querría ir. Es mi pueblo, pero no está decidido. Hay varias cosas que resolver antes”. ¿Qué cosas tan graves deberá resolver un líder que a ras del suelo tendrá casi todo resuelto? “Yo querría ir”, dijo, ¿pero quién se lo impide? Mencionó que por estos pagos tiene “varias cosas” irresueltas. ¿Cuáles y con quiénes? ¿Qué puede haber pasado para que Argentina salga de su mapa? Ni siquiera los criollos más allegados a su Santidad se atreven a preguntarle si tiene pensado darse una vuelta por aquí. Hay algo insondable que no lo deja venir y que ni los mejores exorcistas logran aliviarlo. Incluso le ha costado sobrevolar cielo argentino, que será todo lo que sea, pero al que hasta las golondrinas se le animan, sobre todo ahora, que los muchachos de Aerolíneas han dejado a los pájaros como únicos dueños y señores del espacio. Los católicos ruegan para que cuando Francisco elabore su agenda andariega, le dedique aunque sea una miradita piadosa a ese país, que ahora tiene el bonus de haber elegido un presidente deslenguado que hizo alianza con las fuerzas del cielo. Nadie explica por qué se ha empecinado en excluirnos de su agenda paseandera por los siglos de los siglos. ¿No será que desde allá descubrió que esta tierra esta endemoniada? Seguramente su materia tendrá algo que nosotros ignoramos y que el Papa, desde su faro celestial, ha entrevisto y prefiere mantenerlo en secreto para no entristecernos un poco más. Su decisión está clara: no quiere venir a una tierra que enseña a familiarizarse con la decepción. Desde Roma debe estar esperando que su país, que se la pasa corcoveando, alguna vez se amanse. Prefiere no volver a un territorio más frecuentador de la penitencia que de la salvación. Entre las visitas y el mate gasta el remanente de argentinidad que le va quedando. Sabe que muchos de esos dirigentes que piden su bendición, son angelitos de la impostura, gente que les cuesta memorizar la señal de la cruz y que no son devotos pero saben de votos. Más de uno lleva un relicario en el bolsillo por si alguno de la guardia le pide carnet de cristiano.

“Yo querría ir. Es mi pueblo, pero no está decidido”, dijo el Papa. ¿Qué o quién se lo impide?

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Y EL MÁS ACÁ.- Hoy presenciamos los constantes saltos de una clase política que ha hecho, del refichaje, una ideología. Festejar como un logro el haber dejado sin mejoras a los jubilados, muestra con algo de humor negro la existencia de una realidad fragmentada y quebradiza donde las alianzas apenas duran una votación. La política debería aprender del fútbol: cerrar por un tiempo el libro de pases y obligar a que cada uno tenga que jugar en un solo equipo hasta la próxima compraventa. Los 48 héroes que impidieron que los degenerados ayuden un poquito a los jubilados, son próceres devaluados en medio de una coyuntura que cada día inventa y rompe nuevas alineaciones. Ahora se supo que Carolina Píparo, una candidata viajera, que hace poco había abandonado el barco libertario porque no le habían dado el ANSeS prometido, ahora volvió a los brazos de Karina Milei. Vaya a saber cómo la convencieron. Los radicales se van repartiendo de a poco y escuchan ofertas. Los seis héroes que fueron conquistados por Milei, seguramente habrán ganado más que abrazos y agradecimiento. La derrota que le infligieron a los jubiletas tiene un costo y no solo político. Los héroes se han puesto muy caros en estos días, donde cada batalla es una guerra y las bancas resbaladizas auguran nuevas patinadas. ¿Los radicales están en liquidación de temporada y ofrecen militantes, listos para lo que sea? El resto va saltando como en la rayuela sin alcanzar ningún cielo. Y el justicialismo busca lavar culpas a través de un runrun con más calle y menos bandidos. Ya se alquilan aliados para una sola sesión. Y el quórum se ha vuelto ágil y movedizo. Mientras tanto, Cristina, condenada y altiva, aprovecha el vacío y gana centralidad, intercambiando pataditas con Milei, que la eligió como enemiga predilecta: ¿héroe o degenerada?