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La Ciudad |Un trabajo propone estrategias para aprovechar una eventual merma en la demanda del sistema

Baja la natalidad y caería la matrícula escolar: ¿menos puede ser más?

El observatorio Argentinos por la Educación difundió un informe que vincula el sostenido descenso en los nacimientos en el país, desde hace más de una década, con la chance de mejorar la calidad pedagógica, y se abrió el debate en torno al alcance de estas propuestas

Baja la natalidad y caería la matrícula escolar: ¿menos puede ser más?

la caída de la natalidad EN lA últimA DÉCADA SE APROXIMÓ AL treinta por ciento

Francisco L. Lagomarsino
Francisco L. Lagomarsino

3 de Septiembre de 2024 | 04:41
Edición impresa

En nuestro país -y Región-, el sistema educativo funciona bajo presión, afrontando una demanda intensa y sostenida. Escasez de bancos, cuestionamientos a la formación y la solvencia docente, una infraestructura que suele mostrarse endeble, maestros con elevados índices de ausentismo, aulas al límite de su capacidad o atestadas, son algunos de los factores que suelen abordarse a la hora del análisis. Un informe recientemente publicado por el observatorio Argentinos por la Educación abre otro fuerte debate poniendo bajo la lupa la tendencia descendente en la natalidad y presentándola como una eventual oportunidad para fortalecer los aprendizajes.

La discusión, siempre bienvenida cuando saca a la palestra los temas educativos, está abierta. En el documento sobre “Natalidad y Demanda Educativa” que suscriben Rafael Rofman (CIPPEC), Martín Nistal y Leyre Sáenz Guillén (Argentinos por la Educación), se cotejan datos oficiales sobre natalidad y matrícula escolar en el plano nacional, y se plantean alternativas de políticas públicas para darle un sentido positivo a la disminución de nacimientos, que también se da en nuestra ciudad.

“Independientemente de las causas, luego de décadas de estancamiento, en Argentina se registró un rápido descenso de la natalidad en los últimos diez años, y la tasa global de fecundidad bajó casi un 40 por ciento” destacan los autores: “con este cambio demográfico, es probable que aumente la inversión en educación a nivel familiar. Por otro lado, en el ámbito escolar, menos nacimientos implican menos estudiantes escolarizados, lo que plantea desafíos en la reorganización del sistema educativo”.

Esta baja en las cohortes escolares, o “camadas”, desde 2014 a las proyectadas para 2022, se dan en todas las jurisdicciones y manifiestan diferencias, para el nivel primario, en torno al 31 por ciento promedio. En esta sintonía, los registros de la Dirección Provincial de Estadística revelan que en La Plata, la cantidad de alumbramientos entre 2010 y 2021 bajó de 13.146 a 9.349; esto equivale a un descenso en la “tasa bruta” de natalidad (el resultado de dividir la población media de un periodo determinado, generalmente un año calendario, por la cantidad de nacimientos vivos de ese mismo lapso) de 19,9 a 13. En Berisso, ese cociente cayó, en el mismo periodo, de 17,9 a 10,2. Y en Ensenada, de 20,3 a 11,9. Más allá del potente efecto de la pandemia, la tendencia es consistente.

varias estrategias

Para Rofman, Nistal y Sáenz Guillén, existen diferentes alternativas de política pública para aprovechar esta ventana de oportunidad de la caída en la natalidad: una es la de mantener la cantidad de secciones o cursos, con la consecuente reducción de alumnos en cada uno de ellos; otra, mantener la cantidad de alumnos por curso y aumentar la cantidad de docentes, con carácter de tutores; una tercera, mantener la cantidad de alumnos por sección y perfeccionar a los docentes mientras no les toque estar al frente de las clases.

Los investigadores afirman que “hay evidencia positiva en favor de las tres políticas respecto a mejoras en los puntajes de las pruebas estandarizadas de los alumnos, y también respecto a mejoras en el largo plazo de su trayectoria académica y laboral”. Y aclaran que “muchas otras políticas se podrían planificar con el objetivo de aprovechar el bono demográfico debido a la baja de los nacimientos”.

