24 de Enero de 2003 | 00:00
NECOCHEA (Enviado especial, Luis Rivera).- Las playas del suave declive, como orgullosamente llaman los habitantes de esta ciudad a las de Necochea, están este verano de parabienes. No sólo porque se han llenado de gente como hace muchos años no sucedía, sino también porque el clima acompañó muchísimo y los veraneantes han pasado hasta aquí días magníficos.
Necochea luce espléndida y no es sólo una frase armada. Su aspecto de ciudad tranquila ha cautivado a muchos turistas que todavía gozan con eso de clavar la sombrilla en la arena y no tener pegado a otro grupo de gente. Y los 58 kilómetros de costa playera de esta ciudad permiten elegir tranquilamente un lugar donde estar solo, o bien acompañado para gozar del sol y del mar.
Las autoridades de Turismo de la Municipalidad local casi no pueden ni responder a las consultas de la gente que a esta altura ya clama por un lugar para dormir. Es que literalmente, la capacidad hotelera y de alquiler de departamentos y casas se vio desbordada en esta segunda quincena de enero y ya hay caras de desesperación para quienes imaginaron el verano por estos lugares pero se largaron a la ruta sin un lugar fijo para dormir. Por eso las súplicas ante la gente de Turismo o directamente en las radios de la ciudad pidiéndole a la gente que abra su casa para alquilar "aunque sea una habitación": ya se sabe, cuando la mano viene brava, las exigencias son siempre menores.
TODO A FULL
La ciudad presentó esta vez, como pocos años anteriores, una variada oferta para los que llegaron a veranear aquí: hoteles desde cuatro a una estrella, hosterías de distintas calidades, cabañas, campings y mucha propiedad en alquiler, tanto frente a la playa como a varias cuadras de la zona, donde se erige lo que los necochenses llaman "el centro viejo". Todo tiene un denominador común: ha quedado agotado. Y no son pocos los vecinos que, atentos a la necesidad de poner un peso en el bolsillo, se están arreglando con un familiar o vecino para acomodarse por unos días y así poner la casa en alquiler. Si se tiene suerte, por una quincena se puede embolsar tranquilamente más de 500 pesos.
El viernes 17 fue el pico y atentos a lo que sucedía, en Turismo "decretaron" abrir el Registro de Emergencia Hotelera, donde prácticamente cualquier cama que se ofrezca será bien recibida y por supuesto, bien paga.
Los precios, para alegría de los que eligieron estas playas, no se han disparado. Aunque claro está, tampoco son un regalo para el alicaído bolsillo argentino. Pero ya se sabe que quien decide veranear, ya hizo una base durante el año y está dispuesto a gastarla.
Por un chalet cerca del mar o del fabuloso Parque Miguel Lillo, en esta segunda quincena de enero, la vedette de la temporada, hay que pagar entre 850 y 2.500 pesos, de acuerdo a la calidad de la propiedad y la capacidad que esta posea. Pero para una familia tipo, el alquiler se centrará en torno a los 1.200 pesos. En cambio, para un departamento, los valores aproximados orillan entre los $ 350 (un ambiente), $ 600 (dos ambientes) y $900 (tres ambientes), habiendo por encima de estas cifras, otras ofertas mucho más atractivas desde lo edilicio, pero dolorosas desde lo económico.
En los hoteles, aunque hoy por hoy sea imposible encontrar una cama vacía, los valores oscilan entre los $ 60 (cuatro estrellas), $45 (tres estrellas), $35 (dos estrellas) y $20 (una estrella), siempre por persona y en una habitación doble. En cambio, hospedajes y hosterías ofrecen alternativas más accesibles aunque de menor calidad. Pero si lo que se busca es tan sólo un lugar para tirar el cuerpo después de las largas jornadas de playa, deporte y noche que se continúa en la peatonal 83 o en algún parador, la opción es más que recomendable.
La tranquila Necochea de diez meses al año, cedió por estas horas su lugar para una ciudad que tiene mañanas de calma, tardes que se vuelven de locura en las playas y en el parque, y noches que se estiran tomando un café, disfrutando de los muchos espectáculos que se ofrecen o simplemente planeando la actividad del día siguiente. En cambio para muchos, y sobre todo en semanas pasadas donde la temperatura no aflojaba ni siquiera a la hora de irse a dormir, el paseo obligado es por la playa, con los pies en el mar, aprovechando la impresionante iluminación que poseen las arenas, lo que las deja prácticamente de día aún a medianoche.
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