El Gobierno recibe al PRO en Casa Rosada en una semana legislativa crucial

Los vaivenes del poder en la Casa Rosada se han convertido en un campo de batalla entre alianzas frágiles y tensiones internas, donde el PRO y La Libertad Avanza se ven atrapados en una danza política que pone a prueba no solo su relación, sino también la capacidad del gobierno de Javier Milei de mantenerse a flote en medio de un Congreso cada vez más tenso. La reunión que debió celebrarse en Balcarce 50 entre Cristian Ritondo, Martín Menem y los principales referentes de la administración presidencial ha quedado en suspenso por la internación del Jefe de Gabinete, un revés que refleja el delicado estado de salud no solo del funcionario, sino también del gobierno mismo. La imagen de la Casa Rosada se desmorona a la par que sus complicaciones de gestión aumentan, dejando al macrismo con una posición cada vez más influyente en un Congreso que se convierte en un campo de batalla.

Lo que parecía ser una reunión de coordinación legislativa, ha devenido en una oportunidad para que el PRO marque su rechazo al decreto de Milei que limita la ley de acceso a la información pública, un tema que ha encendido la mecha de una confrontación política. Este decreto, visto como un retroceso en términos de transparencia, ha sido una de las tantas acciones unilaterales del Poder Ejecutivo que han puesto en jaque a la coalición entre La Libertad Avanza y el PRO. El bloque de diputados macristas, encabezado por Ritondo, ha alzado la voz en contra, reafirmando su compromiso con la defensa de la ley sancionada durante la presidencia de Mauricio Macri. A través de un comunicado en redes sociales, dejaron claro que cualquier intento de alterar esta norma representa un golpe a la democracia y al derecho esencial de acceso a la información pública, marcando una línea roja que Milei ha cruzado.

Las fricciones entre las dos fuerzas políticas parecen haberse intensificado en los últimos días, en parte por la ausencia de Martín Menem en la primera reunión de coordinación legislativa. Su descontento con Macri es un reflejo de las tensiones latentes que resquebrajan la alianza. La reunión de este lunes, a las 11.30, más que una oportunidad para acordar una agenda legislativa, se ha convertido en una plataforma para que el PRO exprese su rechazo público a las medidas del presidente. En este contexto, el macrismo ha asumido un rol ambiguo, al mismo tiempo que se presenta como un aliado necesario para Milei en el Congreso, se muestra renuente a apoyar su agenda unilateral.

La complejidad del escenario legislativo no se limita a la Cámara de Diputados. En el Senado, la situación es igualmente delicada para el oficialismo, donde la oposición se prepara para asestar nuevos golpes al gobierno de Milei. La semana que comienza promete ser un calvario para la administración, con la aprobación casi segura de la ley de financiamiento educativo y el rechazo al decreto que otorga fondos a la SIDE. La implantación de la Boleta Única de Papel, que parecía ser una posible victoria para el oficialismo, también pende de un hilo, con la incertidumbre sobre los votos necesarios para su aprobación. El Senado se ha convertido en un laberinto de intereses contrapuestos, donde las distintas facciones políticas maniobran para obtener ventaja en un panorama fragmentado.

El intento del oficialismo por avanzar con su agenda se ve obstaculizado por un mosaico político fragmentado, en el que los acuerdos son efímeros y las alianzas se desmoronan ante la primera señal de debilidad. La presión sobre el gobierno no viene solo de la oposición, sino también desde dentro de su propio espacio político. La fragmentación en las filas del PRO y las desavenencias con La Libertad Avanza complican aún más la posibilidad de construir mayorías estables en el Congreso. Las negociaciones se han convertido en un juego de resistencia, donde cada voto cuenta y donde la capacidad del gobierno para mantener el control de la situación se ve cada vez más comprometida.

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La cercanía de la Casa Rosada con el PRO no es un signo de fortaleza, sino una señal de la creciente dependencia del gobierno de Milei en sus antiguos rivales. El presidente, cuya figura alguna vez fue vista como un fenómeno político disruptivo, ahora parece atrapado en una red de compromisos y concesiones que limitan su capacidad de maniobra. La expulsión de Lourdes Arrieta en Diputados y de Francisco Paoltroni en el Senado son solo los últimos ejemplos de la purga interna que La Libertad Avanza ha emprendido para intentar consolidar su poder, pero que, a su vez, debilita su base de apoyo en un Congreso donde cada voto es crucial.

Mientras el Senado se prepara para una semana decisiva, la atención se centra en los movimientos de la oposición y en cómo los diversos bloques senatoriales responderán a los desafíos del oficialismo. Las negociaciones entre la Jefatura de Gabinete y los distintos sectores políticos se han intensificado en un intento por asegurar los votos necesarios para avanzar con la agenda del gobierno, pero la resistencia es fuerte y las incertidumbres persisten. Los radicales correntinos y los senadores patagónicos se han convertido en piezas clave en este tablero político, donde las lealtades son volátiles y las alianzas cambian con rapidez.