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La Ciudad |IMPRESIONES - Ocurrencias

Políticos en tránsito

Políticos en tránsito

Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda

4 de Mayo de 2025 | 05:19
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La fragmentación partidaria y el traspaso de dirigentes ya es una melodía común en la política criolla. Los candidatos frecuentan este recurso para no bajar del palco. En estas huidas, mezcla rara de oportunismo, reciclaje y venganza, chisporrotea la contemporaneidad. Los tránsfugas, que así se clasifica a los que rompen con su formación partidaria para sumarse a otras, le agregan suspenso y adivinación a la campaña. Es gente que se cambia de camiseta cuando están rumbo a la cancha. Y que nunca se sabe para qué lado terminarán pateando. Dirigentes que siempre están llegando porque nunca se van del todo, y que aprendieron de las enredaderas: exponen más la trepada que las raíces. La modalidad del portazo prometedor y productivo se ha extendido tanto, que antes de elegir candidatos habrá que tomar examen de arraigo y pertenencia. La lealtad se ha ido perdiendo entre ideologías tambaleantes. Nadie imaginó que Cristina y Macri alguna vez enfrentarían a quienes fueron esos hijastros preferidos que pintaban más como herederos que como contrincantes. Sus denuedos muestran un típico escenario de estos días: la tensión entre las personalidades empoderadas y las instituciones debilitadas. Es indudable que, más que domar la inflación (aunque ese potro todavía no se amansa), el botín político del presidente difamador y boca sucia es haber logrado que el rey del Pro y la abeja reina de Calafate sientan que fuego amigo acecha sus palacios, mientras el principado de los Caputo cada vez conquista más castillos.

Este fenómeno del éxodo tuvo una intérprete cabal en las elecciones de 2017, cuando la diputada Mónica López explicó, entre sollozos, por qué a último momento dejó el massismo para lanzarse a los brazos del Frente para la Victoria. Su frase es inolvidable. “No maté a nadie, traicioné, nada más”. No cualquiera se anima a usar la traición como atenuante. Por eso debe haber algo innovador en estos modelos que proponen tantos candidatos en tránsito. Algunos consideran que los hombres con lealtades fijas se vuelven aburridos. Andar defendiendo siempre lo mismo, a la larga, agota. Ven ahí, más empecinamiento que ideales. Al final los muchachos con tanta sed de victoria han terminado enseñando que el cuentapropismo político es el principal secreto de la supervivencia.

“No me toquen a los héroes de la AFIP”, dijo alguna vez Lilita en plena era macrista. Y tenía razón. Van quedando pocos. La decisión de expulsar entonces a tres recaudadores podía a empobrecer a una Patria que va perdiendo paladines y paladinas en cada refriega. Aunque no sea fácil encontrar hazañas enaltecedoras en la angurrienta AFIP, muchos creyeron que esos tres podían ser los últimos héroes que andaban sueltos. Pero no, en la primavera pasada aparecieron 83 nuevos héroes –así los proclamó Milei- que fueron agasajados en Olivos con asado y todo por haber dado luz verde a ese DNU de la Rosada que enflaqueció un poco más los bolsillos de los jubilados. Eso sí: si no ganaba el gobierno esa pulseada, con asado o no, dejaban de ser heroicos para empezar a ser canallas bien comidos.

Ahora, hay otros cuatro radicales que agrandaron la tropa de las fuerzas del cielo ante una batalla que sacudió hasta las palmeras de la Casa Rosada: el caso $Libra. Son cuatro héroes en ciernes por haber impedido que se investigue el misterio de esa Cripto bien promocionada. El centenario partido parece haberse transformado en una fuerza socorrista que retrocede en las encuestas y solo atiende llamadas de urgencias. Por supuesto no son los únicos. Pero ahora, los cuatro probables héroes estarán esperando el asado de Olivos o alguna buena entrada.

En la guerra, la deserción se paga muy cara. No hay indignidad peor que la de renunciar a la lucha para escapar hacia un lugar más seguro. El colmo es que algunos no han renunciado, se han ido a la trinchera enemiga, más dichosos que arrepentidos. Borocotó para muchos ha terminado siendo una inspiración más que un mal ejemplo. Nadie sabe hoy a cuál partido pertenece. En España se recuerda la frase de aquel carlista que al ser observado por sus compañeros, respondió con una expresión que hizo escuela: “Yo ya no sé si soy uno de los nuestros”.

Dirigentes que aprendieron de las enredaderas: exponen la trepada más que las raíces

 

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