Este enfoque genera miradas divergentes. “El primer supuesto del informe es que tenemos aulas superpobladas; la verdad es que ya, en la lista de problemáticas del sistema escolar actual, la superpoblación no está entre las más urgentes” advierte el platense Facundo Stazi, licenciado en Ciencias de la Educación, y coordinador y asesor pedagógico en colegios de la Región: “pero supongamos que sí, que tenemos aulas superpobladas: ¿cuántos alumnos consideramos que necesitamos tener para tener una educación personalizada? Actualmente, en promedio, un profesor de nivel secundario de nuestra ciudad atiende a la realidad de 230 alumnos por semana; si tuviera que dedicarles un tiempo de manera personalizada, sería de unos seis minutos a cada uno, sin contar tiempos plenarios en los que interactúa con el grupo”.

Stazi se pregunta “¿cuántos alumnos deberíamos tener por clase para hablar de un modelo educativo personalizado? ¿Veinticinco ya implican un aula superpoblada? ¿Y qué significa ‘personalizado’?”

los expertos y el mundo

En el informe difundido por Argentinos por la Educación se cita a distintos expertos que han postulado que cursos con menor cantidad de estudiantes resultan en mejores resultados educativos, por motivos, entre otros, como “la reducción del tiempo en que se interrumpe la clase”, “la posibilidad de que los profesores adapten su enseñanza a las necesidades de cada alumno”, “la reducción de la presión sobre el espacio físico y los recursos del aula” y “la disminución del mal comportamiento y los problemas disciplinarios en comparación con clases más numerosas“.

Como parámetro, se saca a colación asimismo la “regla de Maimónides”, aplicada en las escuelas estatales de Israel: si hay más de 40 estudiantes en una sección, ésta se debe dividir en dos. Y se enfatiza que reducir el tamaño de los cursos acelera significativamente el ritmo de la alfabetización y realza el desempeño académico de los estudiantes, en las primeras etapas de su educación y especialmente en escuelas que enfrentan los mayores desafíos educativos y socioeconómicos.

La mirada de la académica y pedagoga Guillermina Tiramonti, ex directora de FLACSO y profesora en la UNLP, es un poco menos entusiasta: “A mi entender, una disminución en la cantidad de alumnos podría dar lugar para reorganizar algunas aulas, y repensar la distribución de los docentes, pero no más que eso”.

En el mismo sentido, Facundo Stazi, quien es profesor de nivel superior en varios profesorados y Magíster en Didáctica de la Lengua, hace foco en “la idea de ‘oportunidad’; hay un cliché, seguramente falso, que dice que en chino la palabra ‘crisis’ es también ‘oportunidad’. Entonces lo que sobra son oportunidades; la escuela está en crisis por donde la analices. Y si sigue siendo la misma dentro de 5, 6 o 7 años, en los que estas promociones para la que se estiman pocos alumnos llegarán a primero o segundo grado, la superpoblación va a ser el menor de nuestros problemas”.

“Los esfuerzos para mejorar la educación en países en desarrollo suelen centrarse en proporcionar recursos adicionales, típicamente contratando más docentes y construyendo infraestructura, para reducir el tamaño de las clases” indican Rofman, Nistal y Sáenz Guillén: “pero algunos autores sostienen que estos recursos tendrán un impacto limitado sin reformas sistemáticas de la gobernanza educativa, los incentivos a los profesores y la pedagogía”.

Los autores consideran que “una política alternativa podría ser mantener la cantidad de alumnos promedio por sección, cambiando el número de secciones. En este caso, la demanda de docentes al frente de secciones se reduciría, con lo que sería posible reasignarlos a otros roles -por ejemplo tutores-, subir la cantidad de docentes por sección o implementar actividades de formación docente. Las tutorías han logrado mejorar significativamente los aprendizajes”.

“Por otro lado, si se mantiene la cantidad de estudiantes por sección, y por ende sobran secciones y docentes, se puede generar un mecanismo de rotación docente en la cual unos están en la sección y otros están formándose. Después de formarse vuelven a la sección y sigue la rotación”, teorizan.

“La cantidad de alumnos por docente es un índice más, lo importante está en el diseño de las políticas públicas educativas”, resume Stazi: “tener dos maestras en primero y segundo grado, adentro del mismo salón de clases, cambia radicalmente la situación pedagógica; prefiero un aula con 30 nenes y dos docentes que dos aulas de 15 con maestras solas. La escuela tiene que poder ofrecer diversidad real, y que cada alumno pueda comprometerse y encontrarse a sí mismo en su recorrido”.

“Un profesor del secundario atiende, promedio, la realidad de 230 alumnos por semana”

 

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