Se desbocó la inseguridad en zona del Hipódromo

La ola de robos bajo la modalidad de escruche no da tregua en la Región y suma una nueva víctima: una jubilada que trabaja diariamente en el Hipódromo de La Plata fue blanco de un audaz asalto mientras se encontraba cumpliendo su rutina laboral.

El hecho ocurrió en la zona de 40 y 126, ya del lado de Ensenada, donde delincuentes irrumpieron en su vivienda y se llevaron una gran cantidad de electrodomésticos y objetos personales. La víctima, que se desempeña como colaboradora, fue alertada por una vecina sobre la violenta irrupción. Al regresar a su casa, se encontró con la puerta del garaje barreteada y su hogar completamente saqueado.

Según relató la damnificada, el episodio tuvo lugar alrededor de las 9:30 de la mañana, cuando recibió un llamado de una vecina que, alarmada, le informó que su domicilio había sido violentado.

La mujer, que trabaja todos los días de 6 a 11 en el predio hípico, se dirigió rápidamente hasta su vivienda.

Una vez allí, comprobó que los delincuentes habían forzado la entrada del garaje y accedido con total libertad a cada ambiente del hogar.

La lista de elementos robados es extensa e incluye tres televisores LED de distintos tamaños, dos ventiladores, dos pavas eléctricas, una garrafa, utensilios de cocina y varios electrodomésticos.

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El método utilizado se inscribe dentro de una tendencia delictiva que gana terreno en los barrios platenses: el escruche.

Se trata de una modalidad que consiste en ingresar a los hogares cuando los propietarios no están presentes, evitando enfrentamientos directos pero generando enormes pérdidas y un profundo impacto emocional en las víctimas.

El factor tiempo juega a favor de los ladrones, que cuentan con minutos valiosos para operar sin sobresaltos. En este caso, la ausencia rutinaria de la trabajadora en las primeras horas del día fue aprovechada por los delincuentes con precisión casi quirúrgica.

La modalidad se torna cada vez más sofisticada, y todo indica que detrás de estos hechos hay bandas organizadas que realizan tareas de observación previa para conocer los hábitos de sus víctimas.

El conocimiento de horarios, la elección de objetivos accesibles y la coordinación logística entre varios delincuentes hacen que los ataques se concreten en pocos minutos y con total impunidad.

Se presume que los ladrones contaban con información detallada sobre los movimientos de la damnificada, lo que refuerza la teoría del accionar premeditado.

Mientras las investigaciones avanzan, el episodio suma un nuevo capítulo al drama de la inseguridad que aqueja a numerosos vecinos.

La impunidad con la que se desarrollan estos robos preocupa cada vez más a los residentes, que reclaman mayor presencia policial y políticas efectivas para prevenir un flagelo que no distingue edad, oficio ni barrio.

Los pesquisas, como establece el protocolo de actuación, relevan ahora cámaras de seguridad y potenciales testigos para acreditar la materialidad ilícita y la autoría responsable.